El francés Roberto de Arbrissel (1045-1116) era lo que hoy llamaríamos un gurú. Un visionario que fue capaz de transmitir, contagiar y materializar su forma de ver el mundo. Este cura de Bretaña vivió en un momento en el que la cristiandad se quería alejar de las poderosas y corruptas cúpulas religiosas y regresar al cristianismo primitivo. Su ejemplo de vida ascética, sumado a su locuacidad y su atractivo, fue imitado y seguido por muchos. “Llegó a congregar a varios centenares de seguidores, hombres, mujeres y niños”, explica la Zoe Wozniak, guía oficial de la Abadía de Fontevraud, en la región francesa de Países del Loira. 

Moverse con esa muchedumbre no dejaba de ser un problema para su modo de vida de predicador itinerante. La solución le llegó del Papa quien le invitó a crear su propia congregación religiosa. Así nace en el año 1101 la primera orden religiosa doble, formada por hombres y mujeres, la orden fontevrista. Juntos, hombres y mujeres, pero no revueltos, la orden se funda con los votos de pobreza y castidad. Arbrissel pone a una abadesa al frente del que se convertirá en el mayor conjunto monástico de Europa. 

Un conjunto religioso formado por un monasterio para los hombres y tres para las mujeres, separados por un muro. “Es la materialización del  voto de castidad”, asegura Wozniak. “Los hombres tenían que trabajar más y comían menos que las mujeres, tenían menos vino que las mujeres. Los hombres tenían que obedecer a las mujeres, pero Roberto de Arbrissel no era un femininsta, para Roberto de Arbrissel si los hombres sufrían por causa de las mujeres, todos los días, acabarían sus días en el paraíso”, explica.

La guía del conjunto histórico detalla la historia del lugar mientras un grupo de treintañeros se despiden con efusividad y un volumen más elevado del que se estila por encima de los Pirineos. “Ayer hubo una boda en la Abadía y se celebró un banquete”, excusa. Una muestra de lo poco que se parece hoy este conjunto histórico declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Iglesia de la abadía.
Iglesia de la abadía.

Una abadía influyente

Durante siglos el complejo monacal concentró importante influencia en la región. En sus primeros años fue la Casa de Anjou, la dinastía Plantagenet, la que más relación mantuvo con la abadía. En especial Enrique II de Inglaterra (1183-1189) y su mujer Leonor de Aquitania (1137-1204) que educaron a dos de sus hijos entre las paredes del complejo monacal. El matrimonio real fue enterrado en la Abadía y Ricardo I de Inglaterra (1157-1199), conocido como Ricardo Corazón de León, también decidió ser enterrado en Fontevraud.

Otro momento de gran relevancia de la abadía fue durante la monarquía absoluta entre los siglos XVII y XVIII, momento en los que la relación de abadesa con la monarquía es muy estrecha y en el que el poder del lugar recae en religiosas de sangre azul.  

Con la llegada de la Revolución Francesa se ordenó la evacuación de los conventos en 1792. Un año después la Abadía fue saqueada y las sepulturas profanadas, los sepulcros de los Plantagenet que se conservan en Fontevraud están vacíos.

Claustro de la abadía de Fontevraud.
Claustro de la abadía de Fontevraud.

Prisión hasta 1985

Fue Napoleón quien salvó del deterioro total al complejo al convertir Fontevraud, La abadía de Clairvaux y el Mont-Saint-Michel en prisiones de estado. La cárcel se crea para dar cabida a 700 presos, pero llegan a convivir hasta 2700 personas y se convierte en uno de los presidios más duros de Francia en la que los presos tienen una esperanza de vida de 8 meses.

Todo se convirtió en prisión. En la nave central de la iglesia del monasterio se levantaron cinco plantas de madera hasta el techo. Dos plantas de celdas y tres de talleres en los que trabajaban los presos. Las huellas de la estructura de madera son visibles en la nave de la iglesia. En los cerca de 200 años que estuvo en marcha la cárcel transformó el monasterio, pero al mismo tiempo lo conservó. “La prisión cerró sus puertas en 1963, con todo, quedó un retén de 30 presos que trabajará en el desmantelamiento de la prisión hasta 1985”, explica Zoe Wozniak.

En la nave central de iglesia se levantaron cinco plantas para celdas y talleres.
En la nave central de iglesia se levantaron cinco plantas para celdas y talleres.

El 80% de las edificaciones de la prisión se eliminaron para recuperar la abadía, “la prisión salvo los muros, es una historia importante que ya no podemos ver y hoy no es una abadía con religiosos, no es una prisión con presos es un lugar de visita y un centro de arte moderno, un centro cultural con conciertos y residencias de artistas y se pueden celebrar bodas.  Es una pequeña ciudad cultural abierta para todos”, reflexiona Wozniak.

El Museo de Fontevraud está compuesto, principalmente, por la colección privada de Martine y Léon Cligman.
El Museo de Fontevraud está compuesto, principalmente, por la colección privada de Martine y Léon Cligman.

Destino cultural y gourmet 

La abadía de noche.
La abadía de noche.
  • CÓMO LLEGAR: Se puede volar a Nantes con Iberia (desde 60 euros). La abadía está a poco más de una hora  en coche.
  • DÓNDE DORMIR: En el Fontevraud L'Hôtel, el alojamiento de cinco estrellas construido en uno de los monasterios del complejo.
  • DÓNDE COMER: El Fontevraud Le Restaurant, con una estrella Michelin es la referencia en el lugar comandado por el chef Thibaut Ruggeri elabora menús de temporada en los que introduce alimentos y condimentos que se encuentran por la abadía y sus alrededores.
  • NO PERDERSE: El complejo monacal cierra por la noche, sólo está abierto para quienes pasan la noche en el hotel de la Abadía. Visitar la iglesia y los claustros durante el silencio de la madrugada es un lujo que no hay que perderse.

Si la modernidad transformó la abadía en una prisión, la posmodernidad y sus caprichosos giros han transformado un espacio de culto religioso en la nueva meca cultural y gourmet de los franceses. Además de recorrer la singular historia del complejo monacal con las cicatrices de su pasado como presidio se pueden alojar en el lujoso Fontevraud L'Hôtel, en cuyo restaurante, que ostenta una estrella Michelin gracias a la cocina del chef Thibaut Ruggeri. La reciente apertura del Museo de Arte Contemporáneo de Fontevraud ha terminado de redondear el plan perfecto. El nuevo museo está compuesto, principalmente, por la colección privada de Martine y Léon Cligman. Más de 900 obras de arte que incluyen pinturas y esculturas del XIX y XX con firmas como Toulouse-Lautrec, Robert Delaunay, Edgar Degas, André Derain o Juan Gris, además de importantes piezas de arte egipcio, africano y americano donado en su integridad por este matrimonio para habitar de manera permanente Fontevraud.