Moscú anuncia fiesta musical con etiqueta soviética. El 20 de septiembre arranca Intervisión, el festival de la canción que Vladímir Putin ha decidido resucitar como réplica rusa a Eurovisión. No es un invento nuevo: nació en los sesenta bajo el paraguas de la Organización Internacional de Radio y Televisión, cuando el bloque socialista necesitaba su propio escaparate musical frente al brillo kitsch de Occidente. Medio siglo después, con otro mapa geopolítico, vuelve al calendario con un reparto de lo más pintoresco.

El certamen tendrá 21 participantes, desde los previsibles aliados regionales –Cuba, Venezuela, Bielorrusia– hasta nombres que suenan más a prueba de eclecticismo que a frente cultural: Arabia Saudí, Catar, Sudáfrica, Kenia… y, para sorpresa general, Estados Unidos, con un desconocido Brandon Howard. Latinoamérica se presenta en plural: Omar Acedo por Venezuela, Nidia Góngora desde Colombia y Zulema Iglesias Zalazar en representación de Cuba. Rusia, claro, juega en casa con Shamán, convertido en abanderado del nacional-pop.

"Una fiesta colmada de intensas emociones"

La puesta en escena también busca equivalencias. Los presentadores serán Alexéi Vorobiov –más conocido como Alex Sparrow, actor y cantante folk– y la soprano Aida Garifúllina, diva del Bolshói con todos los títulos honoríficos imaginables. A los comentarios televisivos se encargará Yana Chúrikova, voz habitual de Eurovisión en Rusia, acompañada por el productor Yuri Aksiúta. La retórica oficial promete "una atmósfera de fiesta colmada de intensas emociones e inolvidables experiencias".

El Kremlin quiere que Intervisión no se lea como nostalgia soviética, sino como escaparate multipolar. Sin embargo, el formato sigue teniendo un aire retro: un certamen que fue concebido como alternativa a un concurso europeo y que ahora reaparece para subrayar que también la música puede servir de política exterior. El resto dependerá de si los telespectadores del mundo están dispuestos a escuchar el eco de los 60 con autotune de 2025.