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Del perro al lince: las mascotas propagan las pulgas por el mundo

Del perro al lince: las mascotas propagan las pulgas por el mundo

Aunque apenas miden 3,5 milímetros como máximo, son capaces de recorrer hasta 50 centímetros de un solo salto. Se trata de las pulgas, un insecto sifonáptero que, en principio, puede parecer un simple engorro que provoca picor a nuestras mascotas y algo (o bastante) de escalofríos a sus propietarios. Sin embargo, pueden suponer importantes problemas de salud para los animales y para los humanos por transmitir, a través de su picadura, bacterias y virus que causan graves enfermedades.

A pesar de las grandes cantidades de dinero que se invierten en la prevención –se estima en EEUU se destinan unos 500 millones de dólares cada año en estos fármacos– las pulgas de perros y gatos (Ctenocephalides felis y Ctenocephalides canis) están entre los ectoparásitos más invasivos del mundo. Y no sólo afectan a las mascotas, sino también multitud de especies salvajes de todo el mundo. Ahora, un trabajo de la Universidad de Queensland, en Australia, publicado en la revista Parasites & Vectors, ha construido un conjunto de datos sobre la asociación entre este tipo de pulgas y los mamíferos salvajes de todo el mundo.

“Lo que hemos investigar con nuestro estudio es cómo las pulgas que comúnmente infestan a nuestras mascotas también lo hacen con la fauna salvaje”, señala el doctor Nicholas Clark, investigador de la Escuela de Ciencia Veterinaria en dicha universidad. Ambas especies de pulgas infestan a animales de todos los continentes excepto la Antártida, pero los resultados indican que la pulga del gato se lleva la palma.

las más afectadas por la pulga del gato fueron varias especies de zarigüeya y el zorro gris, mientras que la pulga del perro infesta al lince ibérico

En total, se encontraron en 138 especies de las 685 especies de mamíferos salvajes estudiadas, mientras que la del perro sólo estaba presente en 34. Las especies en las que se detectó la C. felis y la C. canis con más frecuencia fueron los perros y gatos asilvestrados, los zorros comunes, las ratas negras, las ratas de alcantarilla y los conejos europeos, todas ellas especies invasoras.  En cuanto a las especies autóctonas, las más afectadas por la pulga del gato fueron varias especies de zarigüeya y el zorro gris, mientras que la pulga del perro infesta al lince ibérico, a los zorros grises y a otros carnívoros salvajes como el coyote, el chacal común y la jineta.

Clark sostiene que el hecho de que estas pulgas puedas hallarse en tantas especies salvajes es un indicador de lo rápido que se diseminan. “Esto nos debería preocupar por dos razones: en primer lugar, desde el punto de vista de la conservación por las enfermedades que puedan transmitir, pero también porque esta fauna salvaje pueda estar funcionando como reservorio para las pulgas”, añade. “Esto puede significar que, una vez que hayamos tratado a nuestras mascotas para librarlas de las pulgas, puedan volver a cogerlas por cercanía”.

Los investigadores señalan en su estudio que las causas de esta asociación residen en la conversión de hábitats naturales en zonas de producción, en la fragmentación del hábitat y en la urbanización global. Esto provoca que las tasas de contacto entre animales domésticos y salvajes hayan aumentado.

Por ello, el principal factor para predecir la propagación de estos parásitos es la proximidad entre hábitats naturales y antropogénicos. Así, el riesgo de infestación aumenta hasta un 256% en las especies que viven en zonas donde hay presencia humana. Además, también parece haber relación entre la masa corporal, la dieta y la ascendencia filogenética de los huéspedes. Por ejemplo, la probabilidad de infestación de la pulga del gato decrece según aumenta la masa corporal de la especie.

Para el investigador Clark, la principal medida de prevención es seguir el consejo veterinario y utilizar los medicamentos antipulgas que tenemos a nuestra disposición. “Y también deberíamos ser propietarios responsables y evitar que nuestras mascotas corran sin control por los hábitats naturales, que se escapen o persigan animales… Porque eso también puede ayudar a que propaguen parásitos, además de infectarse ellos”, afirma.

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