Iconográficamente, el río Támesis ha marcado mi generación a través de la televisión: recuérdese la fotografía de Thames Television antes de los programas de Benny Hill. Dominando aquella imagen, estaba la catedral de San Pablo. Ésta, y los otros grandes monumentos de la capital como el Big Ben y el Puente de Londres, se reflejaban sobre la superficie espejeante del Thames o Támesis. Pero a Frau Machinen no le dejaban ver Benny Hill en casa, pues lo consideraban inapropiado para una joven. Al tiempo que recorremos la margen del río, a ella se le ocurre una referencia de más peso, no obstante.

—Por otro lado, el escritor y navegante Joseph Conrad se mostró fascinado por este río. Tanto al inicio de El corazón de las tinieblas como en El espejo del mar, Conrad discurre sobre la naturaleza del Támesis. No le parece un río nada fácil de dominar. Los arenales y fondos de la sección fluvial que va de Londres hasta la desembocadura deben de ser muy traicioneros. En El corazón, el protagonista de la historia imagina cómo deberían haberse sentido los romanos conquistadores que remontaron el salvaje Támesis. Hay implícita una curiosa comparación entre el Támesis y el Congo, aunque, por cierto, este último nombre propio nunca se llega a nombrar en la novela…

Entre Kurtz y Benny Hill llegamos hasta el puente de Westminster. Tenemos, a un lado, el Big Ben y el Parlamento del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, lugar común de cualquier película de espías. Atravesamos, entonces, el segundo puente de Londres rumbo a nuestro hotel. El calor me hace ver el agua de color tofe del ancho río con ojos de bañista. En realidad, tengo en mente un cuadro de 1750 del pintor Samuel Scott titulado Un arco del puente de Westminster. En este óleo, que veré en la Tate Britain, tenemos a unos tipos subidos en una embarcación con cestas y a dos bañistas pasándolo bomba. Al fondo, tras el puente, que se acababa de construir entonces, una familia de orden los mira, al tiempo que se sube en su propio bote. 

'Un arco del puente de Westminster' (c. 1750), de Samuel Scott. | Tate

Bañarse en el Támesis

Samuel Scott fue uno de los varios artistas ingleses influidos por Giovanni Antonio Canal, llamado Canaletto. Los canalettianos de Londres son como los caravaggistas de Utrecht: un inesperado maridaje europeo. Hay que decir que Canaletto se instaló en Londres por ese tiempo y allí permaneció durante, aproximadamente, una década. Esos personajes bañándose en el río en un día de calor acuden a mi mente mientras atravieso el gran puente, sobre los arcos dieciochescos, y diviso el hotel en el que me voy a quedar esa noche, el London Marriott Hotel County Hall. Imposible no verlo junto al London Eye, la icónica noria erigida en el Southbank en el año 2000.

El London Marriott Hotel County Hall está sito en un imponente edificio civil de Ralph Knott de los años 20: período georgiano. Antes de entrar por la puerta principal, uno surca una galería-arcada de grávida piedra institucional que culmina en un patio y una puerta principal al que fuera el Consejo del Condado de Londres o Consejo del Gran Londres, institución que legislaba sobre más de 30 municipios de la región de Londres y que fue abolida en los años 80 por el gobierno de Margaret Thatcher. El hotel, tal y como lo conocemos, surcado por largos pasillos, abrió en 1998. 

Entretanto, se ha hecho de noche, y desde este hotel, como ya dije, del barrio de Lambeth, veo el mismo transitado río y el Big Ben refulge con un ojo amarillo. Ya no me apetece bañarme. Desde nuestra habitación se ve todo. Frau Machinen toma un documento indicativo donde cada edificio del panorama viene reproducido junto con su nombre: son Torre Victoria, Westminster Abbey, Big Ben o Torre Elisabeth, el siguiente tiene el cómico nombre de Portcullis House, y luego Governments Offices, Commonwealth Parliamentary Association, New Scotland Yard, el ministerio de Defensa, Whitehall Court y Charing Cross Station. Todo esto veo, sobre el Thames; no detecto el reflejo que tenía en aquella vieja imagen icónica, antes del show, entre charlotismo y landismo (¡nuevo maridaje!), del pícaro Benny Hill. 

Vista nocturna desde una de las habitaciones del Marriott Hotel County Hall.

Leo otra nota del hotel que dice lo siguiente: "Our Guests Relations Team is delighted to have you with us as our guest and we hope you have a wonderful time in London". Ellos esperan que pase un tiempo maravilloso en Londres.

—Y así está siendo.

—Sin duda. Ya me quedaría a vivir aquí, no sé, diez años.

¡Como Canaletto!

-Exacto.

—¡Cortinetti! —se ríe Frau Machinen, al tiempo que el ojo del Big Ben señala la nueva hora.