A Yolanda Díaz se le ha acabado el sí pero no, el estar permanentemente en el filo de la navaja. Anteayer, en el debate sobre la conocida como ley del sólo sí es sí ella no cumplió con su papel mediador  se limitó a decir que todo el mundo tiene que asumir su  responsabilidad, pero finalmente no logró que Podemos cediera ni un pelo y ella misma votó 'No'. Y ayer volvió a decir lo mismo: nunca debimos llegar hasta aquí. Pero desde el partido socialista se dicen cosas como ésta: "No consta que ella haya mediado en nada" e "Irene manda más que Yolanda".

Lo cuenta en estas páginas Juanma Romero que pone estas palabras en boca de un miembro del Consejo de Ministros: "Ella no es nadie ni tiene a nadie detrás. No pinta nada. Pero, además, Yolanda está ahí porque Pablo [Iglesias] la aupó al Ejecutivo y quiso que heredara una vicepresidencia, pero para Podemos no tiene legitimidad y no ha ejercido liderazgo. No tiene autoridad moral sobre ellos. Pero esto siempre ha sido así".

Con razón Patxi López le reprochaba anteayer en la SER que no se hubiera movido de una manera más activa. Le dijo: "No basta con decir ‘que lleguen a un acuerdo’. Ya, ya, pero haz algo. Pon una posición, una propuesta encima de la mesa para ver cómo podemos acordar y acercar posiciones". Claro, eso es una muestra del estupor que cunde entre los socialistas el hecho de que Yolanda Díaz haya evitado posicionarse y al final haya votado No. 

Ese voto supone un cierto deshielo con las filas de Podemos porque la posición de la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda ha sido tradicionalmente tan ambigua en esto como en todo. Pero eso la coloca de plano en las filas de Podemos en un asunto que era de importancia capital para el PSOE hasta el punto de que tuvo el partido socialista que recurrir a los votos del PP para lograr la mayoría necesaria. 

Pero tampoco cierra un acuerdo con Podemos de cara a las elecciones municipales y autonómicas lo cual le daría un buen empuje a los morados. Porque no podemos olvidar que ella es la más valorada de los líderes.

Lo que sucedió anteayer no se lo van a perdonar los socialistas ni a Podemos ni a Yolanda Díaz a quien Podemos, por otra parte, reprocha que dejara solas a Ione Belarra y a Irene Montero durante prácticamente toda la tarde en la que tuvo que escuchar la ministra de Igualdad los reproches de algunos diputados. 

Aunque  también es verdad que con la señora Lucía Muñoz, de Podemos, todos los epítetos que hubiera podido soñar Irene Montero quedaron cubiertos porque llamó fascistas a todos los miembros de la Cámara que no comulgaran con sus planteamientos y se quedó tan ancha.

Si Díaz juega el mismo papel que ha desempeñado en la consideración del pleno, las cañas se volverán lanzas

En definitiva, que en el PSOE están hartos del papel de Yolanda Díaz que aún tiene otra oportunidad de negociar, con la entrada del texto en la Comisión. Podría ser que entraran otras fuerzas en la negociación para intentar buscar pactos. Quizá Irene Montero acabe cediendo, pero ese es un sueño de los socialistas que forma parte de los anhelos del PSOE. Desde luego, Yolanda Díaz tendrá que hacer mucho más para recuperar el aprecio del PSOE.

Y nadie se atreve a juzgar el papel que podrá jugar Díaz en este nuevo estadio. Desde luego, si juega el mismo papel que ha desempeñado en la consideración del pleno, las cañas se volverán lanzas para la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo dentro del PSOE y se le habrá acabado ese flotar por encima de las dificultades internas de ambos partidos. Eso se terminó ayer y a partir de ahora se le va a exigir una mayor implicación, un mancharse más las manos con el polvo del camino, que diría Conde-Pumpido. Si no lo hace, estará perdida. 

Por lo que se refiere a las manifestaciones de ayer con motivo del Día Internacional de la Mujer, es evidente que la división mata, que no es lo mismo una marea humana que clame por los mismos derechos que dos movimientos que se miren de costado y se hagan reproches aunque sean mudos, que en muchas ocasiones no lo fueron.

Gritos de «Irene Montero dimisión» y «ser mujer no es un sentimiento», llenaron la manifestación impulsada por el Movimiento Feminista de Madrid. En la otra manifestación, las ministras del PSOE iban detrás de una pancarta y las de Podemos unos 100 metros más atrás con su propia inscripción.

Lo peor para una afirmación conjunta de los derechos de las mujeres es que precisamente no sea conjunta

A esas manifestaciones muchas feministas no habrán acudido. Lo peor para una afirmación conjunta de los derechos de las mujeres es que precisamente no sea conjunta. Y las de ayer no lo fueron.

Por eso muchas mujeres que en 2018 acudieron en masa tal día como ayer se quedaron en sus casas o en sus trabajos pero no salieron a la calle. Y eso fue así en toda España.

Este es el triste resultado de una división que se viene larvando desde hace dos años como poco y que ha estallado ahora en toda su crudeza.