Imagine que una buena mañana recibiera una notificación en su teléfono que le informara del reciente asesinato de un contertulio televisivo. De ese ser detestable. Ese charlatán que está especializado en defender lo que usted considera indefendible. El típico que incomprensiblemente es reclamado a diario por las principales cadenas del país, cuyos directivos parecen conspirar a favor de su úlcera estomacal. Tengo una pregunta para el lector: ¿Se alegraría si dispararan a ese tipejo?
Si la respuesta es positiva, tengo una mala noticia: usted se ha radicalizado. Hay una derivada todavía peor: si por alguna razón llegara a considerar que la víctima se lo ha buscado por extremista, por ruidosa o porque su discurso era desafiante o incorrecto, usted habría dejado la puerta abierta a que determinadas opiniones pueden explicar agresiones o asesinatos.
Lamento comunicarle que reclamar el socialismo juche, la república, la abolición de la prostitución, el endurecimiento de la ley del aborto, el control de la inmigración ilegal, una bajada de impuestos o que las pensiones no aumenten más, no implica ser un radical o un fascista. Si considera que la defensa continuada de una de estas cuestiones le hace a alguien susceptible de ser aniquilado, usted está enfermo. Y no: no intente hacerse pasar por una buena persona mediante la defensa de una 'causa justa' lejana. Usted nunca se encontrará en el lado correcto.
Si celebra que a un activista le peguen un tiro en el cuello o lo considera como una consecuencia lógica por haber defendido determinados postulados, le recomiendo que abandone esa idea. Sencillamente, está usted podrido.
¿Recuerda cuando ETA mataba a periodistas y lo justificaba, al considerar que eran fascistas? ¿Acaso no ha podido ver, en fechas más recientes, cómo determinados partidos no pueden convocar un mitin en determinados puntos de la geografía nacional porque se considera “que van a provocar”? Si usted alguna vez ha llegado a pensar que actos políticos del PP o de Vox en Mondragón equivalen a revolver, desafiar o alterar el orden, sepa que es un radical. Si considera que un independentista catalán no se puede manifestar en Madrid, está pecando de una forma parecida.
Si aplaude usted cuando revientan los cristales de una sede del PSOE o pintan una diana sobre el nombre de un concejal... o pegan un puñetazo al presidente del Gobierno en plena calle, es usted un energúmeno.
Si por alguna razón usted forma parte de quienes seguían a Charlie Kirk y el miércoles sintió satisfacción con su muerte, sepa que se ha convertido en un individuo siniestro. En el típico ciudadano que históricamente ha aprovechado los tiempos turbulentos para saldar cuentas con sus enemigos políticos o religiosos. Probablemente, en alguien que expresa sus peores emociones adhiriéndose a la turba. Carcelero encantado, inquisidor disfrutón.
Quizás no llegue al nivel de elementos como Pedro Vallín o Rosa María Artal, quienes descorcharon champán tras el deceso y ya han dado sobradas muestras de que su vida, sin odio ni rencor, es esquelética. Pero sepa usted que, aun así, tiene un problema. Cierta esclerosis espiritual que le ha llevado a considerar que alguien puede merecer la muerte por sus opiniones, aunque estén profundamente equivocadas. O todo lo contrario. La violencia se combate con la ley. Los argumentos equivocados, con razones, ironía o cinismo. Si alguien se congratula porque quien iba a las universidades para confrontar puntos de vista ha recibido un disparo, es un indecente. Un indecente, por cierto, con silla en tertulias que se hacen pasar por 'moderadas'.
Los escraches
Vayamos un poco más allá: si fue usted de los que celebró que Alvise Pérez acosara a Óscar Puente durante unas vacaciones, probablemente se encuentre en la indigencia moral, al igual que si participó en los escraches a Pablo Iglesias, Begoña Villacís, José Luis Ábalos o Soraya Sáenz de Santamaría. Si considera que violar la esfera privada de alguien equivale a administrarle una dosis merecida de “jarabe democrático”, sepa que está participando en el proceso de transición entre el Estado de derecho y la barbarie.
Hay formas de comprobar si usted ha dejado de comportarse como alguien cívico que no necesariamente implican la ejecución de la violencia. Si necesita saber quién ha matado a un civil en un conflicto para condenarlo o justificarlo, es usted despreciable, dado que la muerte de los inocentes siempre debe provocar conmiseración. Si tras una catástrofe natural busca en Google para ver quién gobierna ese lugar; o si tras un asesinato o una violación comprueba la identidad y la nacionalidad del agresor y clama o calla en función de su ideología, lamento decírselo, pero ha perdido usted el juicio, dado que ha dejado de situar en el centro de todo el dolor de la víctima.
Si el otro día usted celebró que a un chico de 30 años le aniquilaran en un acto público, sepa que se ha convertido en un extremista y que probablemente acabe teniendo algún problema con la gente a la que quiere, a la que terminará por culpar de no estar a su misma altura moral, que usted considera que es alta, pero que está en el subsuelo. En el pozo negro. Aunque le parezca lo contrario, Kirk hacía lo correcto: no imponía, sino que argumentaba. La política se decide mediante la dialéctica y la persuasión; no con escraches o con disparos.
Difamación y apología
No sufra: tiene usted derecho a disentir. Si cree que alguien difama o hace apología de algo que es un delito, denuncie. Pero si considera que tiene que renunciar a argumentar porque usted está radicalmente en contra, siento informarle de que se ha convertido en un individuo potencialmente peligroso. Al igual, por cierto, que si tilda como 'negacionista' a quien disiente sobre sus teorías o a quien se niega a pronunciarse sobre un tema que a usted le interesa. Se ha vuelto a desconfiar de quienes callan. De los silencios.
Le diré que tampoco debe sufrir en exceso si se ve asaltado en ocasiones por pensamientos que le incitan a odiar. ¿Quién no ha fantaseado con agredir a quien le ha agredido o con que lo haga un tercero? ¿Quién no ha pensado alguna vez que el mundo sería mejor si le partieran la cara a ese tertuliano tan histriónico? La ira es inevitable, pero reconocer que es improcedente, resulta necesario. Las sociedades excesivamente emocionales se equivocan y acaban montando revoluciones o entregándose a la violencia, sin tener en cuenta que esa actitud extremista deriva siempre en la búsqueda febril de enemigos internos y externos. De carne de cañón.
Las personas muy persuasivas han sufrido históricamente consecuencias desagradables cuando hablaban contra el poder. Eso no quiere decir que siempre tuvieran razón. No creo que Kirk estuviera en lo cierto en una parte de sus argumentos, pero al menos intentó iniciar conversaciones sobre asuntos que a lo mejor han sido monopolizados en los últimos años por intelectuales que no son menos radicales que un influencer MAGA. Eso no quiere decir que haya que situar el consenso donde Kirk decía, pero replantearse si es correcto, o si merece la pena moverlo de lugar, siempre es un ejercicio sano. Eso no es fascismo.
Su asesinato ha ayudado a clarificar la realidad por estos lares, donde a quienes lamentaríamos sinceramente acciones de ese tipo contra personas que están en nuestras antípodas ideológicas se nos ha etiquetado de "ultras" desde el Gobierno. Pero en este país, en tertulias como la de Àngels Barceló o Antonio García Ferreras hay individuos que son extremistas y personas bastante viles, como ha demostrado alguno, anteriormente mencionado.
En Estados Unidos, han despedido de algunos medios a quienes se expresaron de forma repugnante tras el disparo a Kirk. The New York Times -periódico demócrata y progresista- ha dado una lección estos días con su firme argumentación contra la violencia. La cual, por cierto, llevó a asaltar el Capitolio a otros radicales. El propio Stephen King fue víctima de la manipulación de un vídeo de Kirk y se ha disculpado por atribuirle algo que no dijo. Hay ejercicios de ética y decencia en la esfera pública estadounidense -la cercana- que aquí, en conocidos casos de tertulianos bien pagados, no se ha producido. No se puede decir que quienes les pagan no lo sepan.
2 Comentarios
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hace 11 minutos
Si falleciera cierto presidente del Gobierno que está hundiendo y vendiendo España… no iría a su funeral.
hace 1 hora
Es lo de siempre. La izquierda siempre manifestando una superioridad de la que carece…y mostrando su real esencia de mierda y muerte .
No es cuestión de que no se quiera disentir o argumentar, es que el de izquierda trata con desprecio y efectivamente se alegra del mal ajeno,
Por eso hay que erradicar a la izquierda de la sociedad, por higiene moral y para lograr una convivencia normal entre los ciudadanos.