La insostenible situación de Carlos Mazón al frente del Gobierno de la Comunidad Valenciana ha precipitado la carrera sucesoria en el PP regional. De hecho, han sido las fuerzas vivas del partido en Valencia las que han tomado la iniciativa y, tras una reunión de urgencia el pasado viernes, han puesto un nombre sobre la mesa de Génova: el del presidente de la Diputación de Valencia, del PP provincial y alcalde de Gavarda, Vicente Mompó.

La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, era hasta ahora la opción favorita de Alberto Núñez Feijóo para reemplazar a Mazón, pero el PPCV ha movido ficha con un nombre alternativo y de consenso, un joven político que se ha ido consolidando desde la política de base. En pocos años, Mompó ha pasado de ser un desconocido fuera de la comarca de la Ribera Alta a convertirse en una figura central del poder territorial del partido.

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por la Universidad de Valencia en 2005, Vicente José Mompó Aledo (Gavarda, 1981) gestionó durante años actividades deportivas municipales y dirigió servicios vinculados al deporte local en varias localidades de la Ribera. Llegó a la política por integración en la candidatura municipal de su pueblo: no procede de organizaciones juveniles ni de las familias históricas del PP, ni se formó en el aparato. En 2011, con apenas 30 años, accedió a la alcaldía de Gavarda, emprendiendo un mandato de proximidad y vinculado estrechamente con la vida asociativa local. El municipalismo está en la base de su evolución política.

Un político forjado en el municipalismo

En 2019 dio el salto a la Diputación como representante del partido judicial de Xàtiva y se situó como portavoz del PP en la institución. Desde esa posición comenzó a ampliar su red de contactos entre alcaldes y portavoces municipales, lo que le permitió consolidar su perfil en la provincia. Así, en 2020, con el respaldo de la dirección nacional de Pablo Casado y García Egea, Mompó asumió la presidencia del PP en la provincia de Valencia en un contexto de disputas internas que exigía un perfil de consenso. Su ascenso se produjo como solución de equilibrio, pero con el tiempo ha consolidado un liderazgo sólido gracias a su presencia comarcal y a un trabajo orgánico sostenido.

Una construcción paciente –visitas constantes al territorio, refuerzo de las agrupaciones locales–, casi vocacional, que ha fraguado el respaldo territorial con el que hoy cuenta. Por ello, explican quienes han seguido su trayectoria, su nombre se ha consolidado como una opción natural sin mediación del lejano designio de Génova.

En julio de 2023, tras las últimas elecciones autonómicas y municipales, Mompó consiguió la presidencia de la Diputación de Valencia gracias a los 13 votos del PP, los dos de Vox y la decisión de Natalia Enguix, diputada de Ens Uneix –formación progresista surgida en torno al exsocialista Jorge Rodríguez– de no inclinar la mayoría hacia el bloque de izquierdas. La colaboración con Ens Uneix se ha mantenido sobre un acuerdo no escrito, pragmático, centrado en la gestión más que en afinidades ideológicas.

Una tercera vía valencianista

La proyección autonómica de Mompó se ha visto reforzada también por la manera en que ha articulado su discurso identitario. Reivindica un camí del mig –literalmente, "el camino del medio"– entre dos polos: por un lado, el valencianismo cultural ligado a la izquierda y a la normalización lingüística; por otro, el blaverismo, la corriente surgida en la Transición que defendió una identidad diferenciada del catalán y que adoptó a menudo una posición defensiva frente a la lengua.

En sus palabras: el valenciano "no es ni del PP, ni del PSOE, ni de Compromís". Mompó insiste en que respeta y usa las normas de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, pero defiende la posibilidad de utilizar formas locales, "el valenciano del pueblo", sin complejos ni hipercorrecciones. Ese énfasis en la lengua como espacio compartido, del mismo modo que una política de cercanía centrada más en los problemas de la ciudadanía que en los nichos ideológicos, le ha permitido apelar a quienes no se identifican con los discursos más doctrinales.

Su planteamiento inquieta a sectores del PP que recelan de cualquier giro identitario, y tampoco convence a quienes defienden una normalización estricta desde la institucionalidad cultural. La apuesta parece, en todo caso, consciente: Mompó intenta ensanchar su campo de juego político en un terreno históricamente incómodo para los populares.

La coyuntura Mazón y el momento político

La "reflexión personal" anunciada por Carlos Mazón tras el funeral por las víctimas de la dana y el estrechamiento del cerco judicial ha acelerado los movimientos internos, desatados definitivamente este pasado fin de semana. La misma tragedia que en el último año ha quemado al presidente de la Generalitat ha dado a Mompó una notable visibilidad institucional: como presidente de la Diputación, ha acompañado a alcaldes y equipos técnicos en los municipios afectados, reforzando su imagen de dirigente de territorio.

Casado y padre de dos hijos, Mompó mantiene el tono cercano del alcalde de un pueblo de 1.000 habitantes. Su liderazgo está en construcción, todavía más sostenido en el reconocimiento interno de su partido que en la proyección pública. Pero en un momento de crisis en el PP valenciano, su nombre, una vez más, ha puesto de acuerdo a sus compañeros de partido. La cuestión, ahora, es saber si ese camí del mig puede convertirse en un liderazgo con entidad propia.