A 13.300 kilómetros de Colombia, Qatar logró lo que durante años parecía imposible: sentar al Gobierno de Colombia frente a la mayor estructura criminal del país, el autodenominado Ejército Gaitanista de Colombia, más conocido como el Clan del Golfo. En Doha, bajo la discreción que caracteriza a la diplomacia qatarí, el Ejecutivo de Gustavo Petro decidió afrontar una de las heridas más profundas de su violencia interna. La escena, improbable por sus protagonistas y el escenario, vuelve a arrojar luz al reposicionamiento global de un emirato pequeño en territorio, pero descomunal en ambiciones diplomáticas.

El Clan del Golfo, también conocido como Ejército Gaitanista de Colombia (EGC) y heredero de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), la estructura narcoparamilitar más grande y poderosa del país latinoamericano, con alrededor de 7.000 integrantes, dedicado al narcotráfico, la minería ilegal y el tráfico de migrantes. En la tarde del viernes, ya noche cerrada en la capital qatarí, el jefe negociador del Gobierno colombiano, Álvaro Jiménez, y el representante del Clan del Golfo, Luis Armando Pérez, rubricaron una declaración conjunta que marca un avance en las conversaciones de paz.

Curtida en la mediación desde 1960

Qatar lleva desde la década de 1960 puliendo un perfil de mediador que excede su tamaño y su entorno geográfico. “Qatar continúa jugando un papel clave en la mediación”, reconoce a El Independiente el analista Kristian Coates Ulrichsen, que destaca cómo el emirato ha pasado de capear ataques iraníes e israelíes en junio y septiembre a convertirse en un pilar del alto el fuego en Gaza y del acuerdo entre Ruanda y la República Democrática del Congo firmado en Washington. Su mediación, dice, evoluciona en alcance y se mantiene estrechamente conectada con la diplomacia estadounidense.

No es fruto de la improvisación. Para Mehran Kamrava, experto en política qatarí de Georgetown University in Qatar, forma parte de su ADN político: “Para los qataríes, es un elemento fundamental de su política exterior, al punto de estar mencionado en su constitución. Quieren ser conocidos como pacificadores en una región difícil”. Esa vocación, sin embargo, tropieza con un desafío estructural: la falta de personal en su Ministerio de Exteriores, un límite real para un país que aspira a ser árbitro desde Yemen hasta Colombia. Kamrava distingue entre mediar y resolver conflictos: la primera aproxima a las partes; la segunda aborda el origen del problema. Qatar, admite, aún debe demostrar si su éxito es igual en ambos terrenos.

Otoniel, en el centro, sonríe para una fotografía con militares colombianos en el interior de un helicóptero tras ser capturado.

Mantenemos las puertas abiertas. Hablamos con todos los actores, estatales o no estatales. A veces hemos pagado el precio del hacerlo

Pero la ambición les empuja a involucrarse cada vez más lejos. A su juicio, su interés es construir una marca global, acumular experiencia diplomática y fortalecer su presencia internacional. El ministro de Estado qatarí, Mohammed bin Abdulaziz al Khulaifi, lo expresa como una filosofía: “Mantenemos las puertas abiertas. Hablamos con todos los actores, estatales o no estatales. A veces hemos pagado el precio del hacerlo”. En su visión, un grupo diverso de mediadores puede ser más eficaz que un único país, y la historia de un éxito abre las puertas al siguiente. América Latina, donde Doha afirma estar en contacto con varios países, no es una excepción.

Ataque israelí este martes en Doha | X

Arrancó el día del ataque de Israel contra Doha

El caso colombiano aterrizó en Doha por solicitud expresa de Bogotá. Según explica a este diario Rashid al Mohanadi, vicepresidente del Centro de Investigación de Política Internacional, fue el presidente colombiano quien pidió la mediación. “Hicimos nuestra propia evaluación y lo asumimos. La primera ronda de conversaciones entre el Gobierno y el EGC se celebró el 9 de septiembre, el mismo día en que Israel bombardeó Qatar durante la mediación con Hamás sobre Gaza”, relata.

El proceso continuó pese a los sobresaltos y celebró el viernes, también en Doha, un acuerdo preliminar que establece la creación de tres zonas especiales en el norte y oeste para ubicar temporalmente a combatientes del Clan del Golfo. Para Qatar, es la prueba de que puede mantener su apuesta por la mediación incluso cuando otras crisis les golpeaban literalmente en su territorio.

Una negociacion no exenta de riesgos. ¿Cómo se negocia con un actor que el propio gobierno colombiano describe como una mafia con estructura militar? Al Mohanadi responde desde la teoría política: “Si un grupo tiene liderazgo, reglas y capacidad de decisión, ¿es o no un Estado? Muchos, como muestra el caso de Colombia, tienen agravios que pueden abordarse”. A su juicio, la doctrina occidental de no negociar con actores no estatales se derrumbó con ejemplos como los talibanes o los procesos de Gaza. Y argumenta que la solución negociada, aunque imperfecta, suele costar menos vidas que una victoria militar absoluta. El acuerdo alcanzado con el Clan del Golfo incluye compromisos clave: el cese de hostilidades, la renuncia al uso de menores como combatientes, la reintegración social y la sustitución de cultivos ilícitos de cocaína en zonas dominadas durante años por economías criminales.

El narcotraficante y líder del Clan del Golfo, «Otoniel», fue capturado en octubre 2021.

Si un grupo tiene liderazgo, reglas y capacidad de decisión, ¿es o no un Estado? Muchos, como muestra el caso de Colombia, tienen agravios que pueden abordarse

“Dejamos muy clara nuestra postura al Gobierno colombiano. Aceptamos este caso concreto porque, en primer lugar, consideramos que era viable alcanzar un acuerdo de paz, pero también porque este caso concreto conllevaba mucho sufrimiento humano. La situación en el noreste, donde había niños soldado o gente trabajando dedicada a la cocaína. Además, existía una situación general de inestabilidad e inseguridad. Había un aspecto moral, pero también uno de viabilidad. Si creemos que algo no es viable, no entramos en la mediación”, desliza Al Mohanadi.

Un 'narcoestado'

Comprender la importancia del Clan del Golfo ayuda a explicar por qué Colombia llamó a Qatar. La investigadora colombiana Angela Olaya, en conversación con este diario, lo define como el grupo armado organizado más grande del país, con casi 7.000 miembros entre combatientes y colaboradores. No son solo narcotraficantes. “Han desarrollado estrategias de gobernanza criminal en territorios del Darién, el Caribe y el Pacífico”, explica. Controlan pasos migratorios, disputan regiones con la guerrilla del ELN y operan en zonas clave para rutas hacia Estados Unidos y el canal de Panamá. Su actividad, insiste, excede las métricas tradicionales de violencia: “Negociar con este grupo es determinante para la seguridad y la protección de la población civil en Colombia y en regiones fronterizas”.

Olaya considera lógico que el Gobierno haya buscado un mediador con experiencia en conflictos transnacionales como el de Gaza. A su juicio, Qatar trabaja con indicadores precisos, acuerdos verificables y tiempos largos, una combinación indispensable para un proceso que, probablemente, superará el mandato presidencial de Petro. Por eso, los países acompañantes —Qatar, Noruega, España y Suiza— cumplen el rol de garantizar continuidad ante las elecciones colombianas de 2026. En cambio, Olaya descarta que Doha pueda involucrarse en las disidencias de las FARC, cuyo proceso sigue otro rumbo, con actores acompañantes distintos y fragmentación interna.

La estrategia que Qatar ha desplegado en el caso colombiano sigue, en realidad, la misma dinámica qua ha puesto en marcha en otros conflictos, desde Afganistán hasta Marruecos. “Primero se abordan algunas de las reivindicaciones económicas, que son la falta de servicios y la falta de educación. El Gobierno colombiano ha garantizado que se satisfacerán estas cuestiones. A continuación, se estudió conjuntamente la posibilidad de reutilizar las tierras destinadas al cultivo de coca para otros cultivos viables que tengan un uso menos pernicioso. Desde otro punto de vista, el EGC se comprometió a detener el conflicto armado y trabajar para reintegrarse en la sociedad,. También prometieron verbalmente y por escrito dejar de utilizar niños y adolescentes como soldados”, detalla Al Mohanadi.

Clan del Golfo.

El poder de los 'pequeños'

La visión estratégica de Qatar la ha trazado estos últimos días su primer ministro, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, en el Doha Forum al señalar que el país no puede aspirar a ser una potencia militar, pero sí a construir influencia mediante diplomacia y capital. Su seguridad nacional, dijo, depende de la estabilidad regional, y la mediación se ha convertido en la huella con la que buscan moldear su proyección global en un mundo fragmentado.

La imagen del Gobierno colombiano dialogando en Doha con la mayor banda criminal del país revela un cambio más profundo: los nuevos centros de gravedad de la mediación internacional están en pequeños Estados con ambición y recursos. Qatar, con 2,8 millones de habitantes y una de las rentas per cápita más altas del planeta, ha decidido ocupar ese espacio. Su apuesta es que los conflictos del siglo XXI no se resolverán únicamente con fusiles, sino con paciencia, contactos transnacionales y la voluntad de hablar con quienes otros prefieren evitar. Incluso si se hallan a 13.300 kilómetros de distancia.