Sesenta y tres años después de su última apertura al público, la Casa Cornide ha dejado entrar de nuevo a visitantes. Lo ha hecho por obligación: la familia Franco, propietaria del inmueble coruñés desde 1962, cumple ahora con el calendario de visitas marcado por su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), que exige acceso gratuito al menos cuatro días al mes. El incumplimiento de esta norma ya les ha costado una sanción de 3.000 euros de la Xunta.

En la segunda jornada de apertura, el acceso se ha limitado a un grupo reducido de personas y sin posibilidad de tomar fotografías –cinco personas por turno de visita de una hora, los lunes, de 09:00 a 13:00 horas–. El recorrido ha comenzado puntualmente en el vestíbulo, presidido por una escultura pétrea de Santiago peregrino y una placa con la Virgen María junto a Santa Catalina y Santa Bárbara. Ninguna de estas piezas es original de la casa; expertos que participaron en la primera jornada las situaron en época medieval.

La planta baja presenta todas sus ventanas enrejadas. Al sur, un salón, dos habitaciones –una con vestidor– y dos baños; al norte, la escalera de piedra original, acompañada de un ascensor añadido en una reforma. Dos repisas de piedra con inscripciones marianas conservan solo el hueco de las tallas desaparecidas. El resto de estancias están vacías, salvo por armarios sin contenido y sanitarios en los baños.

Heráldica y poco más

En el piso principal, un salón dividido en tres dependencias se abre al balcón de la fachada principal, con vistas a la Colegiata de Santa María. Lo acompañan una chimenea de mármol rojo, una lámpara de araña, una cocina con despensa, dos habitaciones y dos baños, algunos con arcos Tudor sobre las molduras.

El piso superior suma dos salones, otra cocina, cuatro dormitorios y tres baños. El ático, añadido en una ampliación, cuenta con un suelo traslúcido para iluminar el nivel inferior, lavandería, antiguas despensas, dos habitaciones, dos baños y una terraza al sur con vistas a la plaza de Azcárraga.

El papel pintado y la variedad de azulejos son una constante: desde motivos heráldicos con águilas, leones y escudos hasta tonos rosas y diseños geométricos. Todo ello en una casa que permanece sin muebles ni enseres, abierta ahora únicamente los lunes por la mañana.

Queda pendiente el frente judicial. El Ayuntamiento de A Coruña anunció hace años su intención de revertir la venta de 1962 y recuperar la Casa Cornide para el patrimonio público, pero la demanda sigue en preparación.