Quizá nos hemos perdido un Camp Nou asaltado por tropas de la Estrella de la Muerte al mando de Puigdemont, que tiene ya hecho medio casco de Darth Vader de puro cráneo autóctono. El mayor logro de Tsunami Democràtic fue hacernos esperar un gran sabotaje en un Barça – Real Madrid que luego sólo fue un juego de tragabolas o de minigolf con pelotas de plástico. Les fallaron unos drones que tenían que desplegar una gran pancarta arácnida y apabullante, o quizá gas de la risa, o quién sabe. Pero es una pena que hayan detenido ahora a sus cabecillas, cuando Putin está dispuesto a ofrecer soldados y la Generalitat va a poner en marcha su propia Nasa y quién sabe si su Imperio Galáctico.
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