Señores inversores: Ustedes tienen un problema y se llama 5% y admito que no es culpa suya, pues la costumbre y la machacona mercadotecnia financiera eliminan el espíritu crítico con el que preguntarse si el exigirle hoy por hoy a una inversión una rentabilidad de un 5% es algo razonable y tan sencillo de obtener como dar dos pasos y ponerse a caminar.

A todo se acostumbra uno, incluso a que lo extraordinario parezca ordinario y sencillo, pero no es así y en un entorno como el actual lograr una rentabilidad tan pentagonal como esa constituye una proeza y más aún cuando todo hijo de vecino exige ese retorno pero sin asumir el riesgo que lleva aparejado. Eliminando el riesgo de la ecuación cualquier rentabilidad es deseable y plausible si bien cabe que pueda ser elevada pero de signo negativo.

Pongámonos, pues, en situación.

No se puede decir que nunca en la historia hayamos vivido en un entorno de tipos de interés cercano a cero (o negativos) y de inflaciones anémicas, a pesar de todo tipo de estímulos monetarios y fiscales, pero desde luego no en el pasado reciente y menos aún en recientes generaciones.

Ello, en realidad, no es más que reflejo de una economía que, sea por las razones que sean (demográficas, sobrecapacidad...), está instalada estructuralmente en un periodo de muy bajos crecimientos reales.

Una conocida consultora macro neoyorquina, ECRI, lo ha puesto de manifiesto de manera muy sencilla, el crecimiento tendencial de medio plazo de la economía estadounidense es de un exiguo 1%, muy alejado de crecimientos históricos de largo plazo del 3%-4%. Las matemáticas son simples. El crecimiento del PIB (que es lo mismo que decir de la actividad económica) viene dado por dos variables. El crecimiento de las horas trabajadas y la productividad, que no es otra cosa que la producción que se  consigue  por cada hora trabajada.

En un entorno como el actual lograr una rentabilidad del 5% constituye una proeza

Los datos para el país que se considera y con razón como alumno aventajado de Occidente y el mundo desarrollado son concluyentes. Para el primer factor, la oficina del Congreso estadounidense observa que el potencial de crecimiento de la fuerza laboral en Estados Unidos (íntimamente ligado al número de horas trabajadas) ha venido promediando un 0,5% en los últimos años y su previsión tendencial para los próximos diez años es que se mantenga alrededor de ese guarismo, dadas las condiciones demográficas.

La productividad también ha venido creciendo en los últimos años a esa tasa promedio del 0,5% (siendo incluso negativa en los dos últimos años) y se sitúa muy lejos del más del 2% que venía promediando desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Contrariamente a las horas trabajadas, el crecimiento de la productividad es difícil de predecir y seguramente en algún momento protagonice el salto deseado a niveles mucho más elevados, pero no existe ninguna razón evidente para pensar que lo vaya a hacer a corto  plazo.

Más bien, podemos especular que viendo los desarrollos tecnológicos y los segmentos de la pirámide poblacional, que tiene la capacidad de hacer mayor y mejor uso de ellos, pueden pasar unos cuantos años antes de que la combinación alcance un punto óptimo que conduzca a aumentos de la eficiencia significativos a la hora de producir. Por tanto, la suma de 0,5% más 0,5% nos da 1%.

En este contexto, los ciudadanos españoles buscan sacar una rentabilidad a sus ahorros. Los depósitos a plazo (uno de sus productos financieros favoritos) apenas ofrecen rentabilidad alguna, como corresponde a una especie de bono o préstamo a corto plazo que hacemos a entidades que se suponen solventes o que al menos en buena medida tienen la garantía estatal del fondo de garantía de depósitos (hasta 100.000 euros).

Preguntados por qué rentabilidad anual desean, el 5% como promedio se sitúa entre los guarismos más populares. No es de extrañar si nos paramos  a pensar que la inflación media histórica puede moverse alrededor del 2%-4%, los tipos de interés en ese mismo rango y algo extra habrá que sacar al dinero para que gane un poco de valor y como pago por el plazo y pequeño riesgo asumido.

Por ello, tampoco es de extrañar que entidades financieras, gestores de fondos y asesores en su oferta de inversión hagan referencia a ese mágico y deseado número. En el mundo de los fondos de inversión el objetivo de rentabilidad de euríbor o Eonia (los tipos del mercado monetario que están a cero o negativos) más un 5% anual sigue siendo el más extendido.

Me temo que se trata de un objetivo altamente ambicioso en el entorno actual que les describía más  arriba desde un punto de vista económico y del que muchos ahorradores ignoran los riesgos asociados.

Esquemáticamente, buscar un 5% de rentabilidad anual neta significa que el gestor, banquero o asesor tipo y que cobra (por desconocimiento de los inversores) del orden del 2%-3% anual debe conseguir en realidad un 7%-8% en las inversiones que realice.

En cuestión de guarismos, los números no mienten pero muchas ofertas comerciales sí

Por ponerlo en contexto, esta es la rentabilidad de los bonos de empresas de peor calidad entre el segmento de los llamados bonos basura o de alto rendimiento. Este es el tipo de rentabilidad que los bonos de Abengoa ofrecían hasta hace bien poco y que han pasado a valer muy poco o nada.

La lógica es clara: con el 5% se está pidiendo multiplicar por varias veces la tasa libre de riesgo (tipos de interés a corto). En un entorno histórico de tipos e inflación del 3% sería equivalente a buscar rentabilidades del 15% o 20% anuales, con los riesgos que conlleva.

Por todo ello, recomiendo a los lectores –muy especialmente a los que encajan en el clásico perfil inversor conservador español- que no pierdan la referencia actual que verdaderamente vale: tipos cero e inflación muy baja (salvo algún corto período distorsionado por los precios de la energía y el petróleo). Todo lo demás es una llamada a la codicia de los inversores y que desgraciadamente tan bien funciona como reclamo comercial, pero tantos damnificados financieros deja  por  el camino.

Así que cuidado con el cinco e incluso con el cuatro y el tres, pues en cuestión de guarismos, los números no mienten pero muchas ofertas comerciales sí.


Carlos de Fuenmayor es director de Kessler&Casadevall AF Barcelona

Señores inversores: Ustedes tienen un problema y se llama 5% y admito que no es culpa suya, pues la costumbre y la machacona mercadotecnia financiera eliminan el espíritu crítico con el que preguntarse si el exigirle hoy por hoy a una inversión una rentabilidad de un 5% es algo razonable y tan sencillo de obtener como dar dos pasos y ponerse a caminar.

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