"Si mi partido es el más votado este miércoles y nos dejan en la estacada, no quieren hablar con nosotros o descartan gobernar con nosotros, la democracia estará muerta en los Países Bajos". El Partido de la Libertad (PVV), liderado por el antiislamista Geert Wilders (Venlo, 1963), parte como favorito en las elecciones que se celebran en Países Bajos, pero necesitará aliados para gobernar y esa misión se antoja de nuevo casi imposible.

Al menos 16 partidos entrarán en el Parlamento (Tweede Kamer) holandés. Según los sondeos, el PVV de Wilders sumará cerca del 20% de los votos. Obtendrá entre 26 y 28 escaños, así que se quedará lejos de la mayoría de 76 escaños. Tenía 37. El sistema electoral holandés favorece la entrada de muchos partidos (solo necesitan superar el 0,67% de los votos), de modo que siempre se gobierna en coalición. Las dos últimas han sido de cuatro partidos.

En segundo lugar figura la alianza de GroenLinks y Laboristas (GL-PvdA) liderada por el ex comisario europeo Frans Timmermans, se ha mantenido estable entre los 22 y 26 escaños, mientras el liberal progresista D66, encabezado por Rob Jetten, se encuentra entre los 21 y 25 representantes, según los promedios ponderados de encuestas publicados por Peilingwijzer

Poco después se sitúan los conservadores tradicional de CDA con 18 a 22 escaños, seguido de cerca por el liberal VVD con 15 a 19. La derecha nacional conservadora JA21 se mueve en la horquilla de 9 a 12. JA21 se va a beneficiar de las fugas de votantes del partido de Wilders y otros conservadores de la coalición saliente como Nuevo Contrato Social o los granjeros (BBB). El resto de partidos no superarían los cinco escaños cada uno. En total se presenta unos 30 y los hay de todos gustos y colores: partido de los cincuentañeros, de los animalistas o de los pacifistas. 

Wilders por un gobierno en minoría

La tendencia del partido de Geert Wilders ha sido a la baja durante la última semana. Los votantes que abandonan el PVV suelen decir que lo hacen porque cada vez es más evidente que el PVV no participará en el gobierno. El crecimiento de los liberales progresistas de D66 se explica en gran medida por la imagen positiva de Rob Jetten y su actuación en los debates.

Es la tercera vez que los holandeses acuden a las urnas en cinco años, lo que hace que haya analistas que señalen que la política holandesa se ha italianizado. Wilders aspira a un gobierno en minoría pero ha de contar con apoyos externos. La fragmentación del Parlamento hará que las negociaciones para formar gobierno duren meses, como la última vez. La mitad del electorado se declara indecisa, lo que introduce más incógnitas a la ecuación final. 

Wilders está detrás de la caída del Gobierno en junio pasado y dado que pierde escaños su jugada no parece haberle salido bien. Lo encabezaba Dick Schoof, ex jefe de los servicios secretos, y el PVV formaba parte de la coalición, tras haber ganado por primera vez las elecciones de noviembre de 2023. Los otros tres partidos eran los liberales (VVD), Nuevo Contrato Social (SC) y los Granjeros Ciudadanos (BBB). Los tres están en declive. 

Forzó la máquina en inmigración con un plan de diez puntos que contemplaba que el Ejército patrulle las fronteras, se expulse a todos los solicitantes de asilo y se cierren la mayoría de los albergues para refugiados y se envíe a todos los sirios, y también a los ucranianos a sus países. El PVV localiza su discurso en la inmigración y ha logrado que el resto de los partidos adopten su agenda con más o menos matices.

En realidad, solo el 12% de los inmigrantes son solicitantes de asilo. Pero la sociedad holandesa tiene grandes carencias, sobre todo de vivienda, y culpar de ello a la presencia de inmigrantes es lo que hacen partidos como el de Wilders. 

El problema es que no contribuyen a la estabilidad. "Lo que hemos visto en los dos últimos años en política ha sido división y caos. Queremos presentar una política de esperanza y responsabilidad", dijo la semana pasada Henri Bontenbal, ex consultor de sostenibilidad que apenas lleva cuatro años en política. Reservado, religioso y con imagen de hombre serio, se ha ganado el favor de los holandeses más conservadores que aspiran a la estabilidad. 

La gran crisis de la vivienda

Los holandeses acuden a las urnas muy decepcionados con sus políticos, que no dan soluciones al problema que más les preocupa: la vivienda. En un país con 18 millones de habitantes faltan 400.000 viviendas. Y son cada vez más caras. La alianza de laboristas y progresistas ha convertido la construcción de nuevas viviendas en su principal promesa electoral. Aunque distan de las políticas migratorias del partido de Wilders, también proponen un límite a las entradas de migrantes entre 40.000 y 60.000 al año. 

Los liberal progresistas (D66 o Demócratas 66) van a duplicar su representación en el Parlamento gracias en gran parte a Rob Jetten, su líder que destaca por su lenguaje directo. Aseguran que van a promover la construcción de diez nuevas ciudades. También los conservadores dan relevancia a la vivienda y a dar un giro a la forma de hacer política, como señala Bontenbal. 

En estas elecciones parece que uno de los perdedores será el partido liberal conservador VVD, del ex primer ministro y actual secretario general de la OTAN Mark Rutte. Puede quedarse en cinco o seis diputados y contaba con 18. Su líder, la única mujer en las principales formaciones, Dilan Yeşilgöz, ha escorado el partido demasiado a la derecha. Promete bajar los impuestos a los empresarios y menos ayudas sociales. 

El magnetismo de la extrema derecha

"Incluso los políticos centristas siguen normalizando la extrema derecha. Rob Jetten ha desplazado hacia la derecha a su partido socialmente liberal D66 en cuestiones como la cultura y la inmigración, abrazando una especie de patriotismo comunitarista, y no descarta gobernar con la derecha radical JA21 o el partido radicalizado de los agricultores, BBB. Frans Timmermans, líder del partido de centroizquierda (GL/PvdA), ha endurecido las políticas de inmigración del partido… Pero, como siempre, los votantes parecen seguir prefiriendo al original frente al creciente número de imitadores de extrema derecha", escribe el experto en populismos Cas Mudde en The Guardian.

Y añade: "Sea cual sea el resultado final, una cosa ya está clara: a pesar del evidente fracaso de la extrema derecha en el gobierno de los Países Bajos, sigue ejerciendo una influencia magnética sobre el país". 

En busca de una coalición estable

Tras las elecciones, los diputados nombran primero a un informador, que busca posibles alianzas. Una vez que se ha encontrado una coalición viable, el formador, normalmente el líder del socio potencial más grande, comienza a negociar el acuerdo formal de coalición. Las más probables, según el sitio web CoalitionChecker, incluyen al CDA y al GL/PvdA, además del D66 y uno o más partidos más pequeños, entre los que podría estar el JA21.

Armida van Rij, investigadora sénior del CER, destaca que dos años después de las últimas elecciones y tras una coalición muy inestable, "es la oportunidad de los Países Bajos para devolver la estabilidad al país, que se enfrenta a una serie de cuestiones políticas apremiantes: la escasez de viviendas, el mantenimiento de una asistencia sanitaria asequible y, cada vez más, la preocupación por el estado de derecho en el país. La coalición liberal-populista-de extrema derecha no logró abordar ninguno de estos retos y, en algunos casos, los agravó". 

El líder conservador Henri Bontenbal ha replicado a Wilders sobre su tesis sobre el derecho a gobernar del líder del partido más votado que realmente no está defendiendo la democracia. "Cualquier colación con mayoría en el Parlamento es democrática. Ganar la elección no te garantiza estar en el gobierno". El problema es que la fortaleza del partido de Wilders, descartado como socio por la mayoría, también condiciona el tipo de coalición alternativa. Es lo que sucede con otros partidos en Europa como Alternativa para Alemania (AfD).