Este martes, Simone Fattal recibe en el IVAM el premio Julio González, un reconocimiento a su trayectoria en la que la historia, la memoria y la mitología se entrelazan en un universo escultórico único. La ceremonia, inicialmente prevista para noviembre de 2024, se aplazó tras la DANA que afectó a la Comunidad Valenciana; ahora, casi un año después, la artista cierra ese intervalo con la entrega oficial, mientras su exposición en el IVAM, Suspensión de la incredulidad, primera en España, sigue resonando en el imaginario de quienes la visitaron.
Nacida en Damasco en 1942 y criada en Beirut, Fattal estudió filosofía en la École des Lettres de Beirut y en la Sorbona de París antes de iniciar su carrera artística a finales de los años 70. En Beirut expuso sus primeros cuadros hasta que la guerra civil libanesa interrumpió su trayectoria. En 1980, junto a la poeta y artista Etel Adnan, se trasladó a California, donde fundó The Post-Apollo Press, una editorial dedicada a la literatura innovadora y experimental, incluyendo traducciones al inglés de obras como Sitt Marie Rose de Adnan.
Fue en 1988, tras matricularse en el Art Institute de San Francisco, cuando Fattal retomó su práctica artística con la escultura y la cerámica, explorando la figura humana desde formas abstractas y minimalistas. Sus primeras esculturas, como Torso Found in Today’s Downtown Beirut (1988), reflejaban el desplazamiento, la memoria y la historia del Medio Oriente, marcando el inicio de una producción que no dejaría de dialogar con la antigüedad y lo mítico.
Interdisciplinar e intercontinental
La práctica de Fattal atraviesa continentes y disciplinas: bronce, gres, arcilla, pintura, fotografía y collage confluyen en obras que transitan entre lo arcaico y lo contemporáneo. Sus esculturas evocan héroes, ángeles, centauros y dioses, a menudo combinados con ruinas arquitectónicas o figuras de frutas y animales, en un gesto que recuerda la pérdida de lugares históricos como Palmira o Alepo. La crítica ha señalado la capacidad de la artista para insuflar a la arcilla una presencia viva: figuras que parecen surgir por primera vez en el mundo, independientes de la historia del arte, pero cargadas de memoria y simbolismo.
Críticos y escritores como Etel Adnan y Khaled el Najjar han descrito su obra como la materialización de una cosmogonía personal, un espacio arqueológico que acoge mitos antiguos y experiencias contemporáneas. Fattal trabaja en Francia desde comienzos de los 2000, colaborando con el ceramista Hans Spinner, y ha expuesto en instituciones de referencia internacional como MoMA PS1 en Nueva York, Secession en Viena, Karma International en Zúrich o Ashkal Alwan en Beirut.
Entre diciembre de 2024 y junio de 2025, Suspensión de la incredulidad, que reunió 85 piezas realizadas entre 1999 y 2023, ofreció al público español una oportunidad única para recorrer medio siglo de creación, desde los primeros torsos de alabastro hasta esculturas monumentales que conjugan lo humano, lo animal y lo mítico. La exposición dejaba clara una idea central en la obra de Fattal: el tiempo es maleable, la historia es simultáneamente pasada y presente, y la memoria colectiva se hace tangible en cada figura que se yergue de la arcilla.
El premio Julio González reconoce así una carrera marcada por el exilio, la experimentación y la resistencia cultural. En el trabajo de Simone Fattal, el arte no solo registra la historia, sino que la habita: los cuerpos de sus esculturas parecen respirar, los mitos se encarnan, y la memoria emerge de la tierra para recordarnos que, incluso en la distancia y el silencio, la creación puede ser un acto de eternidad.
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