RTVE ha presentado esta semana Aria, locos por la ópera, un talent show que busca acercar el canto lírico al público general. La cadena lo ha inscrito en la programación navideña, aún sin fecha cerrada, y lo ha confiado a dos rostros reconocibles con voces privilegiadas: Ruth Lorenzo en la conducción y Juanjo Bona en el backstage. Es la primera adaptación internacional de un formato nacido en la televisión pública holandesa NPO1, donde Aria reunió a 1,2 millones de espectadores y un 20,4 % de cuota en su final de 2021, consolidando su continuidad durante tres temporadas y una cuarta ya en preparación.
El estreno llega en un momento curioso para el género. Tras el giro sinfónico de Rosalía en LUX –y el impacto de Berghain, su aria doméstica en clave pop–, la música clásica ha regresado a la conversación cultural. RTVE se apoya en ese clima para recuperar lo que Ana María Bordas, directora de Producción de Contenidos, ha descrito como “la casa de la música”. “La lírica no tiene que ser elitista, debe llegar a todo el mundo”, ha insistido en la presentación, en la que también ha intervenido María Eizaguirre, directora de Comunicación, subrayando que el programa “derriba muchos de los clichés” asociados a la ópera.
Diez intérpretes y un juez fantasma
Aria constará de cuatro entregas de unos 90 minutos y reunirá a diez concursantes seleccionados entre más de doscientas candidaturas: Álvaro, Aseel, Carmen, Esaú, Ginés, Guillem, Jorge, Klaudya, Marina y Merlyn. El director de Gestmusic, Tinet Rubira, ha hablado de un casting de “valientes”, porque “el mundo de la música clásica y la televisión no suelen mezclarse”. Algunos están empezando; otros han retomado la lírica tras años de pausa; otros han tenido que emigrar.
El jurado lo forman la soprano Isabel Rey, el tenor José Manuel Zapata y la directora de orquesta Virginia Martínez. A esta terna se suma una figura escondida: un juez secreto que tomará la decisión final en cada gala. Rubira lo ha presentado como “el fantasma de la ópera” del programa y ha adelantado que es alguien “que está jugando en las ligas mayores”.
Cada noche, la Franz Schubert Filharmonia, dirigida por Tomàs Grau, acompañará a los aspirantes en las arias y en adaptaciones de repertorios de otros géneros. Grau ha expresado un deseo sencillo: que muchos niños descubran la ópera gracias al programa.
Una estructura pedagógica y transversal
La adaptación española incorpora un elemento divulgativo: Mario Marzo –actor, pianista y creador de contenido– introducirá cada obra y pondrá en contexto sus historias. Además, varios artistas conocidos fuera de la lírica interpretarán piezas populares adaptadas al registro operístico. RTVE lo presenta como un formato de servicio público: “Es un programa hecho con calidad, para ver en familia durante estas navidades”, ha dicho Bordas.
Ruth Lorenzo ha agradecido la apuesta por un talent musical “con este nivel de producción”, y Bona ha subrayado el “respeto” que ha observado en los concursantes. Isabel Rey ha descrito su papel como “el trabajo soñado: enseñar lo que he aprendido a gente hambrienta de aprender”. Zapata lo ha resumido así: “Solo necesitamos coger al espectador de la mano y traerlo a nuestro terreno”.
Entre el pop y la lírica
Aria llega en un año en que la voz operística ha encontrado un hueco inesperado en el mainstream. Las imágenes de Rosalía planchando mientras canta con una orquesta y su registro soprano en Berghain y otros temas de LUX han devuelto al imaginario popular ciertas formas líricas que parecían relegadas. En ese intersticio se sitúa la apuesta de RTVE: cuatro noches, diez intérpretes, una orquesta en directo y un juez oculto.
La cadena intenta recomponer su relación con los formatos musicales. Lo hace con un programa que combina pedagogía, espectáculo y un punto de misterio. La respuesta llegará, como siempre, cuando se enciendan las cámaras.
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