El recuerdo de aquella columna parece hoy un sueño. Ussía era entonces el príncipe de La Razón. Luis María Anson le había fichado pocos meses antes, tras su abrupta salida de ABC a cuenta de un artículo en el que hablaba del cerdo autóctono vasco cuando se estaba planeando el plan Ibarretxe, que Ussía escribía Ibarreche. Pero en aquella columna Ussía no mencionaba al lehendakari del plan. Solo hablaba del genuino puerco euskaldún, agraciado por la naturaleza con una mayor capacidad pulmonar que el cerdo común. Algunos –el director de ABC de entonces, los consejeros del grupo editor cercanos al PNV– lo interpretaron como un inaceptable ataque al pueblo vasco. La columna no se publicó y Ussía, histórico de la casa, abandonó de mala manera el viejo diario monárquico.
Anson, guardián de las esencias del “ABC verdadero”, no desaprovechó la oportunidad de injertarle inmediatamente, con sus lectores y su sociología, en el periódico que había fundado seis años antes. Hizo, de hecho, de Ussía un emblema de La Razón. Poco a poco, el articulista estrella derivó en figura totémica que recibía a los príncipes y a los ministros en entregas de premios y actos institucionales.
‘Bla bla bla, bla bla bla bla bla bla’. La columna. ¿Aquello se publicó efectivamente o es una broma de la memoria alimentada por la idea que tenemos de Ussía? Una idea que tiene menos que ver con el articulista reverenciado por la derecha monárquica que con el más transversal genio del humor que se desdoblaba ante el micrófono del Debate Sobre el Estado de la Nación de Luis del Olmo, embajada sonora de La Codorniz, en Floro Recatado, Marifé de Camas, el doctor Gorroño y, claro, Sotoancho. Para verificarlo me acerco a la librería Alcaná y compro por 0,90 euros un viejo ejemplar de Crónica del desastre, libro que recopila un año de artículos de Ussía, entre octubre de 2004 y octubre de 2005. La portada es una preciosa ilustración de Mingote, en la que Zapatero salta una comba que mecen relajados Pasqual Maragall y Carod-Rovira.
‘Bla bla bla, bla bla bla bla bla bla’. La columna. ¿Aquello se publicó efectivamente o es una broma de la memoria alimentada por la idea que tenemos de Ussía?
La columna aparece al primer hojeo. Publicada originalmente en La Razón el 25 de mayo de 2005, se titula El pensamiento de Zapatero sobre la política internacional, la reforma de la Constitución y su idea del diálogo y el talante. Y es, en efecto, el bla bla bla recordado, la interjección repetida 483 veces, con acotaciones, interrogaciones y exclamaciones. La nada declamada pocos días después del debate sobre el estado de la Nación (el de verdad, cuando lo había; antes de que la progresiva desactivación institucional llevada a cabo por Pedro Sánchez terminara con esta civilizada rutina democrática).
“¿Bla bla bla bla, bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla?”. ¿Quién podía permitirse algo así? El genio del humor. Pocas páginas antes hay otro texto descacharrante, del 4 de marzo, una crónica ficticia en un francés macarrónico perfectamente inteligible del discurso chapurreado por Zapatero ante la Asamblea Nacional francesa: “Chirac fit la proposition a Rodriguez-Chaussurier de parler avant les membres de l'Assamblé Française en un parfait français, divinement prononcié et avec une grande richesse de vocabulaire que nous laissez a tous atonites, beaucoup orgulleises y sincerament acoujonnés”.
Ussía le intenta poner humor a la cosa. Algunos ministros inefables como Carmen Calvo o Moratinos se lo ponen fácil. Pero era aún más fácil perder la sonrisa y la calma en la España de entonces. Un país descoyuntado por el 11-M, atascado en un duelo tóxico, agitado por las transacciones del Gobierno con los independentistas, las negociaciones con ETA, las manifestaciones de las víctimas del terrorismo, la instrumentalización política de la memoria histórica, el bla bla bla aparentemente inocuo pero disolvente. Y Ussía se acuerda del abuelo Muñoz Seca, de Paracuellos, señala a Santiago Carrillo, como antaño. “España no se puede dividir de nuevo entre fosas de un lado y tumbas del otro”, proclama en noviembre de 2004. “Honremos a todos los asesinados respetando sus huesos y mirando al futuro”. Saca un poco los pies del tiesto con lo del matrimonio igualitario –“un homosexual no se casa, no porque la ley lo impida, sino porque no quiere”, asegura en septiembre de 2005–. Pero en una columna de octubre, Un facha, hace profesión de principios y convicciones perfectamente democráticas que bajo el incipiente paradigma de la polarización –“nos conviene que haya tensión”, que dirá Zapatero en 2008– le convierten automáticamente en eso: un facha. “El PSOE dominante es hoy un engranaje perfecto del estalinismo con el franquismo”, describe en mayo mientras le invade “una profunda tristeza, que no concuerda con el color estallante de la primavera” en Comillas. Ussía perdía el buen humor porque “España se nos va de entre las manos”. Y podría haberlo escrito ayer mismo. Veinte años después, veinte años de bla bla bla.
Texto publicado en La escritura indomable, libro de homenaje a Alfonso Ussía de reciente aparición
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