Anunció Moncloa la presencia de Ernest Urtasun en la Filmoteca Nacional en la tarde del miércoles para inaugurar una exposición dedicada al NO-DO. Es decir, a la propaganda franquista. El libreto de la muestra incluía una completa descripción de su contenido, pero también un aviso de que los fondos utilizados habían sido digitalizados gracias a los Fondos Next Generation.

Estas partidas presupuestarias se crearon para garantizar una "recuperación económica sostenible y modernizadora en los Estados miembros" después del mazazo de la covid-19; y se vendieron como una especie de Plan Marshall contemporáneo para recuperar la actividad en la Eurozona en esas circunstancias. Estos programas de ayudas sirven como alivio rápido a las urgencias de los sectores productivos --y todo sale del bolsillo del contribuyente--, pero también son peligrosos cuando los administran las manos de los malos gobernantes, cosa desconocida por estos lares, por supuesto, ya que en Moncloa y aledaños sólo se mueven por la virtud.

Así que uno de los proyectos a los que se ha destinado esta partida presupuestaria es a convertir en 4K el "material foto-químico" que compone los archivos del NO-DO, en una interpretación un tanto sui generis de de uno de los objetivos que persigue este plan europeo, como es el de avanzar en la digitalización de las economías de la UE. No es el único proyecto ni el más sospechoso, en este sentido. De hecho, al poco de presentar los NextGen, el BOE se hizo eco de la formalización de un convenio --con un presupuesto de 1,2 millones de euros-- para digitalizar los fondos del Grupo Promecal, el de los Méndez Pozo, una de las principales mediáticas de Castilla y León, donde nunca viene mal un aliado.

Las redes clientelares

Siempre que se reparten tantos millones de dinero público, se corre el peligro de engordar redes clientelares y fortalecer la propaganda progubernamental. Desde el punto de vista histórico, tiene sentido que se protejan los archivos de la tétrica época franquista. El problema es cuando ese material se utiliza con un fin político. Por ejemplo, para organizar una exposición dentro del año dedicado al antifranquismo. O, mejor dicho, a hablar de Franco para intentar remontar en las encuestas mediante las advertencias sobre los riesgos de la derecha venidera.

No es casualidad que el ministro Urtasun se haya expresado en estos términos durante la inauguración: "La muestra es un recordatorio de que los procesos de restauración democrática no se producen de un día para otro, y España no fue una excepción. Hay estructuras de poder, simbólicas, materiales, que trascienden las fechas oficiales y las efemérides. Y esta es la prueba de que una democracia cuesta muy poco perderla y mucho tiempo recuperarla". Éste último es el leitmotiv de este 2025. Que viene el lobo. Que vuelve. Que volverá. Que nos votes para evitarlo.

Las palabras del titular de la cartera de Cultura son ciertas, pero conviene también advertir de que, en ocasiones, la democracia pierde intensidad como consecuencia de los gobernantes insatisfechos, que no suelen llevar disfraz de canis lupus, sino de cordero, con discursos sobre el poder popular y la fuerza de la gente, pero afán por controlar los poderes que deberían funcionar de forma independiente.

Francisco... Salazar

Sería injusto culpar sólo al Gobierno de la instrumentalización de los medios públicos, dado que no hay partido en España que haya renunciado a meter a sus delfines en sus órganos de toma de decisiones, incluido Sumar. Pero lo cierto es que RTVE vive tiempos actualmente que son, sin duda, menos oscuros que los de aquella dictadura mojigata, cateta y castrense.

No se habla en el programa de Javier Ruiz de Begoña como en la TVE franquista de doña Carmen, pero tampoco se puede decir que allí se esfuercen en trasladar la realidad a los españoles a través de un espejo recto, que no ofrezca una imagen distorsionada de la realidad. De hecho, unas horas antes de que Urtasun acudiera a la citada exposición para recordar que el NO-DO era, en parte, "desinformación", el periódico El Mundo se hizo eco de una singular información que advertía de que a los programas de actualidad de RTVE --el de Intxaurrondo y el de Ruiz-- se les olvidó abordar que al PSOE se le habían extraviado las denuncias contra Paco Salazar. El cual, por cierto, no sabía de caballos cuando Pedro Sánchez le envió a dirigir el Hipódromo de Zarzuela. ¿Por qué fue allí, pues? Evidentemente, porque los privilegios de la familia sanchista para con el uso y disfrute de las empresas públicas no son tan... tan diferentes como los de otras épocas, democráticas y predemocráticas. A los del partido y los del régimen siempre se les ha cuidado.

Pudo alertar Urtasun en la exposición que la democracia también la degradan los suyos, pero aquí se trata de poner el foco en otro sitio para advertir de que el peligro siempre llega de factores externos. Mientras se celebra que hoy a Paco ya no se le ve pescar truchas en filminas, sino en alta definición, pero a la vez se advierte de los burdos trucos de magia negra televisiva de aquella época oscura, se presta menos atención a la publicidad pagada con dinero público de estos tiempos; o a maniobras para ganar adeptos y optar a puestos cuando haga frío, dentro y fuera de España. Por ejemplo, la de pedir perdón a México por aquello de la Conquista, como hizo el martes el ministro.

El sanchismo, como el régimen, cuanto más débil se ha visto, más ha incrementado su gasto en propaganda.