Las máquinas expendedoras inversas se han posicionado como una de las propuestas más innovadoras para fomentar el reciclaje en Europa. A diferencia de las tradicionales, estas no dispensan refrescos o aperitivos, sino que en este caso recompensan a los usuarios a cambio de los envases vacíos que devuelven. Este concepto está empezando a cobrar impulso en campus universitarios y otros espacios públicos, donde el objetivo es fomentar hábitos sostenibles y además recompensar con un pequeño incentivo, económico o bien en especie, por la devolución de cada lata o botella reciclada.
El auge de las máquinas expendedoras ‘inversas’
Las sedes de Motherwell, Coatbridge y Cumbernauld, ubicadas en Escocia, han sido las pioneras en la implementación de este tipo de máquinas expendedoras inversas. El proyecto, realizado en colaboración entre la entidad sin ánimo de lucro Keep Scotland Beautiful y Coca-Cola Europacific Partners, ha permitido a los estudiantes reciclar durante el mes de Septiembre y recompensarles con 20 peniques e incluso más (aproximadamente 0,23 euros) por cada envase que depositen en la máquina expendedora inversa.
El objetivo de la propuesta no consiste únicamente en impedir que se generen residuos plásticos y metálicos en los campus, sino que también quiere contribuir a concienciar sobre los propios materiales reciclables. Cada lata o botella devuelta no es solo un residuo, sino que se convierte en parte de un circuito sostenible que colabora a disminuir el impacto medioambiental y la curva de degradación de la economía circular.
El éxito de la prueba piloto
A lo largo de cuatro semanas, los estudiantes procedentes de Escocia manifestaron una buena disposición hacia el sistema de recompensas. La posibilidad de hacer dinero con la acción de reciclar, se ha transformado en una actividad habitual y conscientemente rentable. Los resultados reflejan un aumento en el reciclaje y, por otro lado, un grado de interés más elevado entre los jóvenes por una adecuada gestión de residuos.
Tales programas permiten hacer una aproximación progresiva hacia la futura implantación de esta tecnología que se espera que vaya a convertirse, con el tiempo, en una rutina normal de los ciudadanos británicos.
Cómo funcionan las máquinas expendedoras ‘inversas’
Las máquinas están provistas de sensores que identifican el tipo de material que se está depositando, plástico, aluminio o vidrio y, una vez identificado el mismo, el sistema valida el envase y expide un comprobante o un abono directo al usuario. A veces, ese abono puede ser canjeado por dinero o por saldo para usar en cafeterías o comedores universitarios.
El funcionamiento se cimenta en un principio elemental: cada envase posee un valor agregado. Con ello, los residuos se convierten en una materia prima útil con la que se puede cerrar el ciclo de producción y consumo.
Ventajas para usuarios y medioambiente
La repercusión de las máquinas no solo afecta a lo económico, sino que contribuyen a erradicar la contaminación, a aminorar el uso de los vertederos y a propiciar una mayor conciencia ecológica. En los espacios universitarios, su propia presencia también sirve como recurso didáctico, instando a la siguiente generación de jóvenes para participar activamente en la defensa de nuestro planeta.
El dinero que se puede ganar reciclando
Si bien la cantidad de 0,23 euros por envase puede parecer una cantidad modesta, el aumento de la cantidad de botellas y latas incrementa el ahorro a largo plazo. Un estudiante puede recuperar varios euros simplemente reciclando el contenido consumido en un sólo día de clase.
Un modelo de expansión
El éxito en Escocia permite que este sistema se implemente en otros países de Europa. Las máquinas expendedoras inversas suponen un paso hacia un futuro más sostenible, donde todas las acciones suman. Convertir residuos en oportunidad de negocio significa demostrar que el compromiso con el planeta también significa hacer dinero.
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