La televisión pública francesa France 3 ha emitido este miércoles Juan Carlos I. La gloria y el exilio, una extensa entrevista con el periodista Stéphane Bern grabada en Abu Dabi en la que el rey emérito repasa cinco décadas de vida pública y sitúa su legado en el centro del debate, coincidiendo con los cincuenta años de su proclamación y con la reciente publicación en Francia de Reconciliación, sus memorias, que saldrán a la venta en España el próximo 3 de diciembre.

En la entrevista, que forma parte del popular programa Secretos de la Historia dirigido por Bern, emérito defiende la monarquía como “garantía” para la democracia española y afirma que su mayor emoción la reserva para la Constitución de 1978, en cuya gestación reivindica haber dado “los poderes al pueblo, al Congreso”. “Es la única Constitución de Europa con nombre. Se llama la Constitución del rey Juan Carlos”, sostiene en la entrevista.

Tarancón, Torcuato, Suárez y otros "fieles escuderos" de la Transición

Juan Carlos I recuerda con “mucha emoción” su proclamación del 22 de noviembre de 1975, de la que se han cumplido cincuenta años. La describe como “un día muy fundamental” en su vida y uno de los momentos que marcaron el rumbo del país.

Aquel periodo, afirma, estuvo acompañado por figuras decisivas. Del cardenal Vicente Enrique y Tarancón subraya su discurso del 27 de noviembre de 1975, cuando pidió que fuese “el rey de todos” y animó a “abrir caminos del futuro”. “Me ayudó mucho”, resume.

También coloca en primera línea a Torcuato Fernández-Miranda y Adolfo Suárez como “fieles escuderos” en la Transición. Asegura que no tenían “un plan” preconcebido, pero sí la convicción de “hacer bien las cosas”. Recuerda que en su primer discurso ante las Cortes anunció la llegada de la democracia sin tener aún claro cómo alcanzarla. “Con diferentes personas ideamos un plan y empezaron a trabajar bajo mi dirección, y logramos crear una Constitución para todos los españoles”.

Menciona además al líder comunista Santiago Carrillo: “Era un verdadero amigo y un verdadero colaborador”.

Una Transición sin miedo y sin dudas

El emérito insiste en que “nunca dudó” durante la Transición. Lo esencial, afirma, era “no tener miedo” y “ser valiente”. Del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 destaca su discurso televisado, que, señala, ofreció “una sensación de seguridad a los españoles”. Explica que actuó ante la ausencia de autoridad civil. “Lo pude hacer militarmente (…) porque realmente tenía autoridad moral sobre los militares. Siempre estuve cerca de ellos y realmente veían en mí a un líder”.

Juan Carlos I reconoce que sí tuvo dudas cuando Franco le propuso ser su sucesor. Temía “traicionar” a su padre, aunque fue Fernández-Miranda quien le tranquilizó con su “famosa” frase: “Usted podrá ir de la ley a la ley a través de la ley”. Su padre, dice, fue “un consejero fantástico y un amigo después”.

En la conversación, el emérito asegura que Franco conocía sus ambiciones democráticas. Lo atribuía a que las personas del entorno del dictador le transmitían “todo lo que pasaba en casa”. La confirmación llegó en 1971, tras su viaje a Estados Unidos, cuando López-Bravo le informó de que Franco tenía sobre la mesa la prensa norteamericana con sus declaraciones sobre una futura apertura. Juan Carlos I ha vuelto a recordar en la televisión francesa el diálogo que mantuvo entonces con el dictador: “Alteza, hay que decir allí lo que no se puede decir aquí. Hay que decir aquí lo que no se puede decir allí”.

Franco y el ratón de El Pardo

Cuenta también que, poco antes de morir, Franco le tomó la mano y le pidió mantener “la unidad de España”. “Eso es lo que intenté hacer”, afirma.

El primer encuentro entre ambos, en 1947, queda grabado en su memoria por un detalle doméstico: con nueve años, vio “un ratoncito” en el despacho del Pardo. “Tienes un ratón”, le dijo al dictador, que reaccionó con una carcajada.

Otro episodio revelado en la entrevista es el consejo que recibió de Augusto Pinochet tras la muerte de Franco. El dictador chileno le pidió que siguiera “como Franco”. Juan Carlos I asegura que se limitó a responder con cortesía: “Sí, sí, naturalmente”, pero que finalmente “hizo lo que los españoles verdaderamente querían”.

Recuerda, además, su preocupación por evitar que Pinochet asistiera a la ceremonia de proclamación. El chileno, junto a Imelda Marcos, se encontraba en España por la muerte de Franco, pero el emérito afirma que “no quería en absoluto” su presencia el 22 de noviembre de 1975. “Finalmente conseguimos que se fuese”.

Ese día, explica, estuvo marcado por los nervios y por la conciencia de estar abriendo “otra etapa”: por primera vez se dirigía a los españoles y a un Parlamento “completamente franquista”.

"Intento no tener remordimientos"

Preguntado por los asuntos fiscales y financieros que se le han reprochado en los últimos años, así como por sus relaciones personales, Juan Carlos I mantiene que está “acostumbrado a oír de todo” y que “todo está resuelto, todo ha terminado”. “Estoy tranquilo”, asegura.

Admite que fue “demasiado sensible o demasiado complaciente”, pero rechaza el arrepentimiento. “Todos los hombres cometen errores…”, concede, aunque cuando el entrevistador le pregunta si se arrepiente de algo, responde: “No”. Tampoco reconoce “remordimientos”: “Intento no tener ninguno”.

Considera que, en España, “el dinero es más importante”, aunque “todo es malo” cuando se trata del escrutinio público. Para ilustrar esa vigilancia cita una frase de su padre: “Juanito, hasta en el baño te vemos”. Algo de lo que , admite, a veces se olvidó. A la pregunta de si, de poder volver atrás, tendría más cuidado, responde: “Sí, claro”.

La entrevista de France 3 aparece en un momento clave, con el debate sobre su legado reactivado por la conmemoración de su proclamación y con sus memorias a punto de llegar a España. En Reconciliación, afirma hablar “a corazón abierto”, una premisa que extiende a la conversación emitida este miércoles, donde combina reivindicación histórica, episodios inéditos y una defensa directa de su actuación durante el reinado.