En octubre de 2017 el periódico New York Times y la revista The New Yorker recopilaron una serie de testimonios que sacudieron la industria cinematográfica estadounidense y dieron pie a un movimiento feminista sin precedentes en Hollywood. Ocho mujeres (que acabaron convirtiéndose en más de un centenar) denunciaron que el productor Harvey Weinstein, uno de los más importantes y reconocidos, había ejercido violencia sexual durante décadas, en las que había acosado, abusado e incluso violado impunemente. Aunque el propio Weinstein lo negó todo categóricamente, aquellas acusaciones acabaron propiciando su caída y sentándolo ante distintos tribunales estadounidenses, desde Nueva York a Los Ángeles. En 2020 ya fue condenado a 23 años de prisión, y aún tiene varias causas judiciales pendientes que podrían incrementar aún más esa pena. 

Aquello lanzó un importante mensaje: la élite ya no era intocable. Y el movimiento que se generó, al que se bautizó con el hashtag de #MeToo, recorrió el mundo entero. "Dentro de la industria del cine ha sido el movimiento feminista más grande sin duda. Ayudó a visibilizar el problema, a que se perdiera el miedo a hablar y a que las denunciantes se sintieran arropadas y acompañadas al ver que las creíamos. Ha sido la mecha", asegura Judith Colell, presidenta de la Academia del Cine Catalán y cofundadora de CIMA, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales.

Si bien la ola de aquel movimiento también llegó a nuestro país, lo cierto es que en España no se ha producido una revolución similar. El caso Weinstein animó a algunas actrices españolas como Aitana Sánchez Gijón, Carla Hidalgo o Leticia Dolera a hacer públicos los acosos sexuales que habían sufrido a lo largo de su carrera. Pero nadie quiso dar nombres. Casi seis años después de todo aquello, la reciente polémica surgida en los Premios Feroz ha supuesto una excepción. La actriz Jedet y el escritor Bob Pop denunciaron haber sufrido acoso sexual en la fiesta posterior a la gala del pasado 29 de enero. Días después, el cineasta Marc Ferrer se unió a las acusaciones, afirmando que él había sufrido una situación similar en la misma gala pero del año anterior. Los tres pusieron cara a su presunto agresor: el productor Javier Pérez Santana, que ha sido puesto en libertad con cargos.

"Muchos rumores" y pocas denuncias

"Todo esto que ha pasado en los últimos días es muy bueno", asegura Colell, que sin embargo critica que se haya hecho público el nombre de Jedet, que fue la primera denunciante pero en ningún momento se ha manifestado públicamente: "Eso no me ha gustado. Necesitamos que se sientan seguras para poder denunciar, y si ella no quería ser nombrada le han hecho un flaco favor. En un futuro habrá quien piense en denunciar pero no lo haga porque no quiere que salga su nombre a las tres horas. Me gustaría proteger la intimidad de los denunciantes. De los denunciados, no".

La presidenta de la asociación catalana asegura que el caso Weinstein y todos los posteriores que se han hecho públicos en EEUU son solo la punta del iceberg dentro de la industria americana, que asegura que es "enorme", y de la que considera que "aún no ha salido toda la mierda". Y ahí es donde marca la diferencia con nuestro país, que tiene un sector cinematográfico mucho más pequeño. Aunque explica que a ella sí le han llegado "muchos rumores" de casos similares en el cine español, se muestra confiada en que acabarán concretándose en denuncias serias en un futuro. 

Julia Ponce, directora sevillana afincada en Los Ángeles y socia de AAMMA, la Asociación Andaluza de Mujeres en los Medios Audiovisuales, coincide con el diagnóstico de Colell. "En Los Ángeles y EEUU tiras una piedra y sale un director de cine. En España si señalas a uno nadie más te contrata. Es cuestión de tener una industria demasiado pequeña para que nos podamos permitir señalar a los únicos que están trabajando y dándonos trabajo", asegura. Y añade: "Creo que también estamos menos protegidos. No es una industria profesionalizada, no hay uniones o sindicatos, así que te puedes sentir mucho más solo. La sensación es como estar en un pueblo, de que todo se va a saber".

Sobre la posibilidad de que no se hayan producido denuncias importantes simplemente porque nadie conocido haya cometido ningún abuso, Colell asegura que ni siquiera la contempla. "Es imposible. Todos hemos vivido situaciones así. Yo misma hace 30 años, aunque entonces ni me lo planteaba. En su momento pensaba ‘¿Este tío qué está haciendo?’ Era una situación muy rara. Ahora lo miras con distancia y ves que eso era acoso y abuso. Y eso me pasó unas cuantas veces, no una ni dos. Es algo que está empezando a cambiar, pero aún hay trabajo por hacer", afirma la cineasta catalana.

Departamentos contra los abusos

Precisamente el año la Academia del Cine Catalán, presidida por Colell, puso en marcha un departamento de abusos sexuales para dar cobertura a las víctimas del sector del cine y las artes escénicas. Un proyecto pionero en Europa, que decidieron lanzar tras detectar unos 150 casos de abusos cometidos en instituciones públicas y privadas del sector, que sin embargo no se habían traducido en denuncias. "No llegan a los juzgados ni el 10% de estos casos, una proporción inferior a la registrada en el conjunto de la sociedad, cifrada en un 20%", se explicaba en el comunicado de prensa. 

El departamento, explica Colell, se apoya en tres patas: apoyo psicológico y legal para las víctimas, jornadas de formación para todo aquel que quiera participar y un análisis por parte de la Academia para dimensionar la dimensión de esta "tragedia". "No sé nombres ni la cantidad de gente que se ha puesto en contacto, porque preferimos que sea todo lo más anónimo posible. Pero estamos muy contentas. De hecho, nos han contactado desde otras academias de cine de todo el mundo, entre ellas una importante de Latinoamérica, para pedirnos información, saber cómo funciona y qué protocolo tenemos", asegura la cineasta catalana.

El caso Weinstein, que fue todo un bombazo, llevó a mucha gente a pensar que tarde o temprano sucedería algo similar en España. Pero quizás en nuestro país nunca suceda algo así, que dinamite de un día para otro la industria, y en su lugar se trate de un proceso más "paulatino", como cree la propia Colell: "Poco a poco se irá viendo cómo se empiezan a dar nombres. Habrá personas que se atreverán a decir ‘No es no’, y al que se pase le denunciarán. Es importante denunciar, pero lo tienen que decidir hacer ellos. Si no tienen ganas o no quieren hay que respetarlo".