Nueve desconocidos, todos marcados por una tragedia personal que les mueve a buscar la desintoxicación social y la meditación intensa. Problemas matrimoniales, pérdidas cercanas, suicidio, desamores, relaciones de dependencia con las drogas, desasosiego generalizado o problemas de actitud insalvables.

Algunos escépticos, otros creyentes, todos llegan bajo la misma premisa de cambio a Tranquillum House, un complejo de salud y bienestar que promete curar todas sus heridas, esta vez sin tiritas, sino transformando cada aspecto del dolor que recorre su espíritu. "Todo el mundo tiene una historia, especialmente aquellos que niegan tenerla".

Entre las paredes de claro estilo Mies van der Rohe hace su aparición la actriz que busca, y pretende, coronarse como la nueva abeja reina de las miniseries dramáticas, Nicole Kidman. En la piel de Masha, anfitriona del complejo, Kidman será la voz y los ojos de sus pacientes. Los secretos son el legado del recinto, y todos los allí presentes cuentan con su propia ración de misticismo.

Basada en la novela de Liane Moriarty, Nine Perfect Strangers (2018), y creada por David E. Kelley, la nueva ficción que llega a Amazon Prime Video este viernes busca replicar la fórmula de éxito que ya cosechó Big Little Lies: una novela, también de Moriarty, convertida en fenómeno televisivo de la mano de Kelley y con Kidman como uno de los personajes principales del reparto.

Cuando la plataforma Hulu anunció que pondría bajo demanda otra novela de Moriarty, los feligreses de Big Little Lies marcaron con rojo en el calendario la fecha de estreno de la nueva miniserie basada en una de sus exitosas obras. Con Nicole Kidman liderando el reparto de escándalo, y con Kelley a los mandos de su creación (aunque esta vez bajo la dirección de Jonathan Levine), la intriga de Nine Perfect Strangers se postuló, por pura expectativa, como una de las series de año. Se quedó a medio gas de lo esperado.

Hornada de traumas sin relato

Capítulo tras capítulo, Nine Perfect Strangers desarrolla los problemas que han hecho que los nueve desconocidos terminen en Tranquillum, pero al mismo tiempo, el pasado de Masha y los motivos que provocaron que pasara de ser una exitosa empresaria a la creadora de un centro terapéutico se convierten en eje central de la trama.

La exclusividad del centro hace que su creadora ejerza de jueza a la hora de decidir qué personas llegan al corte, pero algunos visitantes comienzan a percatarse de que algo raro ocurre tras las terapias empleadas por el personal.

Aunque la premisa de la historia pasa por la promesa de generar intriga, el espectador encontrará que más allá del interés que el personaje de Kidman despierta -o de las grandísimas actuaciones del reparto (Melissa McCarthy, Michael Shannon, Luke Evans...)- la historia está vacía de contenido y significado. No hay un nexo, no existe un hilo entre episodios y tampoco un elemento sorpresa que actúe como unificador.

Nicole Kidman en Nine Perfect Strangers. Vince Valitutti/Hulu

Llegar al ecuador de la serie sin saber realmente qué ocurre o cuál es el punto clave de las situaciones que se suceden en Tranquillum termina siendo ciertamente confuso, por más que la interpretación de los personajes esté en su punto óptimo. Ni siquiera el imán que ejerce la actuación de Nicole Kidman consigue salvar a Nine Perfect Strangers. Quizá el problema radica en las expectativas puestas sobre la nueva serie de David E. Kelley, pero el impacto de sus nueve, y perfectos, desconocidos está lejos de Big Little Lies.

La sorpresa de The White Lotus, la serie revelación del verano a cargo de Mike White, puede haber dañado el funcionamiento de Nine Perfect Strangers como algo con sentido. La primera funciona como sátira de una sociedad corrompida por el egoísmo, sus personajes aplican a la realidad de tal forma que resulta complejo no apreciarla como un espejo en el que reflejar los traumas sociales actuales. En la adaptación de la novela de Moriarty falta una cohesión que explique, ya no el por qué del asunto, pero sí el sentido de su creación.

De profesión, terapeuta

Si hay algo que destaca por encima de cualquier lacra es la actuación de Nicole Kidman como Masha, una ciudadana del este afincada en Estados Unidos que lo tenía todo hasta que nada le quedó. De ejecutiva poderosa a líder de una secta de reclusión y tranquilidad, el personaje al que tuvo que encarar la actriz australiana la llevó a meterse de lleno en el papel, hasta el punto en el que solo actuaba.

"Solo respondía como Masha", admitía en el panel de la Asociación de Críticos de Televisión (TCA por sus siglas en inglés). "Quería que emanara una energía curativa muy tranquila todo el tiempo, así que recuerdo que me acercaba a la gente y ponía mi mano en su corazón. Tomaba su mano y ellos me hablaban usando mi nombre, Nicole, pero yo los ignoraba por completo".