El envejecimiento de la población trabajadora es un problema para la economía española. La caída de la natalidad, unida a la jubilación de las generaciones más numerosas del país y al incremento de la longevidad está provocando el aumento de la edad media de los trabajadores. Según los datos de la Encuesta de Población Activa que el INE ha publicado este viernes, los ocupados de más de 55 años son ya un millón más que hace cinco años, un crecimiento que no ha experimentado ningún otro grupo de edad. En porcentaje, han aumentado un 30%, frente al 9% del conjunto de la población.

La diferencia es más llamativa cuanto más se echa la vista atrás. En comparación con 2002, el primer año del que hay registros comparables en el INE, los trabajadores mayores de 55 años han aumentado un 162%, mientras que los jóvenes (entre 16 y 24 años) han caído un 36%. Los algo menos jóvenes (de entre 25 y 34 años) también han caído, un 20%, en una muestra palpable de cómo la pirámide de población está experimentando una profunda transformación.

La caída de los jóvenes trabajadores se salva de ser mucho más brusca gracias a la incorporación de cientos de miles de extranjeros. Los ocupados de fuera de España de entre 16 y 24 años se han prácticamente duplicado en estos 20 años, mientras que los españoles son hoy 800.000 menos de los que eran entonces. El mismo efecto se produce en el resto de grupos de edad, también entre los mayores de 55 años: en el 2002 los trabajadores extranjeros que integraban este grupo apenas eran 28.000, y hoy son más de 350.000, un aumento del 1.115%.

Es por eso que las diferentes instituciones que realizan análisis macroeconómicos insisten en lo vital que será para este país continuar fomentando los flujos de migrantes, e incluso incrementarlos, en un momento en el que las tasas de natalidad no hacen más que descender. Pero en esta ocasión pondremos el foco en el envejecimiento que la población está experimentando.

El efecto en el crecimiento

"En lo que llevamos de siglo, la edad media de los ocupados asalariados en España ha aumentado en 6 años —de 37,5 a 43,5 años—, mientras que la de los ocupados no asalariados lo ha hecho en 4 años —de 44 a 48 años—", recoge el Banco de España en su último informe anual.

Lo que el supervisor pide no perder del foco es que las tasas de empleo y actividad de los trabajadores mayores son más bajas que las de los más jóvenes. Por tanto, aumentar la edad media de la población implica una disminución de las tasas de actividad y de empleo, y también de productividad, puesto que somos más dinámicos al principio de la vida laboral.

Pero además, diferentes estudios apuntan a que el envejecimiento de la población no solo repercute en la productividad y las tasas de empleo de los trabajadores mayores, sino también en las del resto de grupos de edad. Asimismo están ligadas a un menor desarrollo tecnológico. En el primer caso, tiene que ver con que si los mayores permanecen más tiempo ocupados los jóvenes tienen menos posibilidades de promocionar, mientras que lo segundo está relacionado con que la productividad de los jóvenes del sector de I+D es elevada, por lo que hay menos si el país está más envejecido.

¿Cómo mitigarlo?

El quid de la cuestión es cómo hacer frente al envejecimiento de las próximas décadas. Es constante objeto de discusión en los estudios de la Autoridad Fiscal (AIReF), los centros de análisis, los informes de la OCDE y el FMI. El Banco de España recalca que no hay fórmulas mágicas: la clave está en los flujos migratorios, que rejuvenecerían a la población trabajadora, y en alargar la vida laboral de una u otra manera. Otro factor son las políticas formativas y de empleo.

  • Los migrantes podrían solucionar gran parte del problema del relevo generacional, aunque no todo si no se aplican políticas que los fomenten -"serían necesarios unos flujos migratorios mucho más intensos que los contemplados incluso en las proyecciones demográficas más optimistas", recoge el supervisor-. Los deberes que encarga al Gobierno son claros: anticipar las necesidades del país, sobre todo de contratación, y favorecer la llevada de inmigrantes que puedan satisfacerlas.
  • Alargar la vida laboral puede revertir algunos de los efectos del envejecimiento de la población, aunque no presente ciertas limitaciones. La salud de los trabajadores mayores no permitirá que todos trabajen más años, y por otro lado "tampoco son sustitutos perfectos de trabajadores más jóvenes", aunque sí se ahorraría en pensiones. En esta línea está trabajando el Ministerio de Seguridad Social, sobre todo a través de iniciativas que impulsen que los empleados voluntariamente continúen en el mercado laboral unos años más allá de la edad de jubilación, compatibilizando la pensión con un empleo.
  • Fomentar la formación y readaptación de los trabajadores a las nuevas tecnologías podría reducir el impacto del envejecimiento en la economía, según el Banco de España. Será una forma de adaptarse a los cambios tecnológicos en curso. "En este contexto (...), la educación y la formación profesional y ocupacional, junto con las políticas activas y pasivas de empleo —y, más en general, el marco institucional del mercado laboral—, adquieren una extraordinaria relevancia. La adecuación de todas estas políticas a las nuevas necesidades generadas por los cambios tecnológicos y demográficos debería ocupar un lugar prioritario en la agenda de reformas estructurales de la economía española, y podría suponer avances notables en múltiples dimensiones", apuntan sus economistas.