“Ando sobre rastrojos de difuntos”. En este verso, un transido Miguel Hernández lloraba el madrugador deceso de Ramón Sijé, su amigo “del alma”. Con su elegía, más allá de rendirle una honda despedida, lo perpetuaba para la historia; en que, a la sazón, también ingresaría, temprana y dramáticamente, el propio autor. Tras las lluvias, ya la posteridad. En 120 hectáreas hay lugar para cientos de personajes cuyos nombres han quedado ligados, eternamente, a lo que fuimos, somos y, acaso, seremos. Son los suelos del Cementerio de la Almudena, en Madrid, nombre de la patrona de la ciudad. En silencio descansan quienes tanto sonido emitieron en sus días y noches. Y ese rumor se escucha en un paseo promovido por el ente público del Ayuntamiento de Madrid, caminado por El Independiente, en los túneles del Tiempo que ofrece al espíritu una ensalada de cultura, arte, ciencia, poder e, incluso, de bebidas fermentadas protagonistas en las mesas de la actualidad. Sin olvidar el aliño de las frases para la posteridad y numerosos misterios…

En el madrileño barrio de Ventas se halla la mayor necrópolis de Europa Occidental, con 1.200.000 metros cuadrados. Actualmente, hasta tres líneas de autobuses lo recorren. Cuenta con, aproximadamente, cinco millones de inhumaciones. Los arquitectos Arbós y Tremanti y Urioste y Velda ganaron el concurso de construcción. Se trataba de un proyecto de estética neobizantina, con el fin de recrear el esplendor de Constantinopla. Es por ello que los arcos de medio punto o cúpulas gallonadas son protagonistas. García Nava rubricó el proyecto definitivo con tinte modernista. Anteriormente, los entierros se realizaban en las iglesias para los pudientes. A las personas cuyo capital era más humilde, en los alrededores de los templos.

El siglo XIX era dominado por el cariz cristiano. No en vano, este cementerio dispuso de una parte católica, otra hebrea y una tercera civil. Esta última provocó que la Iglesia se enfrentase al Ayuntamiento de Madrid...

Su funcionamiento se inicia en junio de 1884, si bien la inauguración oficial data de 1925. En ese año y en el siguiente, Madrid padeció una epidemia de cólera; razón por la cual se le otorga, en sus albores, el nombre de “cementerio de epidemias”. Cabe recordar que nos encontramos en el siglo XIX, dominado por el cariz cristiano. Con todo, el otrora cementerio del Este, dispuso de una parte católica, otra hebrea y una tercera civil. Esta última provocó que la Iglesia se enfrentase al Ayuntamiento de Madrid, negándose a bendecir el terreno religioso; pues no quería ver mermado sus ingresos ni la autoridad moral de los enterramientos que se arrojaba. Pero Alfonso XII medió, negociaciones crematísticas mediante, y el seísmo se apaciguó. Hoy, no existe distinción alguna y se da cabida a todas las confesiones. Así, hay personas musulmanas o chinas sepultadas en lo que era terreno católico. Conviene precisar que el mantenimiento de las tumbas pertenece a los familiares y no a la funeraria.

¿Quiénes son los dos primeros enterrados y por qué resultan tan significativos?

Pedro Regalado Olmos y Maravilla Leal fueron las primeras personas en recibir tierra; ambos en septiembre de 1884. El primero contaba con apenas 14 meses edad cuando una enfermedad cerró sus ojos para sempiternamente. Sobre su lápida, un ángel de madera, deteriorado por las inclemencias meteorológicas, pero que, no obstante, es renovado cada año como señal de homenaje y respeto.  

Por su parte, Maravilla Leal, natural de Campo de Criptana (Ciudad Real), alcanzó los 20 años de vida. Yace en el pretérito emplazamiento civil. Los mentideros de la Villa siempre rumorearon, para justificar su ubicación de eterno descanso, que se suicidó, algo que incluso se ha publicado en medios nacionales. Sin embargo, El Independiente ha conocido de primera mano, en este recorrido promovido, diseñado y ejecutado por Servicios Funerarios de Madrid, empresa municipal, que Leal fallece de tuberculosis y que dejó por escrito su expresa voluntad de inhumarse en parte no religiosa. Al ser los dos primeros inquilinos del cementerio, Regalado y Leal suponen una excepción a la regla. Son las únicas dos tumbas a perpetuidad, sin concesión administrativa, pagadas por Alfonso XII.

Tumba de Pedro Regalado, con el ángel de madera, y de Maravilla Leal
Tumba de Pedro Regalado (izq.) y de Maravilla Leal (dcha.) Imágenes: El Independiente

¿Qué ocurrió con el cuerpo de Isaac Peral?

En algo más de 70 campos de fútbol, caben muchos personajes ilustres. En el trayecto de El Independiente entre mármoles, junto al personal turístico (por el guía David Villarín), de la visita, se revelan nombres de todas las ramas y sectores. Los guías reportan información trabajada por distintos historiadores y vertida también en las hojas de las enciclopedias.

Nos topamos, al inicio, con una tumba sin muerto dentro. Se trata del científico Isaac Peral, inventor del primer submarino. Falleció en 1895, pero, a petición de la familia, que entendió, según fuentes del lugar, que no se le ofrecieron las mejores honras fúnebres, sus restos se trasladaron en 1911 a su ciudad natal, Cartagena. Por respeto, su lápida se mantiene. También se halla el ingeniero y aviador Juan de la Cierva o el Nobel en Medicina Santiago Ramón y Cajal.

Una chapa de cerveza en el cementerio

Una de las imágenes más singulares es la de una chapa sobre una de las lápidas. Es la que pertenece al empresario Casimiro Mahou, quien por su apellido es fácilmente reconocible. Las cervezas Mahou (familia genuina de Francia) comenzaron como un pequeño negocio, que se incrementó a lo que conocemos actualmente. Las estrellas en este sector guardan un mensaje. Sus cinco puntas aluden a los cinco ingredientes que toda bebida fermentada, apuntan los entendidos, ha de tener. A saber; agua, lúpulo, malta, levadura y cebada. Otras marcas emplean igual distintivo en sus logos y nombres.

Tumba de Casimiro Mahou, alma de las cervezas Mahou. En su tumba se puede apreciar una chapa de su marca como recuerdo.
Tumba de Casimiro Mahou. Imagen: El Independiente

¿Por qué fue multitudinario el entierro de Galdós?

Al entierro de Benito Pérez Galdós acudieron 30.000 personas. El pueblo sentía un gran cariño hacia el novelista y cronista canario, que murió en Madrid en 1920, por su lenguaje sencillo y el fiel retrato de las carencias de la época a través, especialmente, de los Episodios nacionales. En uno de ellos, con fina ironía, Galdós describe que España está “con una mano empuñando laureles y con la otra rascándose la lepra”. Descansa muy cerca de la escritora gallega Emilia Pardo Bazán, que murió un año después que él y con quien mantuvo furtivos romances extramatrimoniales.

España está con una mano empuñando laureles y con la otra rascándose la lepra

Benito pérez galdós

Pío Baroja, mítico integrante de la Generación del 98, también mora en el cementerio de la Almudena. Sus novelas, de corte muy crítico con el franquismo. Algunas, por la censura, no se publicaron hasta hace unos años. Baroja se vinculó bastante a Galdós y supo que éste fue enterrado en camposanto sin ser su anhelo.

Por ello, el vasco tomó buena nota y en dos testamentos sentenció que su cuerpo descansase en suelo civil con tierra de Madrid y de Euskadi. Falleció en 1956. Una frase de Baroja para la posteridad es: “hay siete clases de españoles, como los siete pecados capitales. Los que no saben, los que no quieren saber, los que odian el saber, los que sufren por no saber, los que aparentan que saben, los que triunfan sin saber y los que viven gracias a que los demás no saben”.

También reposa Carmen Laforet, ganadora de la primera edición del Premio Nadal en 1944, por su perenne novela 'Nada'. El feminismo y la mística, así como el misterio son constantes en su legado de tinta.

En cuanto a música, destaca la familia Flores. ‘La Faraona’ cuenta con un mausoleo donde Lola duerme junto a su hijo Antonio, fallecido apenas dos semanas después de su madre.

Lápidas de los escritores Benito Pérez Galdós y de Pío Baroja. Esta última con flores.
Tumbas de Galdós y Baroja. Imagen: El Independiente

El 'descubridor' del Greco

A nuestros pasos por la vereda de cipreses, damos con las tumbas de la Institución Libre de Enseñanza, cuyo dominio se extiende a principios del siglo XX. Abogaban por el Krausismo, una novedosa técnica educativa no sujeta a la moral cristiana con innovaciones, por ejemplo, francesas. Crean el Museo Pedagógico Nacional.

Estamos frente a la tumba de Bartolomé Cossío, militante de esa libertad de cátedra. Su figura pasa a la historia por recuperar de las oscuras entretelas del olvido a Doménikos Theotokópoulos, El Greco, quien, a finales del siglo XIX, era mirado con desgana. Cossío es autor de su primera monografía, por lo que es incuestionable el aporte para la historia de la pintura de España. El pedagogo y filósofo Francisco Giner de los Ríos también reposa cerca.

El compás y la escuadra son dos símbolos masónicos que encierran el siguiente significado para la logia masónica...

En la zona diseñada para necrópolis civil es frecuente localizar símbolos masónicos como el compás y la escuadra. El primero, para esta logia, representaba la precisión y la posibilidad de apertura, que amplía el conocimiento; mientras que la escuadra, al no poder abrirse ni cerrarse, marca el límite.

La simbología de las tumbas de políticos

En cuanto a políticos, destacan, fundamentalmente, todo el ámbito vinculado al espectro republicano de finales del XIX y principios del XX.

Así, encontramos a Estanislao Figueras, quien sucede a Amadeo de Saboya e instaura la Primera República Española, que presidió durante cinco meses, el que más ostentó el cargo; una época muy convulsa de nuestra nación. Figueras legó una frase inmortal antes de exiliarse a París: “estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Posee una planta adormidera, que evoca el letargo del alma y una corona porque el círculo no concibe ni principio ni fin.

Estoy hasta los cojones de todos nosotros

Estanislao figueras

A unos metros, destaca el mausoleo de Francisco Pi y Margall, segundo presidente de la Primera República, que pone de relevancia lo cuaternario. El cuatro, según qué creencias, es el principio de toda energía creadora. Así, hay cuatro elementos (agua, tierra, fuego y aire) o cuatro estaciones, que siempre se reiteran. La entrada es el número pi (π) y está coronada por una esfinge egipcia con gorro frigio, distintivo de la Revolución francesa que, más adelante, lo sería de todas las revoluciones y, en suma, de la libertad.

Enfrente, con una lápida austera y de blanco inmaculado, yace Dolores Ibárruri. La vasca fue diputada en Cortes con más de 80 años y su sobrenombre de ‘La Pasionaria’ responde a que publicó su primer artículo periodístico en Jueves Santo.

La tumba de Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE en 1879, es una alegoría a la expansión del movimiento del socialismo recién germinado

Al lado, Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE en 1879, en el famoso Casa Labra. Este ferrolano, huérfano y tipógrafo se halla en una composición abierta acabada en torre vertical; una alegoría a la expansión del movimiento del socialismo recién germinado. Posee una máscara mortuoria, realizada instantes después de morir, por el escultor Emiliano Barral. Es de las tumbas más cuidadas y ornamentadas.

Igualmente hay monumentos que honran la memoria de los caídos. Por ejemplo, la Legión Cóndor de la Guerra Civil, los héroes de Cuba y Filipinas del siglo XIX, los fallecidos en el Teatro Novedades (80 muertes en 1928 por un incendio) o Las 13 rosas cuya placa manifiesta que “dieron su vida por la libertad y la democracia el 5 de agosto de 1939”, madrugada en que fueron fusiladas por pertenecer a las Juventudes Socialistas Unificadas.

Mausoléos y tumbas de políticos de finales del XIX y principios del XX. Pablo iglesias Posse (máscara mortuoria incluida), Pi i Margall, Figueras y Dolores Ibárruri.
Máscara mortuoria de Iglesias Posse y su mausoleo, así como el de Pi i Margall y Figueras; y la tumba de 'La Pasionaria'. Imágenes: El Independiente

Zona hebrea

La comunidad de judíos solicita a Alfonso XIII autorización y se les concede una hectárea. Consecuentemente, se introduce en el lugar un nuevo rito funerario y concepción del óbito. En la parte hebrea no se advierten flores sobre tumbas, pues se marchitan, sino piedras, que sugieren lo imperecedero, en alusión al alma.  

Su culto arranca con el desgarro de las ropas del difunto para aceptar que ya no pertenece al mundo de los vivos. Seguidamente, mujeres no vinculadas a su consanguinidad amortajan al finado y le quitan las joyas, dado que un judío no concibe enterrase con riqueza alguna. Por último, cada miembro de la familia echa una palada de tierra. Muchos traen un poco de Tierra Santa (Israel). Predominan en las inscripciones el calendario hebreo y la Estrella de David. En la Almudena no, pero en Hoyo de Manzanares (Madrid) sí hay víctimas del Holocausto.

Mucha historia y ramas del saber a través de quienes fueron. Y, una conclusión clara: la muerte nos iguala a todos. Tal vez, ilustre bien merezca ser toda persona que entregó en vida su granito por un mundo mejor para sosiego de quienes en él latimos y latirán. 

Tumba del la parte hebrea del cementerio de La Almudena con la estrella de David
Tumba con la Estrella de David. Imagen: El Independiente

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