En 1971 y en la última entrevista que el astro de las artes marciales Bruce Lee concedió a una televisión holandesa, resumió gran parte de su filosofía vital en la famosa frase: Be water, my friend  (Sé agua, amigo mío). Con ella elevó a mantra de filosofía oriental el principio capital de la adaptación a las circunstancias de cada momento, de la flexibilidad y del aprovechamiento favorable de escenarios complejos.

La avispada industria del automóvil hizo suyo el mensaje y en el año 2006 vendió coches como rosquillas con el susodicho mantra.

La industria financiera, de más lenta reacción, no pudo o no quiso apropiarse de un lema tan molón, quizás, por ser el agua un activo de referencia de algún que otro fondo de inversión y licuoso terreno que no parece casar bien con la solidez que exige el negocio bancario.

Ésta es una de las mejores recomendaciones de inversión que pueden realizarse a un ahorrador

Para enmendar el asunto desde estas páginas les sugiero otro lema que basado en el anterior quizás les parezca más adecuado: Be global, my friend (Sé global, amigo mío). Sin querer sermonear a nadie ni fundar escuela taoísta financiera de ninguna clase, estoy convencido que ésta es una de las mejores recomendaciones de inversión que pueden realizarse a un ahorrador sea cual sea su horizonte de inversión y perfil de riesgo.

Ésa y, por supuesto, una verdadera diversificación que, en cierta medida, va ligada a la primera. Esta recomendación se puede explicar desde un punto de vista matemático mediante el análisis de periodos históricos de las diferentes clases de activo o correlaciones entre las mismas, pero también existen formas muy básicas de explicarlo. Una es que el mundo en su globalidad casi siempre crece, mientras que países o áreas geográficas determinadas están sujetas a vaivenes y ciclos particulares no sincronizados con el resto del mundo u otros países.

Eso es lo que explica que todos los años entre las clases de activos más rentables y aquellas con mayores pérdidas haya enormes diferencias y que las clases de activo que ocupan el podio o lo más bajo de la tabla vayan cambiando casi todos los años en una especie de rotación continua de activos. Y explica también que incluso en una región bastante homogénea como Europa, algunas Bolsas -especialmente las del sur de Europa- caigan mientras las del centro y norte de la región cierran los mismos ejercicios con plusvalías positivas.

Con carteras verdaderamente globales uno liga su rentabilidad al crecimiento del mundo en su conjunto

Por tanto, uno de los principales resultados de adoptar carteras verdaderamente globales es que uno liga su rentabilidad al crecimiento que experimenta el mundo en su conjunto, aislándose por tanto de situaciones particulares que pueden llevarle a obtener resultados decepcionantes durante mucho tiempo.

Otro es que los rendimientos son más estables año a año, algo que debiera ser muy apreciado por cualquier inversor, porque aun disponiendo de un plazo largo, siempre pueden surgir imprevistos que hacen variar las previsiones iniciales y los perfiles de riesgo. Los comportamientos extremos en positivo o negativo de diferentes clases de activos y áreas geográficas en periodos determinados se compensan.

Uno de los argumentos que suelen utilizar bastantes gestores para justificar sus sesgos de inversión (normalmente pesos excesivos en España y, como mucho, en Europa) es que las empresas cotizadas hoy en día son globales y que, por tanto, sus negocios y resultados ya están ligados a la evolución mundial de la actividad. Sin embargo, esto no es realmente correcto ya que todavía hoy en día es normal que en su conjunto las empresas cotizadas, incluso de países abiertos desde un punto de vista económico, facturen más de la mitad, directa o indirectamente, en su propio país.

Adicionalmente, la parte doméstica del negocio suele tener una mayor sensibilidad a cambios regulatorios, políticos o estructurales del propio país que la parte de ventas externas que, si es diversificada, se ve afectada menos por factores particulares y, por definición, es mucho más estable. La prueba se encuentra precisamente tanto en la intensidad de las reacciones que se observan en las cotizaciones de muchas empresas de un país concreto como a la propia gran divergencia ya comentada entre los rendimientos de los diferentes activos.

Por supuesto, desde un punto de vista de carteras globales se pueden tomar decisiones de inversión activa que sobreponderan moderadamente unas áreas geográficas o tipos de activos determinados pero sin distorsionar el carácter verdaderamente global y diversificado, que es lo que conduce a carteras robustas y de calidad. Desgraciadamente, todavía en el año 2016 los ahorradores e inversores españoles siguieron mostrando sesgos acusadamente locales en sus inversiones.

Desgraciadamente, todavía en el año 2016 los ahorradores españoles siguieron mostrando sesgos acusadamente locales en sus inversiones

Si bien es normal observar sesgos locales en los inversores de todos los países (incluso en los anglosajones con larga tradición inversora) que se explican por lazos sentimentales, cercanía y supuestamente mejor conocimiento del activo, la realidad es que el caso español es muy marcado. Esto se explica seguramente por el bajo nivel cultural financiero de la población y un sector financiero que antepone sus intereses económicos a los de los ahorradores. Curiosamente, este patrón de comportamiento localista se observa no solo en carteras privadas, incluso de patrimonios elevados, sino en la inversión institucional. Un ejemplo paradigmático son los fondos de pensiones privados, incluso los del sistema de empresa, que se supone que al ser colectivos y disponer de una comisión de control debieran tener un carácter mucho más internacional.

Termino con una reflexión sobre el activo España, tanto en su versión de renta fija como renta variable. A la deuda española, la pública en particular, apenas le queda recorrido con un rendimiento actual del todo pírrico para un plazo tan largo como el de diez años y basado en unos fundamentales dudosos que tienen que ver más con la protección del Banco Central Europeo y Alemania que con otra cosa. No obstante, en términos relativos, el rendimiento aún puede ser mínimamente atractivo y podría asignársele el pequeño peso que le corresponde en una cartera de deuda global.
Por el lado de la renta variable, como ya he comentado repetidamente en el pasado en varios foros, desde un punto de vista de valoraciones, no es atractiva.

Muestra carestía respecto a otras bolsas mundiales y respecto a su propia historia en base a beneficios. No obstante, es cierto que respecto a beneficios normalizados ha ganado atractivo tras los ejercicios 2015 y 2016. Esto está siendo claramente recogido en este primer trimestre de 2017 que ha situado al IBEX como el índice con mejor comportamiento de Europa.

En cualquier caso, un posicionamiento neutral y vigilante podría ser razonable, lo que supone un 2% dentro de una cartera de Bolsa que compre el mundo y se adapte al mismo como el agua a una taza. Lo dicho: Be global, my friend.


Carlos de Fuenmayor  es director de Kessler&Casadevall AF Barcelona @cdefuenmayor

En 1971 y en la última entrevista que el astro de las artes marciales Bruce Lee concedió a una televisión holandesa, resumió gran parte de su filosofía vital en la famosa frase: Be water, my friend  (Sé agua, amigo mío). Con ella elevó a mantra de filosofía oriental el principio capital de la adaptación a las circunstancias de cada momento, de la flexibilidad y del aprovechamiento favorable de escenarios complejos.

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