La economía circular es un concepto que ha llegado para quedarse. Éste implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes creando un valor añadido para que el ciclo de vida de los productos se alague. La moda también se sube al carro buscando eliminar la etiqueta de ser una de las principales industrias promotoras del usar y tirar. Cabe señalar que cada año se consumen alrededor de 70 millones de toneladas de ropa y que la vida útil promedio de estas prendas es de menos de 3 años. Esto deja patente que el modelo está preparado para ser una gran fuente de residuos de gran valor y cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 12.

Desde el año pasado el discurso de la sostenibilidad está en la agenda de las grandes compañías de la moda que están implantado estrategias para implementar la innovación sostenible dentro de su política de empresa. De hecho, este año comenzó con la primera reunión de líderes del sector de la industria textil para, junto a las Naciones Unidas, discutir el rol del sector en la lucha contra el cambio climático. Fue entonces cuando la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa señaló entre las principales causas para el cambio el hecho de que “la industria de la moda sea la segunda del mundo, por detrás de la energética, que más agua utiliza en sus procesos y de que produzca el 20% de las aguas residuales que se generan a escala global. Además, el sector también es responsable del 10% de las emisiones de dióxido de carbono que se lanzan a la atmósfera”.

La ropa y los complementos se convierten en el segundo producto de segunda mano más demandado por los consumidores. Fotografía: Mermyhh

Pero no solo las compañías empiezan a ser conscientes de que la materia prima se puede reutilizar sino que el consumidor final también y por ello prolifera la compra y venta de prendas de segunda mano. Desde 2008 se vive un auge sobre todo a raíz del crecimiento de las aplicaciones móviles y de la compra online. De hecho, según un estudio realizado por Segundamano.es, la ropa y complementos, junto a los muebles y la telefonía móvil, son los sectores que más se mueve. Si hace años las tiendas de ropa de segunda mano se centraban fundamentalmente en prendas vintage, ahora las nuevas tecnologías han puesto en contacto a los consumidores que venden y compran prendas incrementándose las empresas que se dedican a ello. En 2017 se facturaron 18.000 millones de dólares en el sector según el informe elaborado por ThredUp, un portal online de compra-venta de ropa reutilizada. En España mucha de esa ropa se exporta a países como Togo, India o Emiratos Árabes. En 2016, según la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil (Asirtex) se exportaron 39,5 millones de kilos de productos textiles reutilizados.

Los motivos

Entre los motivos por lo que los consumidores, sobre todo los de la generación millennial (nacidos a partir de los 80), se han pasado a la compra de ropa y complementos de segunda mano está la economía. Ropa de calidad, en buen estado y más barata que si fuera nueva lo que supone un ahorro para los bolsillos que han vivido una de las crisis económicas más duras. Pero ese no es el principal motivo ya que son una generación con una gran preocupación por la huella ecológica que dejarán. Son conscientes de que para la producción de un kilo de algodón virgen se necesita alrededor de 13.000 litros de agua para su cultivo y posterior procesado y teñido. Además de las emisiones y el consumo energético necesario para ello. Poco a poco tanto los consumidores como la industria en general van incorporando el concepto de economía circular también en un sector que, en principio, se basaba en el usar y tirar como señala el informe ‘Una nueva economía textil: Rediseñando el futuro de la moda’ de la Fundación Ellen MacArthur. En él se calcula que la infrautilización de la ropa y la falta de reciclaje en el sector acarrea una pérdida por el valor de más de 500.000 millones de dólares al año.