Henri Matisse fue un revolucionario del color y la forma, capaz de transformar la pintura europea y dejar su huella en toda una generación de artistas. Sus collages, sus bodegones, sus interiores y sus odaliscas siguen mostrando un equilibrio entre libertad y rigor que pocos han logrado. Ahora, CaixaForum Madrid abre Chez Matisse. El legado de una nueva pintura, una exposición que recorre toda su trayectoria y la pone en diálogo con artistas del siglo XX y contemporáneos, ofreciendo hasta el 22 de febrero de 2026 una oportunidad única de ver cómo la modernidad se construyó a golpes de pincel y papel recortado.

Desde los primeros paisajes y bodegones de comienzos de siglo, donde todavía se siente la influencia de Gustave Moreau, hasta los collages y recortes de los años 50, la obra de Matisse se lee como un manual de modernidad: una exploración constante de la luz, el color y el espacio. La paleta se vuelve incandescente en Lujo, calma y voluptuosidad (1904), y la pintura adquiere un ritmo propio que inspiró a Derain, Vlaminck o Marquet. El historiador Pierre Schneider resumió con acierto la singularidad del maestro: "Matisse sentía la necesidad de pisar tierra antes de lanzarse, de constatar el peso de las cosas antes de darles alas".

Luces y sombras

El contacto con las artes primitivas y no occidentales, a partir de 1907 abre otro capítulo decisivo. Matisse, como Kirchner o Nolde en Alemania, y Lariónov y Goncharova en Rusia, busca en la emoción un fundamento para la pintura. Más tarde, durante la Primera Guerra Mundial, la paleta se oscurece, las figuras se rodean de un halo fantasmal y las puertas y ventanas se convierten en umbrales de un mundo inquietante. Incluso en esos momentos, su casa en Collioure se transforma en punto de encuentro para la vanguardia parisina.

Tras mudarse a Niza, Matisse se concentra en los interiores, los objetos cotidianos y la figura femenina, explorando la relación entre espacio y cuerpo. La luz mediterránea renueva su pintura, y la imagen de la mujer con mantilla, que también recorre la obra de Natalia Goncharova, se convierte en un icono contemporáneo. En los años 30, sus viajes a Estados Unidos y Oceanía simplifican aún más el dibujo y despliegan la pintura en el espacio, mientras dialoga con Picasso, Bonnard y Françoise Gilot, dejando clara su influencia y a la vez la singularidad de cada artista.

Collages tardíos e icónicos

En la madurez, Matisse recurre a los recortes de papel pintado y a la colaboración con Le Corbusier, como en la Capilla del Rosario de Vence. Sus últimos collages, convertidos en íconos del siglo XX, muestran cómo la enfermedad y la limitación física no frenaron su creatividad, sino que la redirigieron hacia nuevas formas y técnicas. La obra sigue inspirando: desde pintores abstractos estadounidenses hasta artistas contemporáneos como Daniel Buren, Michel Parmentier o la videoartista rusa de origen argelino Zoulikha Bouabdellah.

El aspecto decorativo, tan central en su pintura, se hace visible junto a Goncharova y en la mirada contemporánea sobre el desnudo femenino: "¿No es reduccionista ver en la representación del cuerpo femenino desnudo como una simple ofrenda a los deseos masculinos? Negarse a ver esos cuerpos no es acaso encerrarlos por segunda vez?", se pregunta Bouabdellah. Para Matisse, lo decorativo no era una etiqueta, sino una cualidad esencial de la pintura: "Un cuadro en un interior propaga a su alrededor, a través de los colores, una alegría que nos aligera".

En Barcelona en marzo de 2026

La exposición incluye un espacio de mediación que recrea los talleres de los artistas, invitando a los visitantes a experimentar con el color, la forma y la composición. Además, el programa paralelo propone talleres para familias y escolares, ciclos de conferencias y un cine de animación para los más pequeños. En marzo viajará a Barcelona y podrá visitarse en el CaixaForum de la Ciudad Condal entre el 26 de marzo y el 16 de agosto de 2026.

Desde 1977, el Centre Pompidou conserva 253 piezas de Matisse, que abarcan dibujos, pinturas, esculturas, collages y vitrales. Chez Matisse permite acercar al público español la fuerza de ese legado y entender cómo la obra de un artista capaz de combinar rigor y libertad sigue marcando la historia del arte moderno.