2025 tiene un protagonista en los mercados: el oro. La sucesión de tensiones geopolíticas —con la invasión rusa en Ucrania, la guerra entre Israel y Palestina o el repunte de la fricción entre India y Pakistán—, junto a un nuevo escenario comercial marcado por la fragmentación de la globalización y la proliferación de aranceles, ha devuelto al metal precioso su papel clásico de activo refugio, en un momento en el que también crecen las dudas sobre la solidez del dólar como divisa de referencia. En este contexto, Matthew Michael, analista de materias primas y deuda emergente de Schroders, apunta para este medio que "todo el oro extraído en la historia cabría en tan solo 3,5 piscinas olímpicas", un recordatorio físico sobre su escasez y de por qué, cuando el riesgo se cronifica, la demanda de activos tangibles vuelve a imponerse.
Este regreso del oro hacia su función defensiva ante riesgos internacionales se ha reflejado en su cotización a lo largo de 2025. El metal precioso arrancó el año en el entorno de los 2.600 dólares la onza y, a medida que se han intensificado las tensiones geopolíticas y comerciales, ha ido encadenando máximos históricos: superó los 3.000 dólares en marzo, rebasó la barrera de los 4.000 dólares en octubre y este sábado ha llegado a situarse por encima de los 4.500 dólares, lo que equivale a unos 3.820 euros y supone una revalorización del 73% en los últimos doce meses.
¿Tiene margen para seguir subiendo?
Ante este rally, la cuestión clave es si existe margen de recorrido al alza para 2026. En conversación con El Independiente, distintas gestoras de activos y firmas especializadas coinciden en que el contexto que ha impulsado el crecimiento del precio del oro este año seguirá vigente en los próximos trimestres, aunque advierten de un escenario marcado por una mayor volatilidad y episodios puntuales de corrección, como el registrado el pasado octubre, cuando el oro sufrió su mayor caída en cinco años.
Uno de los principales soportes sigue siendo la demanda de los bancos centrales. El equipo de análisis de Edmond de Rothschild AM subraya que, "desde 2022, los bancos centrales han más que duplicado sus compras anuales de oro", un movimiento que responde a un cambio estructural en el comportamiento de los bancos centrales emergentes.
Las sanciones impuestas a Rusia —especialmente la congelación de las reservas de su banco central y su exclusión parcial del sistema de pagos internacionales— han puesto de relieve los riesgos de una excesiva dependencia del dólar, lo que ha llevado a otros países a anticiparse ante un posible escenario similar. Como resultado, estos bancos centrales han optado por reforzar la diversificación de sus reservas, reduciendo el peso en activos denominados en dólares y aumentando sus compras de oro. Además, desde Edmond de Rothschild AM recuerdan que la proporción del metal en las reservas de los países emergentes "está lejos de niveles extremos. Por ejemplo, el oro representa solo el 7,7% de las reservas del Banco Popular de China, por debajo del nivel de algunos de sus pares (15,17% en el caso de India)", lo que sugiere que aún existe margen para que estas compras continúen.
En este sentido, Nitesh Shah, responsable de materias primas y análisis macroeconómico en WisdomTree, detalla que "los bancos centrales parecen estar utilizando los ingresos procedentes del vencimiento de los bonos del Tesoro para aumentar sus participaciones de oro, en lugar de liquidar directamente todos los activos en dólares". Es decir, el oro está ganando peso como activo refugio internacional, no tanto a través de compras masivas, sino mediante una reasignación progresiva de flujos, que refuerza su demanda sin provocar disrupciones abruptas en los mercados de divisas.
Pero el apoyo al oro no solo procede de los bancos centrales. Desde J. Safra Sarasin Sustainable AM, el estratega de divisas Claudio Wewel, señala que el mercado también ha encontrado el respaldo adicional en "las importantes entradas de capital en ETF respaldados por oro", es decir, la entrada de inversores individuales. Por ello, espera "que el oro siga ampliando su papel como activo refugio global" y, en consecuencia, que su precio siga subiendo.
Optimismo generalizado, pero no unánime
En concreto, Schroders estima que el oro podría registrar un avance de entre el 10% y el 15% respecto a los niveles actuales. Y en Mirabaud Wealth Management, su director de Inversiones en España, Jaime Medem Mac-Lellan, eleva esta horquilla hasta el 15% y el 20% a lo largo de 2026, apoyada en las compras de los bancos centrales, los pequeños inversores y un entorno monetario favorable respecto a la política de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal en 2026 y 2027.
Pese a ello, otras firmas adoptan un tono más prudente. En BBVA Asset Management, su director de Estrategia Global, Joaquín García Huerga, advierte de que "el oro se encontraría por encima de su valor teórico" si se atiende a su función histórica como cobertura frente a la inflación en el largo plazo. Y aunque reconoce el contexto de incertidumbre geopolítica y la diversificación de reservas de algunos bancos centrales emergentes, sus estimaciones "sugieren prudencia, con una proyección prácticamente plana", basada en una ligera reversión hacia niveles de equilibrio.
¿Vender ahora... o esperar?
El fuerte rally del oro también ha reabierto una pregunta recurrente entre los inversores particulares. Para Daniel Marburger, CEO de StoneX Bullion, el contexto estructural del oro sigue siendo favorable en 2026. No obstante, tras una subida tan pronunciada, advierte de que "es normal que se produzcan consolidaciones y retrocesos técnicos", por lo que los inversores deben asumir "una mayor volatilidad y caídas significativamente más intensas a lo largo del camino".
En lugar de intentar acertar el momento exacto del máximo, Marburger recomienda pensar "en términos de objetivos y necesidades de liquidez". En el caso de las joyas, recuerda que el valor de reventa depende de "la pureza, el peso y los gastos de fabricación", por lo que, cuando los precios son elevados, "puede tener sentido obtener beneficios parciales, especialmente si se desea reducir el riesgo u obtener liquidez". Para los inversores, sugiere vender solo una parte y mantener una posición estructural a largo plazo, ya que "una gestión disciplinada del tamaño de la posición suele funcionar mejor que intentar predecir el comportamiento del mercado a corto plazo".
Por su lado, Mirabaud recomienda mantener posiciones en joyas y otros objetos de valor. Medem Mac-Lellan apunta que los consumidores chinos, potenciales demandantes de este tipo de activos, "no están en su mejor momento", debido a que el país sigue tratando de recuperarse de la crisis inmobiliaria, un proceso que, en su opinión, "no se terminará hasta dentro de tres años". Como precedente, recuerda lo ocurrido en el mercado de los diamantes, donde la retirada de la demanda china en los últimos años ha ejercido una presión a la baja sobre los precios.
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