Se supone que hoy vamos a tener conocimiento preciso de la sentencia del Tribunal Supremo cuyo fallo se filtró el pasado viernes y, por lo que ya se ha avanzado, habrá materia sobrada para ir desgranando durante semanas las reflexiones de los miembros del Alto Tribunal en torno a cuestiones y figuras políticas que hace ya varios años se han enarbolado desde las filas independentistas.

Figuras como la del famoso "derecho a decidir" que no es más que el disfraz que le han puesto a un derecho de autodeterminación que todos ellos saben de sobra que no tiene cabida alguna en el caso de la muy desarrollada económica y políticamente Cataluña, además de plenamente ejerciente de todos los derechos y las libertades públicas que están protegidas en cualquier estado de Derecho.

Mientras tanto, en las filas independentistas lo que interesa, mucho más que el fallo o los años a los que vayan a ser condenados los sentenciados, es el uso -la utilización- que los dos grandes partidos secesionistas, JxCat y ERC y las organizaciones sociales, ANC u Omnium van a poder hacer de esas condenas. Utilización política, quiero decir.

Quim Torra se está jugando ya el liderazgo del independentismo de cara a las próximas elecciones

Y ahí van a enfrentase dos estrategias que chocan entre sí porque ambas buscan hacerse con el mismo trofeo: el liderazgo político del mundo independentista. Por esa razón, y también porque está dispuesto a hacer las contorsiones que sea preciso para que la apisonadora de la Justicia no le pille a él, el presidente de esa Generalitat que lleva sumida en la más absoluta parálisis operativa desde que se constituyó el gobierno en diciembre de 2017, ha optado por encajar al presidente del parlamento catalán, Roger Torrent -miembro de ERC, el partido contra el que la formación de Quim Torra se está jugando ya el liderazgo del independentismo de cara a las próximas elecciones- el embolado de tener que arriesgarse a desobedecer al Tribunal Constitucional y asumir personalmente las responsabilidades penales a que hubiera lugar o, en caso contrario, a convertirse en objeto de todas las descalificaciones por blando, por cobarde, o directamente por traidor a la causa de la secesión.

En definitiva, Joaquim Torra ha querido diluir en el Parlament sus responsabilidades como líder y ha depositado sobre la cabeza de su presidente la asunción de toda desobediencia que pudiera ser castigada por los tribunales.

Eso tiene otra lectura, además de la de intentar difuminarse él mismo entre el resto de los diputados independentistas para que la respuesta que él ya ha reclamado sea una acción colectiva que complique en lo posible la acción de la Justicia, y es la de laminar en la medida de sus posibilidades la fortaleza de una ERC que según los sondeos va muy por delante de JxCat en intención de voto de cara a unas elecciones que Puigdemont y sus acólitos no quieren ver ni en pintura porque saben que, si se celebraran ahora, perderían el poder.

Y no hay nada más disolvente para Esquerra que poner a su cabeza insitucionalmente más visible en el disparadero de un posible delito. Ésta es sólo la primera parte de la batalla interna del independentismo que se va a librar a lomos de las protestas ciudadanas por las condenas a sus líderes ya juzgados. Y será una batalla a muerte porque, con la sentencia ya notificada, se les acaba la munición que podían utilizar de forma mancomunada.

A partir de ahora, una vez que se apaguen los ecos de las algaradas callejeras y la vida vuelva inexorablemente a su cauce, los contendientes dispondrán únicamente de sus propias fuerzas para mantener en alto el espíritu combativo de una población que ya ha evidenciado su cansancio, su desánimo y su creciente incredulidad.

Esquerra Republicana tiene al parecer el propósito de plantear la reclamación de una amnistía para los condenados y se supone que también para los fugados. La amnistía no está expresamente prohibida por nuestra Constitución porque ni siquiera se menciona en ella el término, pero sí prohibe el indulto colectivo, con lo que se puede deducir que con mayor motivo no encaja en el espíritu constitucional una medida que, además de que se pretende que sea aplicada colectivamente, supone que da por no cometido el delito y produce por lo tanto el efecto de hacerlo desaparecer de los antecedentes penales del anteriormente condenado.

Necesitan una nueva bandera y la de la amnistía les puede hacer juego a los de Junqueras mientras se pelean a cara de perro con los de Puigdemont

Esquerra tiene la pretensión de convocar a las filas independentistas a reclamar del Gobierno español la aplicación de esta medida a todos los juzgados por el Tribunal Supremo. Pero es una bandera tan inalcanzable como ésa del referéndum de independencia pactado con el Estado español. Se trata, por lo tento, de buscar un objetivo inalcanzable que galvanice de nuevo a sus cansadas huestes.

Ciertamente, la publicación de la sentencia servirá para agitar los ánimos durante unos días pero desde el punto de vista de los propósitos a largo plazo de los independentistas enragés, servirá para muy poco más. Necesitan una nueva bandera y la de la amnistía les puede hacer juego a los de Junqueras mientras se pelean a cara de perro con los de Puigdemont que, en este instante, no tienen más programa que el de la agitación popular, la paralización de la vida en toda Cataluña y, si fuera posible, que no lo es, el hundimiento económico de la región. Y si hay que irse al paro, se va, porque la patria lo demanda, ha venido a decir uno de los iluminados de Waterloo.

El Tribunal Supremo hará pública su sentencia en unas horas y, como ya habíamos adelantado en El Independiente, ninguno de […]