"No es lo mismo el verde de El Mago de Oz que el de Vertigo o el de Matrix". El primero es mágico, el segundo tétrico y el tercero distópico. "Todo es verde, pero hay una evolución tecnológica que hace que se muestre de forma distinta", explica Miguel A. Delgado, comisario de Color. El conocimiento de lo invisible, la nueva exposición de la Fundación Telefónica que ahonda en el concepto más intangible de la gama cromática.

El color, término que acompaña al ser humano desde su nacimiento, es considerado como un elemento escultural y preciso. "Es una palabra que asociamos con algo reconocible que está en nuestras vidas desde bebés", apostilla María Santoyo, la también comisaria de la muestra. Partiendo de esa base común, "si intentas definir el color entras en un terreno pantanoso". Además, Santoyo considera que "está relacionado con algo muy denostado como la belleza", y por ende, "hacer una exposición bella parece una frivolidad".

El pigmento se analiza en este viaje visual en sus facetas más desconocidas: la social, la política, la económica y la tecnológica, generando una red que comienza trazando las primeras teorías del color asociadas a Newton o Goethe, para terminar con un recorrido de su impacto en la cultura pop, e incluso, en la construcción y deconstrucción de género.

La paradoja de la ilusión óptica

El prisma, objeto que desengranó la ciencia del color al estudiar las diversas tonalidades que surgían al descomponer su luz, fue el primer aliciente que Isaac Newton analizó en su amplia teoría cromática. Desde entonces, el simbolismo que recorre la trayectoria del pigmento ha ampliado sus miras.

Entrada de la exposición Color. El conocimiento de lo invisible en el Espacio Fundación Telefónica. Cynthia Serna Box.

La subjetividad se ha convertido en líder y la interpretación, el cómo la propia sociedad bebe las diversas tonalidades que la conforman, en su más fiel seguidor. "La experiencia con el color es personal y es, en cierta medida, una construcción", afirma Delgado. "No es que hoy haya más colores que antes, sino que la percepción de cada tiempo se adapta a las necesidades culturales", replica Santoyo.

No es que hoy haya más colores que antes, sino que la percepción de cada tiempo se adapta a las necesidades culturales"

MARÍA SANTOYO, COMISARIA DE LA EXPOSICIÓN

Así, resulta hasta casi religioso hablar de gamas cromáticas por épocas, de colores asociados a determinados periodos sociales. Los 70, la era del flower power y los símbolos de paz, se designó por los pigmentos cálidos: el amarillo, el naranja, el marrón y las tonalidades granates. Los 80, la emancipación de la cultura de la discoteca y el desenfreno, apostó por el neón, el estampado y los tonos estridentes.

"Identificamos las épocas con colores determinados", declara el comisario de la muestra. "Tarantino en Érase una vez en Hollywood va a las paletas de colores de los 60", ejemplifica.

¿Azul Klein o azul Levi's?

Asociado al mar o al cielo, el color azul ha conseguido traspasar la barrera de lo común y convertirse en arte, o incluso, icono. En 1850, Levi Strauss inventó los blue jeans, los vaqueros más icónicos de la historia que se crearon por medio del denim, una prenda resistente que adquirió su particular tonalidad tras varios tintes de índigo, tinta fácil de conseguir además de barata.

El color es social, es político, es económico, es subjetivo, pero se convierte en algo común más allá de las creencias"

MARÍA SANTOYO, COMISARIA DE LA EXPOSICIÓN

Los Levi's se convirtieron en un símbolo de la clase obrera, pero también en un auténtico icono pop: Bruce Springsteen los llevó en su icónica portada de Born in the U.S.A. (1985), Marty McFly viajó al futuro con ellos puestos y los mercadillos vintage llevan años peleándose por venderlos a precios bajos entre jóvenes hambrientos de nostalgia.

Portada de Born in the U.S.A, el álbum más vendido del año 1985.

Bajo una categoría más galerística, el azul que acuñó el propio Yves Klein también se convirtió en paradigma, esta vez artístico, de cómo un color puede generar su propio lenguaje y abecedario.

"El color es una simbología que cala en la sociedad y que estamos subvirtiendo", relata María Santoyo. El eterno debate del color azul siendo asignado al género masculino y el rosa al femenino se está intentando deconstruir alrededor de las nuevas identidades y de una juventud que quiere evitar estar lastrada por preceptos heredados de otras generaciones. "Nos cuesta mucho, que se lo digan a la industria juguetera", replica la comisaria.

"El color es social, es político, es económico". "Estamos hechos de la misma materia, que en este caso es el color", explica Santoyo. "Es subjetivo, pero se convierte en algo común más allá de las creencias".