El presidente del BBVA ha logrado algo que parecía imposible: ha puesto de acuerdo a todos los partidos que se presentan a las elecciones catalanas en su oposición a la OPA hostil que ha lanzado sobre el Banco Sabadell. Más difícil todavía: la Generalitat de Cataluña (ERC), la Generalitat de Valencia (PP), y el Gobierno (a través del ministro de Economía, PSOE, y de la vicepresidenta Yolanda Díaz, Sumar) también han coincidido en rechazar la operación.

Un funcionario de alto rango decía en privado ayer tras conocerse el anuncio de la OPA hostil: "Algunos banqueros parece que viven fuera de este mundo".

Es difícil hacer las cosas tan mal, sobre todo en la elección del momento. Torres puede convertirse en el único banquero que ha tropezado dos veces en la misma piedra. Recordemos que ya en 2020, en plena pandemia, intentó hacerse con el banco catalán y fracasó.

¿Cómo es posible que el BBVA haya incurrido en este patinazo?

1º) Una filtración inoportuna.

Torres ha insistido en su rueda de prensa del jueves en que una filtración (Sky News adelantó la noticia el 30 de abril) precipitó los acontecimientos. Carlos Torres había hablado con el presidente del Sabadell, Josep Oliu, a mediados de abril y había quedado con él en enviarle un documento con las líneas maestras de la oferta el último día de abril (justo cuando se produjo la filtración). Por tanto, la filtración es interesada y no sabemos muy bien si para precipitar la compra o para frustrarla. En el BBVA acusan al Sabadell.

Un fallo como este en la confidencialidad que requiere todo proceso de fusión es algo que una gran entidad no se puede permitir.

2º) En lugar de rebajar expectativas para ganar tiempo y evitar presiones externas, el BBVA confirmó su deseo de compra a la CNMV.

El anuncio se hizo cuando todavía el consejo del Sabadell no tenía una posición tomada. Torres se había limitado a comentar al Banco de España que estaba interesado en retomar las conversaciones para fusionarse, pero no dio al regulador la impresión de que la OPA estaba tan avanzada.

3º) Cuando Torres habló con Oliu a mediados de abril ya se sabía que las elecciones catalanas se celebrarían el 12 de mayo. Plantear una fusión con el Sabadell a menos de un mes de los comicios es un error de bulto. ¿Por qué no esperó el BBVA hasta después del 12-M? ¿A qué tanta prisa?

4º) Todavía peor ha sido convertir lo que era, en principio, una OPA amistosa en una OPA hostil. Ese cambio, ¡a cuatro días del 12-M!, era la garantía de que todos los partidos se iban a posicionar en contra. Sobre todo, cuando el Sabadell es un banco con un fuerte arraigo en Cataluña, dado que es la entidad que presta más dinero a las pequeñas y medianas empresas.

5º) Torres debería haber medido mucho mejor sus riesgos. En su día fracasó con el Sabadell (algo que no gustó al Banco de España) cuando el precio era mucho más asequible. Una parte del exceso de capital obtenido tras la venta de su filial en EE.UU. se empleó en una OPA sobre el banco turco Guaranti y en la recompra de sus propias acciones. Ahora se ha quedado sin músculo para mejorar su oferta sobre el banco catalán.

La negativa del Sabadell a aceptar la oferta amistosa dejaba a Torres en mal lugar, lo que tal vez le haya llevado a precipitarse.

La mala elección del momento, junto a otros errores de bulto, pueden hacer fracasar una operación que, desde el punto de vista financiero, tiene sentido

6º) Una fusión es ya de por sí complicada. Incluso cuando todo va sobre ruedas. El último ejemplo de concentración amigable fue el de Caixa y Bankia. Fainé y Goirigolzarri no sólo cuidaron mucho su propia relación, sino que dedicaron semanas a "masajear" el acuerdo, hablando con tirios y troyanos. La OPA del BBVA, por contra, parece la obra de un imprudente. Todo lo que no ha hecho hasta ahora, lo tendrá que hacer a partir de ahora, pero con el viento en contra.

7º) La carta enviada a Oliu el pasado domingo, en la que Torres le transmitía que no tenía margen de maniobra para mejorar la oferta (una acción de BBVA por 4,83 de Sabadell) es un error táctico de libro. Se ha cerrado la posibilidad de mejora de la oferta. Es un 'lo tomas o lo dejas' sin dar la oportunidad al consejo del banco que se pretende adquirir de solicitar una mejora en las condiciones.

8º) Las OPAS hostiles no han salido bien en España. Incluso la del Banco de Bilbao sobre Banesto (1987), con todos los parabienes del Gobierno, fracasó. La capacidad que tiene una red bancaria para parar una OPA, cuando más del 50% del capital está en manos de particulares, como es el caso del Sabadell, es enorme. Pero lo que ya es casi imposible es que la OPA se acepte si no se paga al menos una parte del precio en metálico. Papelitos por papelitos puede ser un juego apetecible para un gran fondo, pero se entiende mal si el que tiene los títulos es un empleado o un jubilado al que no le seducen las consolidaciones financieras.

9º) Torres tiene sobre su cabeza la espada de Damocles de su posible imputación en el 'caso Villarejo'. Declaró como testigo el pasado mes de octubre y en los próximos días la Fiscalía Anticorrupción presentará ante el juez García Castellón su escrito de conclusiones. Su imputación tendría consecuencias inmediatas sobre su continuidad en el cargo. ¿Ha sido este un elemento que le ha llevado a plantear una OPA de forma un tanto atolondrada? No lo sabemos.

Lo triste de este caso es que, desde el punto de vista financiero, la unión de BBVA y Sabadell tiene sentido. Son bancos complementarios (uno centrado en grandes empresas y particulares; otro, en pymes; uno con demasiado peso en México y Turquía -BBVA-, otro muy implantado en Cataluña y Valencia y con su problema británico ya resuelto,...). El BBVA necesita ganar tamaño y asegurarse la continuidad de los ratios de rentabilidad de los últimos años. Para ello, el Sabadell es una buena oportunidad.

Sin embargo, la cadena de errores cometida por su presidente, puede llevar al traste la operación, que, por otro lado, ha hecho aflorar el tic intervencionista del Gobierno. El ministro Cuerpo ha dicho que el Gobierno tiene la última palabra en esta fusión, cosa que no es verdad. Si la unión de BBVA y Sabadell afecta a la competencia, cosa que es probable en Cataluña y Valencia, que sea la CNMC la que dictamine. Economía ya se ha anticipado a Competencia dando su veredicto. Este gobierno no sólo se caracteriza por sus ganas de controlar a la Justicia o a los medios de comunicación, sino que tiene una peligrosa tendencia a querer mandar en las empresas.