"La amenaza está evolucionando, está siendo más complicada y más difícil de neutralizar". No es común, ni deseable, que un agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) salga a cara descubierta en una comparecencia pública. Pero la comisión de investigación de los atentados de Barcelona y Cambrils en 2017 llevaron este jueves a su secretario general, Luis García Terán, a someterse al interrogatorio de los grupos políticos.

El número dos del Centro explicó a sus señorías la relación que los agentes mantuvieron con el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, antes de que se cometiesen los atentados. Terán, además, analizó, dentro de lo que su cargo le permite, la evolución de la amenaza yihadista: "Cada vez va evolucionando mucho más. El siguiente estadio no va a ser como el que conocemos". Señaló, por ejemplo, al desarrollo de la Inteligencia Artificial.

El secretario general explicó que el CNI ha evolucionado y mejorado sus técnicas de análisis de amenazas a raíz de lo ocurrido hace ocho años. "Lo que pasó con Es Satty y con los atentados de agosto no pasaría ahora mismo con las medidas que se han adoptado". Se refería, en esencia, a la relación que mantuvieron algunos operativos con el imán años antes, en torno a 2014, con el cerebro de los ataques.

Es Satty "nunca fue confidente" de La Casa, pero sí es cierto que en un momento determinado varios agentes se acercaron a él. Querían saber si les podía ser útil en la lucha antiterrorista, si les podía dar información relevante. Pero rápidamente desecharon la opción, porque su obsesión era un grupo dedicado al narcotráfico, y eso no cuadraba con una persona radicalizada.

El CNI descartó su utilidad tras comprobar que "no se relacionaba con el entorno yihadista". "No pasó las líneas rojas de dar información cierta", añadió. Terán explicó que hubo encuentros telefónicos posteriores con Es Satty porque "llamó diciendo que quería contar cosas" y que, en contexto de alerta antiterrorista, "hablamos con quien tengamos que hablar para impedir atentados". Eso no implica que fuera "colaborador o fuente".

El número dos de los servicios secretos detalló que las interacciones fueron "mínimas" y que, como ya declaró el exdirector del centro Félix Sanz Roldán, esta persona "nunca informó de nada útil". "No se le pagaron 400, ni 300, ni 500 euros, pues el dinero del CNI está fiscalizado hasta el último céntimo. No fue un activo del CNI. Hablamos con él tres veces y se le dio un número de teléfono. Eso no lo convierte en informador, colaborador o agente", sentenció.

Evolución del Imán

Tras descartar su radicalismo en 2014, Es Satty evolucionó hasta dar un sentido "religioso" a un grupo de personas que ya tenían intención de atentar mucho antes del 17 de agosto de 2017, explicó Terán. Sobre la radicalización del imán, García Terán subrayó que "en diciembre de 2014 no encontraron ningún indicio ni información que nos permitiera establecer que esta persona fuera amenaza". Es Satty "tenía una ideología salafista yihadista, pero eso no es ser terrorista". Añadió que "las personas evolucionan", y en su caso lo hizo, pero sin que en ese momento existiera "ningún dato objetivo de que fuera una amenaza ni riesgo".

El secretario del CNI apuntó a que hasta 2017 "no hubo ninguna actividad objetiva que pudo ser detectada" de amenaza terrorista, ya que "todas las actividades de la célula se hicieron de forma clandestina". Reconoció que Es Satty no fue quien radicalizó a los autores de los atentados, "algunos ya lo estaban", pero sí fue quien "les dio el sustento religioso e ideológico".

"Fue absolutamente imposible de detectar", afirmó, apuntando que el CNI no puede interceptar comunicaciones ni registrar domicilios sin autorización judicial. "La seguridad al cien por cien no existe", dijo, recordando que incluso "en estados policiales donde hay más intrusión sobre los derechos individuales se sufren atentados".