El PP no sabe muy bien qué hacer con Ayuso, a la que quieren de maja pero no de jefa, a la que tienen ganándoles elecciones y encuestas pero sólo como si les hiciera, mejor que nadie, el cocido madrileño a los señoritos del partido. No sé quiénes serán los "niñatos" que decía Esperanza Aguirre, que usa lenguaje de vieja de alpargata, pero quizá se puede llamar señoritos a los que aprecian a Ayuso pero en su sitio, en su cocina, entre sus gansos y peroles, en su Puerta del Sol un poco aperolada también.

El PP ya es Ayuso, la gente piensa en el PP y piensa en Ayuso, como el que piensa en la vecinita, cosa que nunca le ha pasado a Casado, en quien no piensa nadie, con quien no fantasea nadie. Ayuso ya es por ahí la Thatcher española, como una Thatcher de La Mallorquina, mientras aquí el PP la tiene de fallera y no quiere que toque mucho ni la estructura del partido ni el póster de Moncloa, que ya se repartieron hace mucho.

Si entrevistaran a Felipe González, hablaría de Ayuso. Sabina hablaría de Ayuso. De quien no habla nadie es de Casado

El PP no sabe qué hacer con la presidenta madrileña, a lo mejor no sabe qué hacer con nada, y encima ahora llega Esperanza Aguirre y se pone a hablar de Ayuso. A Aguirre la sacan como si fuera un mueble del Rastro del PP, una vieja consola de Génova como una vieja consola del Palacio de Medinaceli, aún vistosa de decadencia y arañazos de gloria como de arañazos de cubiertos buenos. Pero Aguirre ya no importa nada, ya no es nada. Teodoro García Egea no tiene que salir a desmentirle nada ni a vacilarle con nada, más aún porque no está bonito vacilarle a los abueletes, aunque te llamen chiquilicuatre. La cuestión es que Aguirre habla de Ayuso porque todo el mundo habla de Ayuso. Si entrevistaran a Felipe González, hablaría de Ayuso. Sabina hablaría de Ayuso. De quien no habla nadie, salvo para mencionar a Ayuso, es de Casado.

Casado (hablemos de Casado) está pensando en su convención, que suena a cónclave, a convento y a cerrado. Suena incluso a útero, porque Casado está todavía esperando nacer o renacer a su nueva vida en el centro, en el gran PP aznariano o en un nuevo marianismo / arriolismo, quién sabe. Mientras Casado espera su primera comunión con su pinta de primera comunión, Ayuso ya ha sido coronada casi napoleónicamente, no ya arrasando en las elecciones sino doblegando la curva del sanchismo y del podemismo, que diría Fernando Simón con su dedo de don Pimpón. Además, Casado ha ido del rearme ideológico y de buscar toreros a pedir perdón por las cargas del 1-O, mientras que Ayuso ha sido siempre Ayuso, es un personaje que no evoluciona, como corresponde a su rol de manic pixie dream girl, que ya mencioné.

Ayuso fabrica votos y atención como el que fabrica tuercas. Y Casado nunca ha fabricado nada, salvo incógnitas

Casado no sabe qué hacer con Ayuso, o sea que Casado no sabe qué hacer para ser Ayuso, al menos de momento. Ayuso, folclórica y guerrera, no sirve para ser una señorita del PP de manos plisaditas sobre la falda plisadita, ni tampoco va a consentir ser una moza cantarera que les acarree los votos, canturreando, a unos jefes que parecen venteros. Ayuso sabe el talento que tiene, que no es un talento intelectual de señorita con carreras ni es un talento musical de señorita con piano, que hay ya de ambas clases en el PP. El talento político es más bien un talento menestral, y ella lo tiene: Ayuso fabrica votos y atención como el que fabrica tuercas. Y Casado nunca ha fabricado nada, salvo incógnitas.

Sale Aguirre y ahora el personal se pone a buscar a los chiquilicuatres del PP, palabra ya de señora antigua, como zangolotino, pillastre, pisaverde o tragavirotes. Pero Aguirre no tiene la culpa de nada, ni pinta nada, ni es una vidente tuerta ni es el ama de llaves de Ayuso, que yo creo que no necesita a nadie que le frunza los vuelos. La gente busca chiquilicuatres en el PP, que parece como buscar chinches en la pensión, y busca en Ayuso una nieta de Aguirre o incluso un PP de Aguirre. Pero lo que hay en el PP es un líder aplicadito que sigue buscando su sitio, como un opositor, frente al talento intuitivo, brusco y hasta brutal de Ayuso. Hasta Almeida, otro gran talento innato, y hasta más brillante que Ayuso, puede parecer celoso, él que nunca pareció celoso ni ante Sánchez, al que yo diría que pone cada día cuernos políticos socarrones de bajito, como cuernos de Jaimito. Ayuso, presidenta generala, ni siquiera manda en el PP madrileño. Puede ser una cuestión de plazos, pero es que el PP ha puesto en duda su liderazgo metiendo en la batalla a Almeida, con sus zancadillas de bajito. Pueden parecer celos de Casado, y a lo mejor es así. O, también, que Casado mira más lejos.

Ayuso es como la poderosa estanquera felliniana del PP, o sea apabullante y directa pasionalidad de la política, mientras Casado parece un Pitagorín que todavía no ha terminado su larga cuenta. Casado ya digo que es aplicadito pero no sabemos si tiene futuro, sobre todo porque aún no nos lo ha enseñado. A lo mejor él, o los chiquilicuatres ésos, están pensando que merece la pena esperar a ver ese futuro. Ya hemos conocido personalidades políticas así, arrolladoras, irresistibles, por ejemplo Susana Díaz. Y lo que pasó con Susana fue que resultó que no era exportable fuera de Andalucía, como María del Monte. Sí, claro que Aguirre habla de Ayuso, todos hablan de Ayuso. También hablaban todos de Susana, pero ahora ya nadie habla de ella y manda el sanchismo. A lo mejor el PP sí sabe qué hacer con Ayuso. O, al menos, merece la pena esperar antes de ir, enceguecidos, a por la estanquera o a por la vecinita.

El PP no sabe muy bien qué hacer con Ayuso, a la que quieren de maja pero no de jefa, a la que tienen ganándoles elecciones y encuestas pero sólo como si les hiciera, mejor que nadie, el cocido madrileño a los señoritos del partido. No sé quiénes serán los "niñatos" que decía Esperanza Aguirre, que usa lenguaje de vieja de alpargata, pero quizá se puede llamar señoritos a los que aprecian a Ayuso pero en su sitio, en su cocina, entre sus gansos y peroles, en su Puerta del Sol un poco aperolada también.

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