España va a invertir 3,2 mil millones de euros en modernizar sus cinco fragatas F-100. Una cantidad enorme, aupada por la lluvia de millones que vive el sector de la Defensa, pero que demuestra que la apuesta del Gobierno es clara: quieren alargar la vida de estos buques, que comenzaron a entrar en servicio en el año 2002, hasta el 2045.
Actualmente se considera que las F-100 están en la mitad de su ciclo de vida, pero con esta nueva inyección millonaria el Ejecutivo pretende "eliminar las obsolescencias identificadas en las mismas, dotar de comunalidad a los sistemas actualizados, mejorar su eficiencia y su operatividad, y adaptarlas a la normativa medioambiental". Unos trabajos que se realizarán de manera paulatina durante los próximos 10 años.
Aunque las cifras son dispersas, buceando en documentos oficiales se especifica que el coste inicial previsto para construir las F-100 fue de 307 mil millones de pesetas (es decir, 1,8 mil millones de euros). Aunque no todas costaron lo mismo, porque aspectos como la inflación o las mejoras técnicas hicieron que el último buque de la serie, la F-105 bautizada como 'Cristóbal Colón', superara los 800 millones de euros.
Actualmente la Armada ya se frota las manos esperando a la nueva generación de fragatas, las cinco F-110 que está construyendo Navantia. El contrato firmado contempla una cifra de 4.325 millones de euros, y especifica que los buques entrarán en servicio de forma escalonada entre 2027 y 2032.
La transición, por tanto, ya está en marcha. Las F-110 aportarán mejores capacidades antiaéreas, antisuperficie y antisubmarinas, e incorporarán tecnologías de última generación. De hecho, Navantia considera que serán los buques "más digitalizados y automatizados" de los que han construido hasta ahora, entre otras cosas gracias al gemelo digital que han creado, una réplica virtual del barco que permite predecir averías, planificar mantenimientos y entrenar a las dotaciones en entornos simulados. Pero la decisión de alargar la vida de las F-100 no es casualidad, porque se trata de unos de los proyectos navales más exitosos de la historia de España.
Unos buques pioneros
Desde su concepción, las F‑100 fueron diseñadas para operar en escenarios de máxima exigencia. Sus planes —que comenzaron a desarrollarse en 1996— respondían a la necesidad de dotar a la Armada de una flota de buques de escolta polivalentes, especializados en tareas de protección de la fuerza y de proyección del poder naval, pero con versatilidad suficiente para contribuir en la seguridad marítima y en apoyo a autoridades civiles.
La primera unidad entregada, Álvaro de Bazán (F‑101), entró en servicio en 2002, marcando un "salto cualitativo": por primera vez la Armada contaba con una fragata equipada con un sistema de combate tan avanzado como el AEGIS. De hecho, fue el primer programa europeo en integrar este sistema de origen estadounidense, que le permitía "enfrentarse a las amenazas del siglo XXI" y, junto al radar multifunción SPY 1-D, le confería la capacidad de detectar amenazas en aguas litorales y la potencia de fuego necesaria para combatirlas.
Según la Armada, el AEGIS convirtió estas naves en un "activo valiosísimo al servicio de la política exterior de la nación", tanto en operaciones convencionales como en misiones de paz, de ayuda humanitaria y de aplicación de resoluciones de la ONU o de la OTAN.
A esto se le sumaba un diseño de 'baja firma', que hace que su huella de detección sea muy reducida, una planta propulsora mixta (con turbinas de gas y diesel) que garantizaba velocidad y autonomía, y la capacidad de embarcar helicópteros, lo que aumentaba su flexibilidad en operaciones de vigilancia, escolta o antisubmarinas.
La serie se completó con cinco unidades en total —desde la F‑101 a F‑105—, con la última de ellas, la Cristóbal Colón (F‑105), siendo entregada en 2012 con mejoras en los sistemas de combate, electrónica y sensores. Y es que el programa se fue adaptando para hacer frente a las necesidades cambiantes.
Desde su entrada en servicio, las F‑100 han desempeñado un papel clave en la proyección internacional de la Armada y en la defensa del espacio aéreo y marítimo español. Los buques han ayudado en labores de vigilancia y defensa aérea-marítima; han participado en operaciones de la OTAN e internacionales de seguridad y guerra antisubmarina; han servido de escolta en misiones de control marítimo, antiterrorismo y protección de rutas, y han demostrado su versatilidad en escenarios tan diversos como el Atlántico, el Mediterráneo, el Océano Índico o en despliegues multinacionales.
El éxito del programa puede medirse por el interés internacional que despertó. Mientras que otros buques importantes de Navantia, como los submarinos S-80, están teniendo problemas para comercializarse, el astillero sí ha exportado diseños derivados de las F-100: la Armada de Noruega compró cinco fragatas Fridtjof Nansen y Australia adquirió tres destructores Hobart‑class. En todos los casos los buques fueron adaptados a los requisitos de cada país, pero se inspiraron en las naves españolas.
Te puede interesar