Las ‘fabricas’ más contaminantes están en el mar. Navegan a diario por miles dejando un rastro de emisiones contaminantes y de combustible fósil en nuestros océanos. Sólo los buques comerciales que navegan por las distintas rutas comerciales son responsables de casi el 3% del total de emisiones contaminantes del planeta. La mayoría continúan empleando combustibles fósiles, y en menor medida gas natural licuado o biocombustibles. Pero eso pronto podría cambiar. El objetivo es convertir los océanos en un espacio libre de emisiones en 2050 y poder alcanzarlo pasa por un cambio de sistema de navegación que muchos países ya han comenzado a desarrollar: la propulsión nuclear para uso mercantil.

El problema no es menor. El transporte marítimo emite tantas emisiones contaminantes como toda Alemania o toda Japón. El transporte marítimo está detrás de más del 80% del comercio mundial y descarbonizar su actividad se ha convertido en un reto climático de primer orden. Los reactores modulares pequeños (SMR) se han convertido en una alternativa con cada vez más posibilidades de irrumpir como algo más que una solución climática.

Estos propulsores nucleares que permiten impulsar los buques son una realidad desde hace tiempo en la navegación militar pero no así en la comercial. Países como Rusia, China, Finlandia o Noruega llevan a cabo desarrollos de este tipo de reactores. Los casos de buques rompehielos es una de las más desarrolladas, pero se comienza a plantear ya la implantación en buques de transporte meramente comercial.

El sector marítimo contempla ya la posibilidad de que para el año 2035 estén operativos los primeros buques de mercancías con propulsión nuclear. Se trata de embarcaciones que además de reducir prácticamente a cero las emisiones contaminantes, permiten dotar de una gran eficiencia energética y autonomía que los grandes barcos fósiles actuales no aportan. La propulsión nuclear a través de SMR elimina la necesidad de repostar, ya que el combustible puede durar toda la vida útil del barco. Además, reduce el espacio que ocupan los tanques de combustible en este tipo de embarcaciones y que ronda alrededor del 10% del espacio de almacenamiento total.

Más rápido, más batato y más limpio

Sustituir la propulsión nuclear por el combustible es, además, un avance competitivo de primer nivel. El consumo de combustible es un coste muy elevado para las compañías navieras y es lo que provoca que la inmensa mayoría de los buques no navegue al máximo de su velocidad y lo hacen para ahorrar combustible. En muchos casos los plazos son muy superiores a las rutas aéreas. Una ruta como la que une Shangai con Rotterdam se suele prolongar 24 días. El plazo más prolongado se se compensa con el precio. En el transporte por mar el coste por kilo ronda los 0,02 a 0,10 dólares mientras que en el transporte por avión oscila entre los 2 y 6 euros por kilo.

Ahora, con la propulsión nuclear esa limitación de no poder navegar a la máxima capacidad se eliminaría, ya los buques podrían navegar a su potencia más elevada, recortando así los tiempos y costes operativos actuales.

Actualmente, en el ámbito militar operan entre 140 y 160 buques con propulsión nuclear. En su caso, los desplazamientos se llevan a cabo entre bases militares, lo que no supone ningún problema al tratarse de puertos habilitados para acoger este tipo de buques. Es precisamente este aspecto uno de los elementos que ahora se quiere corregir para extender la propulsión nuclear al transporte mercantil. Las limitaciones legales que existen complican actualmente poder pensar en rutas con buques de propulsión nuclear.

La Organización Marítima Internacional acordó en junio de este año revisar el marco regulatorio por el que se regirían este tipo de embarcaciones nucleares. Está previsto que para enero del próximo año el Subcomité de Diseño de Buques presente una propuesta que despeje el camino al desarrollo comercial de esta opción energética para uso mercantil. El objetivo es abrir la puerta a las distintas alternativas de propulsión nuclear que cabría, tanto los reactores modulares pequeños (SMR) como los llamados reactores de sal fundida o refrigerados por plomo. Ofrecen ciclos de vida más largos, sin recarga y con una mayor adaptación a buques civiles por ser más seguros.

Un único marco internacional

Al mismo tiempo, desde el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) se está desarrollando el programa Atlas con el que se quiere crear un marco internacional de licencias y supervisión que contemple los reactores navales civiles. De esta manera se pretende unificar una normativa internacional que facilite la circulación y no limite la navegación de un buque en función del país en el que se encuentre.

Cuando ambos procesos de completen, se confía en que el desarrollo de este ámbito de transporte marítimo dé un salto cualitativo al contar con certezas legales y tecnológicas que lo apuntalan y consolidan. Supondrá un paso relevante no sólo para reducir los elevados índices de contaminación marítima actuales sino también abaratar los costes de la navegación mercantil.

Las proyecciones que hace el sector dibujan un incremento en el interés por la propulsión nuclear en los próximos diez años. Si bien los primeros buques nucleares se remontan a final de los años 50, los sucesivos intentos por desarrollar este modelo de buques no ha logrado asentarse. Sin embargo, ahora el mercado cuenta con muchos ejemplos de éxito y con desarrollos en no pocos países. Rusia cuenta con toda su flota de ropehielos por propulsión nuclear. El buque Lenin, de 1959 fue el primero de su clase. Se trata de buques capaces de mantener una velocidad de 22 KM/h y atravesar capaz de hielo de hasta 3 metros de espesor y capaces de moverse con una autonomía de 7 años sin necesidad de repostar gracias a su propulsión nuclear.

En Noruega el consorcio NuProShip I también está desarrollando este tipo de buques nucleares y se ha marcado el año 2030 para tener su primer buque operando. En China los astilleros estatales de Jianhnan cuentan con un buque capaz de transportar 24.000 contendores alimentado por un reactor de sal fundido en torio. También la Naviera Maersk, asociada con Lloyd’ s Register y la británica Core Power están inmersas en el desarrollo de buques nucleares.