El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, vestido de caballero maestrante indepe, o sea de pulcro traje de ateneísta con lazo amarillo, haciéndole como alférez de navío de sus tractores, ha dicho que todo lo que ha pasado allí ha sido culpa de Sánchez, que no negocia. También ha dicho, con un tonillo como de Arias Navarro, así entre la lealtad, el apostolado y el recurso a la pertinaz sequía, que la cosa apenas ha sido como una semana de lluvias fuertes. Igual podría decir, sin que se le torciera el churro del ojal, que un bombardeo al fin y al cabo es como un terremoto. Canadell, que no atiende mucho a la lógica, parece que tampoco atiende mucho al comercio ni a Barcelona. O atiende a otro comercio y a otra Barcelona.

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