En apenas una década, la proporción de extranjeros empleados en el sector de la construcción ha pasado de representar a una minoría a convertirse en una cuarta parte de toda la mano de obra. En concreto, en 2013 representaban el 13% de los ocupados totales del sector, mientras que en 2024 han pasado al 26%, según el Observatorio Inmobiliario de BBVA Research. Es decir, mientras que en 2013 los trabajadores inmigrantes que levantaban viviendas, rehabilitaban edificios o hacían obra civil eran uno de cada diez, actualmente son uno de cada cuatro.

Este cambio se produce en un sector que emplea a más de 1,56 millones de personas y que, según la Fundación Laboral de la Construcción en su Informe sobre el sector de la Construcción 2024, "se enfrenta al envejecimiento de sus personas trabajadoras, además de a una acuciante falta de relevo generacional”. Tan solo un 11,8% de los ocupados tiene menos de 30 años, mientras que el 37,2% supera los 50, según la última Encuesta de Población Activa del INE.

Déficit de vivienda y de mano de obra

Y esta tensión se produce justo cuando el mercado de la vivienda atraviesa un momento crítico, con una demanda creciente que el ritmo de producción no consigue absorber. Desde BBVA Research calculan que entre 2021 y 2025 se ha acumulado una demanda insatisfecha de 625.000 hogares, mientras que el Consejo Económico y Social (CES), en su Memoria sobre la situación socioeconómica y laboral de 2024, alerta sobre la falta de vivienda asequible y en especial de vivienda social: "La vivienda social apenas cubre al 3,3% de los hogares en viviendas principales, por lo que España necesitaría aumentar este parque en unas 850.000 viviendas para aproximarse a la media europea".

A ello se suma un déficit estructural de mano de obra que agrava el problema. Según el VII Convenio General del Sector firmado por la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), CC.OO. del Hábitat y UGT-FICA, el sector afronta una carencia "estimada en 700.000 trabajadores". Y las consecuencias ya se dejan sentir, de acuerdo con la Fundación Laboral de la Construcción, "más del 50% de las empresas del sector declaran estar viéndose afectadas" por la falta de personal.

Según explica para El Independiente el secretario general de CCOO del Hábitat, Daniel Barragán, este déficit responde a varias circunstancias: "La media de edad ha avanzado porque la gente joven no se ve atraída por el sector; existe movilidad funcional hacia otras actividades y el recuerdo de la burbuja inmobiliaria, que dejó a muchos en el paro, sigue presente. Además, la inseguridad laboral y los accidentes hacen que no sea un sector atractivo".

La inmigración mejora la productividad

En este contexto, la mano de obra extranjera se ha convertido en un pilar imprescindible. En la nota de Funcas, sobre los datos de afiliación a la Seguridad Social del mes de octubre, destacan que los trabajadores extranjeros han aportado en 2025 "en torno al 70% de los nuevos empleos creados en la construcción y la hostelería". Un peso creciente que no solo permite sostener la actividad del sector, sino que resulta clave para afrontar los retos productivos y de innovación a los que se enfrenta la economía española.

De hecho, según el último Rastreador de la Productividad que elabora la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), la construcción es precisamente una de las ramas de actividad donde la eficiencia ha avanzado con más intensidad. En el tercer trimestre de 2025, la productividad total de los factores (PTF) —es decir, una medida que calcula cuánto produce un sector teniendo en cuenta no solo el trabajo, sino también cómo aprovecha la inversión y la tecnología— creció un 3%, muy por encima del 0,8% registrado en el conjunto de la economía.

En este sentido, el presidente del CES, Antón Costas, explicó el pasado miércoles durante la presentación del informe La realidad migratoria en España que la llegada de inmigrantes tenía "efectos muy positivos en términos económicos y laborales", en parte, porque "la tasa de actividad de la población extranjera es mayor que la de los autóctonos", lo que implica que "a medio y largo plazo, los flujos migratorios tendrán un impacto positivo en el emprendimiento, la innovación y la productividad". Según Costas, esta incorporación de mano de obra inmigrante genera un "efecto composición" por el que los trabajadores nacionales tienden a desplazarse hacia ocupaciones de mayor cualificación, lo que eleva la eficiencia del conjunto de la economía.