Madrid estrena este miércoles una pieza que llevaba más de dos siglos en silencio: la Lamentación segunda del Jueves Santo en Do menor, de Luigi Boccherini. Nacido en Luca (Toscana) en 1743, Boccherini fue violonchelista de formación y uno de los grandes nombres de la música europea del Setecientos. Llegó a España con apenas 25 años y se instaló en Madrid, donde trabajó bajo patronazgo real y nobiliario –especialmente al servicio del infante don Luis de Borbón–, lo que cimentó su relación duradera con la corte y su presencia estable en la vida musical madrileña. Suya es, por ejemplo, la Música nocturna de las calles de Madrid, quizá la pieza más conocida de su autor. Su etapa española, que se prolongó hasta su muerte en 1805, es la que explica tanto su influencia como la conservación dispersa de parte de sus manuscritos en archivos y conventos del país.

El manuscrito, localizado en el Archivo de Montserrat pero procedente del convento de la Encarnación, llega ahora a la Capilla Real del Palacio Real con un concierto que ha agotado sus entradas y que Patrimonio Nacional ha incluido en su Temporada Musical de 2025.

La interpretación corre a cargo del conjunto Nereydas, bajo la dirección de Ulises Illán, con la soprano María Espada y el violonchelista Guillermo Turina, que emplea el Stradivarius 1700 de las Colecciones Reales –el mismo tipo de instrumento que manejaba Boccherini durante su larga vida madrileña–. Illán resume la magnitud del hallazgo sin énfasis superfluo: esta música “despierta de un sueño de más de 250 años”. Su estreno quedará registrado en el canal de YouTube del organismo.

"Una obra maestra"

La partitura apareció por azar. Luis Bertrand, coordinador científico del Instituto Complutense de Ciencias Musicales y especialista en Boccherini, hojeaba el fondo de Montserrat cuando encontró una obra que no figuraba en el catálogo. “Era una obra desconocida, inédita, como se ha confirmado”, explica. Habla de la emoción del hallazgo sin dramatismos, con la naturalidad de quien reconoce que el trabajo de archivo tiene algo de pesquisa silenciosa y no siempre afortunada. Esta vez sí: una pieza vinculada a Madrid y al periodo español del compositor.

La obra, escrita para el Jueves Santo, toma textos trágicos del Antiguo Testamento sobre la caída de Jerusalén y los convierte en alegoría de la muerte y la resurrección de Cristo. Bertrand señala su “carácter” y su capacidad para sostener la carga emocional del relato. Illán, por su parte, la considera “una obra maestra” y subraya la dimensión internacional de Boccherini pese a su arraigo en España. De ahí que sitúe el estreno entre los acontecimientos relevantes “para la cultura mundial y europea”, con ese equilibrio entre lo español y lo italiano que el músico encarnó durante décadas.

La pieza vuelve a la luz en un país que fue su hogar. Quizá no haya mejor escenario que la Capilla Real para medir la quieta persistencia de esa música que, a fuerza de espera, ha conservado intacta su voz.