Copa de vino y canapé en mano, en el sarao posterior al acto de apertura del Poder Judicial se citaron las togas más relevantes de la carrera y comentaron el incidente de los aplausos, más tímidos tras el discurso del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, y más contundentes tras las palabras de la presidenta del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el Tribunal Supremo, Isabel Perelló, quien pidió delante del propio ministro de Presidencia, Justicia y Relación con las Cortes, Félix Bolaños, que cesaran las críticas a los jueces.

"En 10 años que llevo asistiendo a este acto nunca se ha apluadido", comentaba un vocal del CGPJ, aunque otra corregía que el año pasado sí que hubo aplausos. Lo cierto es que los más veteranos recuerdan que en este tipo de actos, que cada septiembre se celebran para que Felipe VI dé por inaugurada la jornada, nunca se ha reaccionado a los discursos, siempre solemnes, de los dos representantes judiciales. En 2024, se escucharon unos aplausos espontáneos porque Perelló se estaba estrenando en el cargo después de un lustro con el Poder Judicial caducado. Era motivo de celebración de forma excepcional.

Los jueces esperan la llegada del rey Felipe VI en el Tribunal Supremo que acoge este viernes el tradicional acto de apertura del año judicial | EFE

Pero este año, hubo quien tras las palabras de García Ortiz también se arrancó a palmear. No así, magistrados del Tribunal Supremo a quienes las cámaras enfocaron con claridad con las manos pegadas a la vestimenta negra. Para sorpresa de muchos, el jefe de le Fiscalía mencionó ante el Rey su imputación por un delito de revelación de secretos: "Soy plenamente consciente de las singulares circunstancias de mi intervención como consecuencia de mi situación proesal. Si estoy aquí como fiscal general del Estado es porque creo en la justicia y en las instituciones que la conforman, en el Estado de derecho, en la independencia del Poder Judicial, en los principios de legalidad e imparcialidad. Y, por supuesto, también en la verdad".

Algunos vocales progresistas del CGPJ comentaban después que había estado "magnífico" y que había sido muy "valiente" al referirse al elefante en la habitación. Otros magistrados del Supremo y del Tribunal Constitucional, en cambio, lo vieron un hecho "fuera de lugar". "Ya dirá eso mismo que ha dicho en el estrado sentado, en el banquillo de los acusados", exponían. No eran pocos los que creían que García Ortiz no debería haber acudido y quizás, por eso, él no se acercó prácticamente a ningún miembro del alto tribunal.

Fuentes de su entorno explicaron que no quería generar situaciones incómodas o poner en un aprieto a los togados que luego lo tienen que juzgar o resolver sus recursos por tener que saludarlo. Aun así, no estuvo solo en ningún momento y entre las bandejas del jamón y queso se le pudo ver saludando al jefe de la Fiscalía Europea, Ignacio de Lucas, al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, a la presidenta del Tribunal de Cuentas, Enriqueta Chiclano, y a un sinfín de jueces y fiscales que se acercaron a él.

Los periodistas, siempre a la caza de detalles (a veces sin importancia), querían saber quién había y quién no había aplaudido. Casi como si fuera una acusación, algunos señalaban a la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, como una de las entusiasmadas con García Ortiz. Igual que algunos vocales progresistas. Otros explicaban, simplemente, que se debió a un malentendido de novatos porque creían que el aplauso formaba parte del evento. Y si palmeaban con uno, cómo no con el otro. Llegado el discurso de la presidenta del CGPJ "tuvimos que aplaudir, claro, no ibamos a dejar que a ella no", explicaba entre bromas un vocal conservador.

Con las palabras de Perelló casi todos confesaban estar contentos. A unos les gustaron las menciones a la independencia judicial y a otros que se refiriera también a la responsabilidad individual de los jueces. "Resultan totalmente inoportunas y rechazables las insistentes descalificaciones a la justicia, provenientes de los poderes públicos. Estas descalificaciones son impropias de un Estado de Derecho avanzado en el que rige no solo el principio de separación de poderes, sino también el de respeto mutuo; en definitiva, la lealtad institucional", remarcó la presidenta.

"El discurso estuvo genial porque insistió mucho en la independencia. Ya se preveía, pero fue muy repetitiva, Quería hacer que se notara mucho", indicó un miembro del Poder Judicial. "El discurso de Perelló me ha encantado. La he felicitado. El de García Ortiz, no tanto", reflejó un presidente de un tribunal. Algunos bromeaban con haber visto bien la cara de Bolaños con tanto reproche. Quizás, por eso, el ministro se fue pronto y sin hacer ningún corrillo con los periodistas.