Estrenó Radiotelevisión Española el miércoles un capítulo de su programa En primicia. Estaba dedicado a Silvia Intxaurrondo y era autorreferencial y tramposo, como suele suceder con todas las entrevistas laudatorias y las autobiografías. Lo más relevante del episodio no se halló en la conversación entre Lara Siscar y la estrella periodística de La 1, sino en los créditos finales, donde se especificaba que el programa está realizado por LACOproductora, una empresa fundada por José Miguel Contreras que cobró 1 millón de euros por la primera temporada de este espacio.
Habrá quien se pregunte el motivo por el que RTVE tomó la decisión de encargar a una empresa externa un programa de entrevistas, cuando dispone de más periodistas que ningún medio en España, en los que además invierte decenas de millones al año.
¿Y por qué confió en LACOproductora? Quizás ayude a despejar la incógnita el decir que esta empresa fue fundada en 2018 por Contreras. Le acompañó en esa aventura Jorge Pezzi, quien hace unos meses fue nombrado directivo de Movistar+, casualmente, unas semanas después de que Moncloa decapitara a José María Álvarez-Pallete y situara al frente de su división audiovisual a Javier de Paz, socialista de cuna y amigo y compañero de aventuras de José Luis Rodríguez Zapatero.
Contreras vendió la productora a Prisa en 2022, cuando todavía ostentaba la Capitanía editorial de esa empresa. Entre 2018 y 2024, consiguió contratos de casi 30 millones de euros con RTVE. Entre ellos, el de En primicia, el programa de entrevistas que la televisión pública no tenía la capacidad de hacer. Dicho esto, el resultado es muy digno, aunque Intxaurrondo, una vez más, volvió a ser tramposa.
Una audiencia extraordinaria
No tengo nada en contra de esta señora y sería estúpido obviar el éxito de su programa, que en estas últimas semanas se dispara algunos días por encima del 20% de la audiencia, prueba de que su trabajo tiene gancho entre el público. Pero resulta cuestionable que se presente como una periodista indomable e independiente porque no lo es. Diría incluso que a menudo se deja llevar por sus filias y por sus fobias, lo que le aleja del terreno de lo extraordinario para acercarle al sucio, donde habitamos el resto de los mortales y los plumillas sin esperanza de trascender.
Los hombres y las mujeres se ven obligados a hacer cosas horribles para sobrevivir. Conviven cada día varias horas con personas horribles en trabajos penosos y mal pagados. Pero necesitan trabajar y nadie debería juzgarles porque su actividad no sea merecedora de Nobel de la Paz o de santidad. ¿Por qué deberían sostener en público lo contrario cuando todo el mundo sabe a lo que se dedican?
Esto pasa con Intxaurrondo. Ella no es un caballo salvaje. Un periodista incontrolable es aquel que se la juega cada día con el que manda y ella no forma parte de ese grupo. Prueba de ello es que en su programa laudatorio participó Fernando Grande Marlaska. ¿Alguien piensa de verdad que un ministro iba a prestarse a tal tarea si quien tiene en frente es el típico reportero con fama de cabrón con pintas? Y digo más: ¿Acaso una presentadora independiente se sentiría cómoda si un gobernante le lanzara una loa en público?
Premios del PSOE
El pasado marzo, Intxaurrondo fue a recoger -sin ningún pudor- el premio Ana Tutor. Se lo entregó el PSOE de Madrid, con Óscar López a la cabeza. Los allí presentes alabaron su estilo "independiente" de hacer periodismo. Ya se sabe que cuando un militante reconoce a alguien por su neutralidad es porque está especialmente satisfecho con su desempeño, que es especialmente sensible con sus intereses.
Unos meses antes, la susodicha se adhirió -junto con Iñaki Gabilondo- a un manifiesto que denunciaba "el golpe de Estado mediático y judicial" que sufría España, como consecuencia de la acción contra el Gobierno de la prensa, los jueces y los sindicatos de ultraderecha. Ese texto surgió casi en paralelo a la publicación de la famosa "Carta a la ciudadanía" de Pedro Sánchez, una misiva que difundió al poco de saltar el 'caso Koldo' y la investigación sobre las actividades de Begoña Gómez. Un texto que provocó lágrimas en Pedro Almodóvar y la reacción airada de periodistas que, si el presidente hubiera dimitido, se hubieran enfrentado a una mayor incertidumbre.
Así que no. Intxaurrondo no es independiente ni neutral. Quizás habría que escarbar en su psique para averiguar el motivo por el que acostumbra a negar la mayor. No ocurre sólo en este campo. Ella todavía rechaza que cobrara lo que cobró, pese a que incluso hay una respuesta parlamentaria, firmada por Elena Sánchez -antigua presidenta de RTVE-, que confirma cuáles fueron sus emolumentos.
Las televisiones públicas
Si está en esa posición es porque su tono es favorable al Gobierno. De lo contrario, la purgarían, como ha sucedido con tantos y tantos en las diferentes etapas y televisiones públicas. A José Pablo López, su jefe, lo destituyeron como director general de Telemadrid porque su gestión era contraria a los deseos del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Le contrataron en RTVE porque el enemigo que adquirió en aquel momento -el PP- era el mismo que el de Moncloa.
Intxaurrondo aceptó una oferta de RTVE -no la despidieron de Telemadrid, ahí también oculta la verdad- porque había una vacante en sus mañanas y supongo que intuía que su nuevo director general la iba a degradar. Las televisiones públicas se mueven al son de los intereses partidistas y sindicales, las gobierne la derecha, la izquierda o los nacionalistas de todo pelaje. Negarlo es mentir. Declararse independiente cuando a uno le conocen por su función en un medio del Estado es directamente engañar al personal.
Las televisiones públicas se mueven al son de los intereses partidistas y sindicales, las gobierne la derecha, la izquierda o los nacionalistas de todo pelaje. Negarlo es mentir. Declararse independiente cuando a uno le conocen por su función en un medio del Estado es directamente engañar al personal
A partir de ahí, puede hablar -y con razón- de que la derecha suele montar en cólera cuando sus preguntas son muy duras. Un periodista debe ser incisivo, como ella lo fue con Isabel Díaz Ayuso y con Alberto Núñez Feijóo. Si lloraron..., es su problema. Ahora bien, ¿por qué cree Intxaurrondo que sus entrevistas casi diarias a los ministros no generan tensión en el PSOE y en Sumar, donde las sensibilidades siempre están a flor de piel? ¿De verdad piensa que los socialistas le darían premios si su fiereza fuera igual con la izquierda que con la derecha?
A lo mejor debería reconocer que, pese a su esfuerzo y su dedicación, independiente, lo que se dice independiente... no lo es. Y quizás fue pobre, como quien firma estas líneas, en bien merecida situación, pero ahora ya no lo es. Los vicios de nuevo rico suelen ser comprensibles, pero a partir de ahí uno debe aceptar que, a lo mejor, en el presente no es la misma persona que en el pasado.
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