José Pablo López y Miguel Ángel Oliver se fotografiaron este martes en Torrespaña para anunciar un acuerdo entre los medios públicos en un momento en el que "las amenazas" contra ellos están "a la orden del día", según se escuchó durante la comparecencia. No le faltó la razón a López al lanzar esa afirmación. Hay un diputado de Vox, llamado Manuel Mariscal, que en una comparecencia parlamentaria apeló recientemente a emplear "motosierra o lanzallamas" contra RTVE, lo cual, podemos concluir, implica cierto peligro para la corporación.

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Existen otros peligros que acechan a los medios públicos. El Consejo de Informativos de TVE comparecía este martes ante la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo para hablar de una de ellas. Solicitó turno hace ocho años, con Mariano Rajoy en Moncloa, y lo hizo para hablar de las dificultades a las que entonces se enfrentaba la corporación para mantener su "independencia, neutralidad y pluralidad". Quienes denunciaban aquello en aquel año, ahora callan, en muchos casos, ante fenómenos muy similares o incluso peores.

Durante su conversación, mediante vídeo-conferencia, este órgano puso el foco en el "sesgo político evidente" de programas como Mañaneros 360, Malas Lenguas o Directo al Grano. El de Javier Ruiz, el de Jesús Cintora y el de Gonzalo Miró y Marta Flich, en los cuales la corporación ha invertido 23 millones de euros entre enero y octubre. A juicio del Consejo de Informativos, en estos espacios se actúa contra los "principios deontológicos" de la corporación, lo cual también supone una "amenaza" para los ciudadanos y para los profesionales que intentan hacer allí su trabajo con la esperanza de que ninguna orden gubernamental condicione el tono de sus noticias.

La entrevista al presidente

La actualidad es tan impredecible como la propia vida y hay veces que se empeña en hacer la puñeta a quien prepara algo importante. La lluvia puede arruinar la boda a una novia, del mismo modo que un temporal puede chafar un viaje en barco. La indiscreción del presidente del Gobierno también puede destrozar un discurso o ilustrar sobre lo vacía de contenido que está una declaración de intenciones como la que han exhibido López y Oliver este martes.

Porque un rato antes de que estrecharan su mano y se fotografiaran, Pedro Sánchez reconocía a la periodista Gemma Nierga que RTVE inauguró un canal en catalán hace unas semanas --La 2Cat-- porque formaba parte del acuerdo de investidura que alcanzó con Junts. Cuando Miriam Nogueras se refirió a ese proyecto en esos términos, en la corporación corrieron a negarlo, pero, al final, era cierto. Desde luego, el mero hecho de que siete votos en el Parlamento lleguen a condicionar el Presupuesto en una empresa pública de medios de comunicación resulta también toda una amenaza.

Por si las coincidencias expuestas hasta ahora fueran pocas, este martes se cumplía un año de la toma de posesión del nuevo Consejo de Administración de RTVE. Su designación implicó la destitución del anterior, con mandato en vigor y enfrentado por cuestiones políticas y personales, para nombrar uno un poco más obediente. Dado que Moncloa no contaba con los apoyos parlamentarios suficientes para reformar la ley que regula el funcionamiento de la corporación, ofreció asientos en el Consejo a los grupos de investidura, a 125.000 euros de sueldo anual por unidad.

Pero como esa jugada implicaba introducir distintas sensibilidades en este órgano, rizó el rizo y otorgó al presidente que propuso --José Pablo López-- plenos poderes sobre la contratación de programas. Desde entonces, han aterrizado por allí las estrellas del info-entretenimiento, además de productores como Oriol Soler, cabeza pensante del independentismo, propagandista y estratega, a quien le acaba de caer un contrato de 2,7 millones de euros. Hay que reconocer que la audiencia se ha disparado, pero sería injusto ocultar que todas estas maniobras han supuesto un riesgo para la imagen y la solvencia de la corporación.

De Garea a Oliver

Tampoco podría decirse que Pedro Sánchez pensó en que la mujer del César, además de serlo, tiene que parecerlo, cuando eligió a Miguel Ángel Oliver para presidir la Agencia EFE, después de haber encabezado la Secretaría de Estado de Comunicación. Oliver sustituyó en su cargo a Gabriela Cañas, quien el pasado verano, en un artículo en El País, advirtió de que una de las grandes amenazas para la libertad de expresión de este país es el propio Ejecutivo.

Oliver destituyó en 2020 a Fernando Garea al frente de la agencia pública de noticias porque --según la versión del afectado-- esta empresa no había demostrado una especial sensibilidad con la agenda del Gobierno. Si la conclusión, después de todo esto, es que los medios públicos españoles se enfrentan a amenazas mayores que la del propio Pedro Sánchez y su equipo --y de la política, en general--, parece que hay alguien que está intentando anteponer un peligro menor al principal por interés partidista. No conviene tampoco llevarlo al terreno personal, ni al concreto de RTVE: estas cosas suceden en toda la Administración. Lo que sucede es que los gobiernos anteriores no han llegado a movilizar 2.300 millones para controlar Telefónica y no han situado a exgobernantes al frente de un medio público o de la Fiscalía General del Estado.

Por cierto, Oliver y López se habían reunido este martes para firmar un acuerdo de colaboración entre estas empresas "con el fin de desarrollar proyectos e iniciativas conjuntas en el ámbito periodístico". "El acuerdo apuesta por poner en marcha nuevos formatos, canales y plataformas; potenciar las marcas RTVE y EFE como generadoras de contenido informativo; generar sinergias estratégicas y optimizar la estructura internacional de las dos corporaciones".

Ambas empresas tienen una presencia notable en diferentes puntos de interés internacional donde pueden dedicar más recursos que los medios privados. El otro día, veía dos crónicas de Óscar Mijallo, desde Kiev; y de José Antonio Guardiola, desde Honduras, y, tras comprobar su brillo, pensaba: ¿qué opinarán al ver las mañanas de La 1? Quizás ellos detecten mejor el origen de la amenaza.

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