Ajeno a la tumultuosa actualidad nacional marcada por la caída de Santos Cerdán, el expresidente del Gobierno ha iniciado este jueves una nueva peregrinación a Santiago saliendo de Sarria, punto habitual de salida del llamado turigrino, el mínimo exigido para obtener la Compostela. Él no necesita demostrar nada: pocos han hecho más por la imagen pública del caminante español que Rajoy, que lleva años recorriendo Galicia y parte del extranjero a zancada larga y mirada al frente. En la provincia de Lugo, su figura sigue siendo objeto de fascinación –y no poca guasa– por parte de vecinos, peregrinos y periodistas locales.
Rajoy no ha viajado solo: le acompañan sus dos hijos y los inevitables escoltas. Según confirmaron medios gallegos, la expedición tiene previsto recorrer la ruta francesa hasta Compostela, aunque no se ha precisado cuántas etapas harán o si completarán el trayecto de forma consecutiva. Tampoco hace falta. Lo importante, en el caso Rajoy, es ver aparecer su inconfundible silueta acelerada entre robles, horreos y mojones del kilómetro 100.
A buen paso
El exlíder del PP ya hizo el Camino Francés en 2021 –también desde Sarria– y ha repetido otros tramos en años anteriores, siempre sin alharacas ni convocatorias mediáticas. Su discreción es tal que, de no ser por la agilidad de su andar (ese trote que se ha vuelto meme nacional), uno podría confundirlo con un peregrino más. Pero la gente se da cuenta. Este jueves, en plena Plaza de la Constitución de Sarria, algunos transeúntes se pararon a saludarlo, como quien ve pasar a una figura ya mitológica: el caminante perpetuo, el expresidente a buen paso.
La crónica del Diario de Pontevedra no ha dudado en subrayar su "determinación", asegurando que Rajoy "promete pulverizar todos los récords", aunque se ignora si eso incluye tiempos oficiales o solo el número de Caminos acumulados. El Progreso de Lugo ha recogido el testimonio de vecinos que lo vieron de buen humor y con ánimos suficientes para una etapa de algo más de 20 kilómetros.
Con esta nueva caminata, Rajoy confirma lo que muchos sospechaban: ya no es solo un político retirado que hace ejercicio; es, con permiso del apóstol, una figura reconocible del Camino en el siglo XXI. Aunque no sepa si va o viene, como bromeaba un viejo gag de Muchachada Nui, él siempre sigue. Y sigue. Y sigue. A paso ligero.
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