La pesca de arrastre es una técnica controvertida por la que se coloca una red como remolque de un barco, de modo que, mientras avanza la nave, pueda atrapar una enorme cantidad de organismos marinos. Una vez que los peces están en la malla, es casi imposible que escapen, aunque es evidente que cualquiera de estos pobres animalillos mataría por poder evitar esa muerte.

Hasta la década pasada, no se conocía ningún caso de invertebrados que reclamaran continuar en el recipiente una vez habían sido capturados, pero la comunidad científica detectó entonces, con gran sorpresa, la existencia de individuos en la Península Ibérica que mostraban una satisfacción plena por estar en la red de arrastre, dado que allí se sentían seguros, pese a que les condujera hacia un fatal destino.

Este viernes por la mañana, la UCO entraba en la sede del PSOE en la calle de Ferraz y podría decirse que algunos peces del género tertuliano todavía expresaban su disposición a ser arrastrados por la red. Tan sólo había que sintonizar el programa de Javier Ruiz, en La 1, para cerciorarse de ello.

Entre imágenes de la 'casa de pueblo' socialista, había una contertulia que lamentaba la forma de desinformar de los “periódicos digitales” sobre lo que allí estaba sucediendo. Porque eso no era un registro al partido -decía-, sino una visita casi protocolaria para clonar el contenido del correo electrónico de Santos Cerdán. Una cosa mínima. Piccola. Lo típico: recibir una llamada comercial en la sobremesa o que te visite la UCO para conseguir material para un procedimiento judicial.

Es muy fácil acostumbrarse a lo que se ve todos los días. Seguramente, los animales marinos ni siquiera reparen en la materia húmeda que les rodea, de igual forma que un individuo bípedo no reflexionará a cada rato sobre la atmósfera o un militante del PSOE sobre las corruptelas. Así que los periodistas que llevan tanto tiempo atrapados en la red quizás hayan perdido la capacidad de percibir que su situación es anómala y que entraña ciertos riesgos.

Por ejemplo, si el barco encalla y la red queda atrapada en la arena, lo más normal es que mueran de inanición, salvo que una ola de fuerza inesperada los devuelva al agua. Pese al peligro, hay quien ha decidido permanecer en la malla hasta el final. Entre otros, los tertulianos de Javier Ruiz; o algunos de los firmantes contra el “golpismo mediático y judicial” que se movió por las redacciones españolas cuando el presidente del Gobierno quiso alardear de alianzas y complicidades desvergonzadas, una vez le estalló la bomba de Begoña Gómez.

De la nada al todo y del todo a la nada

Ya casi nadie se acuerda, pero Pedro Sánchez llegó al Gobierno como una especie de candidato contra el establishment mediático. Podía contar los aliados con los dedos de una mano y ninguno de ellos -salvo quizás Jordi Évole- tenía una potencia de fuego relevante. Unas semanas después, Prisa entregó El País a Soledad Gallego-Díaz; y esta directora se posicionó a la derecha del Padre, mientras LaSexta intentaba tender un tupido velo sobre la desconfianza que generaba el candidato en la casa y comenzaba un viaje hacia Moncloa.

El resto de las críticas en la prensa de izquierda las atenuó, poco a poco, con decisiones controvertidas, como la que implicó el duplicar la inversión anual en publicidad institucional; o la de poner los asientos de las tertulias de los medios públicos a disposición de quienes se portaran bien.

Amigos, como José Miguel Contreras, comenzaron a facturar de RTVE con LACOproductora mientras gestionaban Infolibre y pontificaban en la SER. De hecho, fue este empresario el primero que se atrevió a situar a Jesús Cintora en un plató de la televisión pública, por supuesto, con el plácet de su entonces director de Informativos, Enric Hernández, al que posteriormente reclutó para Prisa.

La armada mediática sanchista se consideró, sin debate, por sus bemoles, en el lado correcto de la historia y comenzó a perseguir y a hacer sentir culpables a los periodistas a los que no les cuadraban algunas cosas sobre lo que sucedía en ese Gobierno. Lo más vergonzoso sucedió cuando los peces de esa red de arrastre comenzaron a comportarse como si su vida dependiera de quien llevaba el timón de ese barco, que era Pedro, quien, en realidad, les conducía hacia un camino sin retorno. Eran un ejército de kamikazes que habían firmado un manifiesto con su sangre para defender al tipo que les conducía hacia un destino penoso.

Los carteles de Ferreras

Hay algunos de esos animales marinos que en las últimas semanas han vislumbrado la luz. Diríase incluso que una epifanía que les ha mostrado que a lo mejor existen indicios que llevan a pensar que el PSOE se ha comportado durante los últimos años como una organización peligrosa e incluso, al menos, en algunos despachos, como una presunta trama criminal. Hay quien ha aplicado un giro brusco a su línea editorial desde entonces, desmintiendo incluso lo que dio por bueno hace unas semanas.

Muy pocos analistas han reparado en algunos detalles que tienen su gracia; y que permiten concluir que el caimán de Moncloa hace tiempo que barniza sus decisiones con una mezcla pastosa, compuesta por sus manías y asuntos por perdonar. Es decir, por materiales muy poco viscosos, pero inflamables.

No fue inteligente dejarse llevar por las desconfianzas hace unos meses y aceptar la vuelta de Javier Ruiz a RTVE. No por su contratación per se, sino porque situarle en la misma franja que Al Rojo Vivo estaba claro que iba a ser tomado como una declaración de guerra dentro de LaSexta. Así que, el pasado lunes, Antonio García Ferreras y su equipo no se cortaron lo más mínimo a la hora de asestar una colección de golpes a Pedro Sánchez que todavía duelen por allí.

Tampoco fue muy inteligente el hecho de declarar la guerra al dueño de El País y de la Cadena SER. Estaba claro que la interdependencia se iba a mantener mientras los directivos de Prisa temieran una represalia duradera que mermara su facturación por publicidad institucional o el aterrizaje de las subvenciones a la digitalización de la prensa que anunció Óscar López hace unos meses. Pero, en cuanto por allí han visto al bicho herido, han comenzado a distanciarse de sus argumentos de forma muy significativa.

Diario Red, el último bastión

No deja de ser curioso que el presidente que más poder mediático acumuló durante décadas -el que nos puso a algún caniche de dentro y de fuera del Gobierno para apalearnos cada día- ahora cada vez sea defendido por menos medios; y sólo sea capaz de recibir loas lúbricas de elementos cada vez más excéntricos. De la tertuliana de Ruiz y de Cintora -que cobran del dinero de todos- y del periódico de Pablo Iglesias, donde se empeñan en dar pábulo a las más delirantes teorías sobre la cloaca, a golpe, en principio, de crowdfunding. Los héroes del Alcázar sanchista se encuentran a sueldo de Iglesias.

Son varios los que se han apeado de la red de arrastre durante las últimas semanas y lo han hecho casi al borde de la playa, donde hubieran muerto, secos y achicharrados, como lo harán los irredentos y algún tontaina de Semillas. España es un país lleno de buena gente, así que seguramente los pecados de estos malos profesionales, cómplices de la corrupción y desconocedores de cualquier tipo de honestidad, sean tarde o temprano perdonados por los ciudadanos, quienes, a estas alturas, también tendrán claro que el periodismo no tiene mucho de serio y de preciso en algunos medios, sino que es más bien un motivo para el espectáculo. A los que cumplieron su función les irá más o menos parecido, que en una gran parte de los casos será generalmente mal. Es normal en un lugar de aguas procelosas en el que nadar requiere cada vez más de esfuerzos olímpicos. Eso sí, al menos, tendrán la conciencia tranquila, aunque el bolsillo vacío.