Dediqué un rato de la mañana del viernes a analizar la cadena de tuits que publicó un día antes Mañaneros 360, el programa de Javier Ruiz. Hay quien piensa que ser periodista es sencillo, que consiste en pisar moqueta, charlar con unos y otros, comer canapés variados, aporrear el teclado y buscar la atención del lector. Equivocado está quien así lo considere. Hay veces que toca bajar al pozo y meter el brazo hasta el codo, abrir la mano y buscar la causa del atasco. Qué se le va a hacer. Todo por la patria.
Aquel día, aprecié que el espacio 'objetivo y de servicio público' que conduce Ruiz había dedicado sus últimos diez mensajes a tres presidentes regionales del Partido Popular: Isabel Díaz Ayuso, Carlos Mazón y Juan Manuel Moreno. Todos señalaban aspectos negativos porque es lo que toca. Porque el de Moncloa aspira a resucitar cuando le daban por muerto, al igual que el teniente coronel Antonio Tejero, enviado a la morgue el miércoles por casi toda la prensa y redivivo el viernes, con el alta hospitalaria de la mano y quizás dispuesto a intentar tomar el mando del Parlamento de nuevo.
Hay que reconocer al sanchismo mediático una habilidad extraordinaria para dar oxígeno al presidente cuando parece ahogarse. El presidente acabó el curso con el agua al cuello, con el segundo secretario de Organización del PSOE imputado y con su sustituto, dimitido antes de ser nombrado por ciertas cuestiones amatorias que no vienen al caso.
Un contexto complejo
La situación a la que se enfrenta en el nuevo curso no es mejor. Su mujer está penta-imputada, con su hermano y el fiscal general del Estado pendientes de causas judiciales y con unos Presupuestos Generales del Estado cuya aprobación depende de un milagro o de una nueva concesión obscena a los separatistas. El gasto militar se ha convertido en un problema de primer orden. Si lo mantiene, Donald Trump presiona. Si lo aumenta, la quinta columna de la que se ha rodeado protesta, dado que considera que las armas sirven para matar, salvo cuando las maneja Putin, claro. Ahí están justificadas porque 'desnazifican' Ucrania. Por eso, Pablo Iglesias y compañía amenazan con tumbar el Gobierno si incrementa esa partida.
Ante esto, hace falta ayuda mediática. Info-entretenimiento revanchista a chorro. Cortinas de humo, mapas de fosas y misiles tomahawk contra el PP. En eso está su prensa. A estas alturas, estos periodistas -a sueldo de RTVE, en mayor o menor medida- ya no necesita presentarse con apariencia de objetividad, así que directamente dedican sus días y sus noches a analizar el terreno en busca de material inflamable que le sirva a Sánchez para generar incendios a sus rivales. O sea, a jueces, periodistas y opositores.
No siempre tienen éxito en su labor pirómana: con la cuestión de las pequeñas bolas de plástico de la campaña electoral gallega fracasaron. Fue una excepción. La mayoría de las veces aciertan y actúan con una precisión y una insistencia encomiables. Ahora que han visto la oportunidad de hacer sangre con el fallo de los cribados de cáncer en Andalucía -cosa lamentable e inexplicable, por cierto, pero que se ha cobrado una dimisión-, se han puesto a la tarea sin descanso.
Los no muertos del apagón
Las diferencias con los partidos de la oposición y con 'su prensa' --que también recibe sus millones de dinero institucional del poder autonómico, que nadie se equivoque-- es pasmosa. Quizás algún español todavía recuerde que, hace ahora seis meses, se produjo un apagón en todo el país que tumbó la red de Portugal. Fallecieron siete personas durante el suceso. Nadie conoce su cara ni llamó asesina a Beatriz Corredor. Tan sólo se reiteró la evidencia de su incompetencia y su especial apego a su cargo, que está muy bien retribuido.
A Díaz Ayuso se han referido como homicida en reiteradas ocasiones por su gestión de las residencias durante la covid-19. Las terminales mediáticas de la izquierda decidieron que el protocolo de desatención a estos ancianos sólo existió en Madrid, se inventaron un número de muertos -7.291-, grabaron un documental, lo emitió en RTVE, con Fortes de maestro de ceremonias; y, mientras tanto, sus militantes llenaron la ciudad de pegatinas con ese número e incluso Sarah Santaolalla hizo un posado con una camiseta en la terraza de un ático cualquiera.
Reproducen la dinámica del Prestige una y otra vez porque funciona: si el PSOE aprecia que puede sacar provecho de una desgracia, comienza a maniobrar para convertirla en su bandera política. Por eso, tras la noticia del injustificable fallo con los cribados del cáncer en Andalucía, comenzó a machacar, a hacer famosas a las afectadas, a las representantes de las asociaciones de víctimas y a la portavoz socialista del ramo.
Los hilillos
Podría decirse que hay cierta vocación 'ciudadana' y de servicio público en todo esto, en los reporteros, en Ruiz, en sus contertulios, en Pepa Bueno con ese hilillo de voz, nostálgico, como añorante..., pero quizás habría que sospechar que existe algo más. Aquí no se trata sólo de informar. Aquí hay que transmitir eso de que "Moreno Bonilla está KO" y, a continuación, terminar el tema con el debate que le conviene al PSOE, sobre la derecha. "¿Su objetivo es privatizar la Sanidad?".
He aquí la cuestión, su especialidad, la coprofilia mediática gourmet. Se recurre a las víctimas para conmover a la audiencia. Una vez eso sucede, se le dice que, mucho ojo, lo de los cribados sólo puede ser el principio si usted vota a Juanma y no a María Jesús. De ser un buen periodista a un soldado no hay tanta distancia.
¿Recuerda el lector cuánto tiempo estuvieron los sanitarios en el primer estado de alarma sin equipos de protección? ¿Conoce desde qué ministerios se hicieron las compras de material y por qué a Armengol, por poner un ejemplo, le llegaron defectuosos, en parte, y tarde, en otros casos? Pues que sepa que esos mismos, los que controlan hoy la televisión pública, le intentan transmitir que la culpa es del contrario, que quiere privatizar. Hacen el todo con la parte, presentan la realidad con visión de túnel, manipulan, seleccionan... y se fuman un puro. No hay ninguno que cobre un sueldo de menos de seis cifras.
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