Creo que hay unanimidad entre los analistas: 2017 debe ser un buen año para la banca mundial. ¿Cómo lo argumentan?

Aquí les hago un pequeño resumen de las principales razones que soportan este optimismo:

  • La regulación de capital puede hacer una pausa. O algo más… Lo iremos viendo con el tiempo.
  • La recuperación económica mundial se consolida y fortalece.
  • Cambio en el protagonismo de políticas económicas, con mayor importancia ahora de la política fiscal expansiva y el inicio de la normalización de la política monetaria ultraexpansiva.
  • Del temor a la deflación que nos ha dominado durante los últimos años a los riesgos de inflación que todos valoramos en estos momentos.

En definitiva, simplificando al máximo, podríamos decir que los bancos se pueden beneficiar de la superación de muchos miedos pasados. Sin olvidarnos naturalmente del creciente debate entre las autoridades mundiales sobre los potenciales costes de una regulación compleja y hasta excesiva. Reducir o eliminar incertidumbres es el mejor escenario para planificar de forma adecuada el futuro.

Y las entidades de crédito se enfrentan, sin duda, a un futuro repleto de oportunidades. Pero deben tomar las decisiones correctas. Otra cosa es conocer cuáles son estas decisiones o que sean las mismas para cada entidad. En definitiva, encontrar su nicho de negocio en el futuro. Pequeñas o grandes, nacionales o internacionales. Tener clara una estrategia para el futuro ya va más allá de estas dos consideraciones.

El negocio tradicional no va a cambiar, aunque puede hacerlo la forma de acercarse al cliente y el tipo de servicios que se le puede ofrecer

Hoy por hoy, los bancos viven de ofrecer servicios financieros, gestionar el ahorro de sus clientes y ofrecer financiación. En mi opinión, este esquema de comportamiento, llamémosle el negocio tradicional, no va a cambiar en el futuro. Aunque parece evidente que sí puede hacerlo tanto la forma de acercarse al cliente como el tipo de servicios que puede ofrecerle.

En ambos casos, es el cliente el que debe marcar el camino a seguir. Incentivadas las entidades, además, por la nueva competencia no bancaria que está surgiendo en estos momentos y, aceptémoslo, se puede acentuar en el futuro. Competencia marginal ahora; mucho más intensa y generalizada en el futuro. Pero las entidades financieras ya han comenzado a considerar a esta nueva competencia como una aliada, embarcadas en el proceso de transformación digital. Y como dije antes, buscando el nicho de mercado que mejor se adapte a sus características.

Con todo, dejemos ahora al margen el futuro. Especialmente cuando hablamos del futuro estratégico a medio y largo plazo. Y es que, pese a los argumentos que ofrecía al principio, el futuro a corto plazo aún conlleva importantes retos y preocupaciones para los bancos. Por un lado, el hecho de hacer un paréntesis en la regulación de capital no significa que la regulación total lo haga. En Europa seguiremos viendo nuevas medidas en la resolución de potenciales crisis de entidades. Y a nivel mundial, la corriente en términos de mayor protección al consumidor e inversor es demasiado intensa como para obviarla.

Decía el Tribunal Supremo español en una de sus últimas sentencias sobre el crédito hipotecario que “es importante evitar interpretaciones maximalistas que, bajo una apariencia de máxima protección, tengan como consecuencia paradójica la restricción del acceso al crédito hipotecario”. Como todo en la vida, lo importante es buscar el equilibrio.

Debemos asumir que la normalidad de tipo interés en el pasado no se puede extrapolar al futuro

También mencionaba al principio el más que probable cambio de sesgo de la política monetaria. Pero esto no significa que veamos subidas de tipos inmediatas, al menos en Europa. Y desde luego debemos asumir que la normalidad de tipos de interés en el pasado no se puede extrapolar al futuro. Con todo, bienvenido sea el cambio de expectativas en el mercado sobre la evolución de los tipos de interés. Y es que, muchas veces se nos olvida, que las condiciones monetarias ultraexpansivas actuales son consideradas por los propios bancos centrales como excepcionales.

La propia solidez actual del crecimiento mundial no nos debe confundir sobre la existencia de importantes debilidades de base: desde el bajo crecimiento potencial hasta el elevado nivel de deuda mundial. La crisis económica y financiera no ha sido suficiente para impulsar medidas y reformas que permitan mirar el futuro económico a medio y largo plazo con optimismo. Y de hecho se ha traducido en un aumento de la deuda en los países desarrollados, especialmente la deuda pública.

Es llamativo cómo la elevada confianza entre el cliente y su banco contrasta con la desconfianza hacia el sector

¿Algo más? Dejando al margen las incertidumbres a nivel político en los próximos meses en los países desarrollados, no puede dejar pasar la oportunidad de hablar de la imagen de los bancos. Y estoy hablando también a nivel mundial. Es llamativo cómo la elevada confianza entre el cliente y su banco contrasta con la desconfianza hacia el sector.

Es importante que los bancos expliquen mejor su actividad. Y es importante que las autoridades sean conscientes de la necesidad de mantener su estabilidad. Tener un sector financiero sólido y rentable es la base para un crecimiento económico también sólido, propiciando la creación de riqueza en la economía.


José Luis Martínez Campuzano es portavoz de la Asociación Española de Banca

Creo que hay unanimidad entre los analistas: 2017 debe ser un buen año para la banca mundial. ¿Cómo lo argumentan?

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