Cuando Lana del Rey (Nueva York, 1985) irrumpió en la escena del pop alternativo de principios de la década de 2010, los periodistas musicales y blogueros detractores dijeron que no era más que una niñita rica aupada por una imponente discográfica. Sin embargo, con una estética perfilada al milímetro basada en la nostalgia y en el patriotismo al más puro estilo estadounidense (águilas, Dios, banderas y glocks incluidas), le hicieron ser la reina de Tumblr, de la pesadumbre y de la melancolía. Le pesara a quien le pesase, Lana del Rey había llegado para quedarse y, ahora, sus más de 58 millones de oyentes mensuales no hacen sino confirmarlo.
Lana del Rey es la más americana de las estrellas del pop: beata del Mustang, la Coca-Cola, los moteles de carretera, los Levi's y, sobre todo, del glamour perdido del Hollywood clásico. La revista especializada Rolling Stone la define como una "Nancy Sinatra gángster", mientras que para la generación Z es la que impulsó el sad girl core, la narrativa de las chicas tristes. Su eterna romantización de lo erótico, lo grotesco e incluso lo machista le ha granjeado numerosas controversias a lo largo de su carrera, pero Lana del Rey se mantiene ahí, erigida como la cantante que allanó el camino a otras como Phoebe Bridgers o Billie Eilish.
La artista que rescató el 'Old Hollywood'
Nacida tal día como hoy hace 40 años, Elizabeth Woolridge Grant se crio en la ciudad de Nueva York. Fue ahí donde empezó a actuar en discretos clubes de Brooklyn. Su estética todavía no estaba perfilada, pero ya apuntaba maneras: ondas suaves y definidas cayendo elegantemente en su rostro, vestidos cortos y ceñidos y un cigarro siempre en mano. Un nombre: Lana del Rey. Compaginaba sus bolos con sus estudios en la Universidad Fordham del Bronx, donde se especializó en filosofía con especialización en metafísica. "Me interesaba Dios y cómo la tecnología podía acercarnos a descubrir de dónde venimos y por qué", explicaría años más tarde. El tema divino y la ciencia persisten en toda su música.
Rodeada de un halo de misticismo, Lana del Rey publicó en 2011 un video musical aparentemente casero en su canal de YouTube de la canción Video Games. Sin discográfica ni publicidad, sólo un collage de vídeos cortos estilizados, ya fueran de archivo o de la propia joven cantando de perfil. Imágenes de Old Hollywood, Sunset Boulevard, banderas americanas y atardeceres en Los Ángeles, empastadas las unas sobre las otras caprichosamente. Fue un éxito indie, pero éxito: nadie sabía quién era esta desconocida artista, salida de un sueño americano, pero querían más de ella. Ese mismo año firmó con una discográfica, el resto es historia.
Su primer álbum de estudio, Born to Die, se lanzó un año más tarde. No gozó del cariño de las críticas, pero si del público, que lo han erigido como "la Biblia del pop" de los 2010 y "una verdadera obra de arte" que entremezclaba ritmos trap con melodías sinfónicas. ¿El resultado? Una especie de pop antiguo sacado de una película de Marilyn Monroe, pero cuyas letras ofrecen versos como "mi coño sabe a Pepsi cola".
Joven, bonita y en Tumblr
El caso de Ultraviolence fue distinto. Para entonces, Lana del Rey gozaba ya de cierta popularidad en el ámbito musical y los medios especializados se arrepentían de no haber celebrado Born to Die con el respeto que se merecía. Ultraviolence mantenía la estética vintage (todos sus discos lo han hecho), pero ahora la artista hablaba de romances despectivos, de codependencia, de mostrarse "pasiva" en las relaciones y de sus complicadas conexiones con los hombres, en la figura de Estados Unidos.
Sus frases, sus imágenes y sus canciones estaban en todos los rincones de la plataforma web Tumblr, en la que sus usuarios tendían a romantizar cualquier aspecto negativo de su día a día. Con este perfil, ¿cómo iba Lana del Rey a no ser la reina de Tumblr? Cuando Baz Luhrmann (Moulin Rouge!, Elvis) lanzó su versión de El Gran Gatsby, la artista fue elegida para realizar la banda sonora. Llevaba tan sólo tres años en la industria, pero sólo Lana del Rey podía encarnar los sonidos y las penas del lujo perdido de los felices años 20: nadie sino la gran artista turbia norteamericana podría ponerle voz a la gran novela norteamericana. El himno Young and Beautiful, por supuesto, se viralizó.
La intrusa del pop
Ahora, Lana del Rey goza de la prerrogativa del poder. No viste tonos monocromos ni sepia pero, al verla, uno tiene la sensación de estar ante un ser humano engañosamente discreto. Tiene la presencia de Joan Didion, la voz de Jane Russell y la vida amorosa de un personaje de Sexo en Nueva York.
En 2024 la cantante contrajo matrimonio con Jeremy Dufrene, un guía especializado en recorridos por los pantanos de Luisiana. Se conocieron en 2019, durante una de las giras multitudinarias de la cantante. Ella decidió pasar una de sus tardes libres avistando cocodrilos, y Dufrene hizo de guía. Se desconoce si fue ahí donde surgió la chispa del amor, si mantuvieron el contacto o si fueron solamente trabajador y clienta, pero no fue hasta cinco años después que se confirmó su relación. Ella se había separado de Sean Larkin, un miembro del cuerpo de policía de Nueva York; él estaba casado. Pidió el divorcio y se fugó con Lana del Rey. Carretera, manta y cocodrilos. Una boda en un pantano y un ex policía. Muy americano todo.
Lana del Rey es una intrusa en el mundo del pop del siglo XXI. Lejos de los sonidos rimbombantes y estridentes, ella apuesta por la lírica y la melodía para decir lo que ninguna mujer se atreve a decir por miedo a que la tachen de "loca". Su máxima influencia es la literatura: La naranja mecánica, Howl y, por supuesto, Lolita, la novela de Vladimir Nabokov. Disfruta de la música de Kurt Cobain y Guns n' Roses, aunque sus figuras favoritas siempre serán Audrey Hepburn, Marilyn Monroe y John F. Kennedy. Así de altas son las miras de Lana del Rey, el olimpo de iconos yanquis al que quiere pertenecer.