Gala lee un libro rojo sentada en un sillón. Está absorta en la lectura, ajena a la luz que la ilumina, y al pincel virtuoso y minucioso de su padre, el pintor madrileño Carlos Tárdez. La factura hiperrealista se ve rota por el trazo caprichoso de un spray gamberro, que le pinta a Gala las alas que le dan la lectura, la magia, la imaginación.
Este óleo sobre lino titulado Todo, y nada más, se ha alzado esta semana con el Premio Almuzara de Pintura, una iniciativa que alcanza su cuarta edición y subraya la ambición cultural de la editorial cordobesa y su artífice, Manuel Pimentel. El grupo dirigido por el exministro de Trabajo no solo edita cada año decenas de títulos de calidad a través de sus diversos sellos –Almuzara, Berenice, Toro Mítico, Lid o El Desvelo, entre otros muchos–, sino que promueve iniciativas culturales como este certamen, cuyo accésit ha recaído en En un lugar de Navarra, obra del consagrado pintor londinense afincado en Madrid Simon Edmondson. Ambas obras encabezan una exposición colectiva que puede visitarse hasta este sábado 20 de diciembre en el número 23 de la calle Cervantes, en pleno Barrio de las Letras –el horario de visita es de 11 a 14 y de 17 a 20 horas–.
La obra de Tárdez, un lienzo de 150 por 150 centímetros, cautivó al jurado presidido por el pintor Desiderio Delgado, que ha destacado su tensión entre lo íntimo y lo disruptivo: una imagen aparentemente sencilla en la que “la realidad se contamina de símbolos y el gesto espontáneo altera el significado de la imagen”. El premio está dotado con 9.000 euros.
Nacido en Madrid en 1976, licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense, Tárdez ha desarrollado una trayectoria marcada por la experimentación técnica y la búsqueda de lo intangible, combinando rigor formal con humor y juego conceptual. Entre sus reconocimientos figuran tres Medallas de Honor del Premio BMW de Pintura y su selección en el Certamen Europeo de Pintura Antonio López. Pintura y escultura conviven en una obra que, según él mismo, entiende el arte como una forma de decir lo que las palabras no alcanzan.
Edmondson pinta a Cervantes y Baroja en Itzea
El accésit ha sido para Simon Edmondson, autor de un óleo sobre lienzo de 178 por 146 centímetros que une literatura y memoria. En En un lugar de Navarra, Cervantes y Pío Baroja comparten un mismo espacio simbólico: el galgo quijotesco parece vigilar desde el zaguán de Itzea, la casa del escritor vasco, en una escena suspendida. El jurado ha subrayado la capacidad del pintor para trabajar con la huella del tiempo y para situar al espectador “entre lo real y lo recordado”.
Edmondson nació en Londres en 1955 y se formó en el Chelsea College of Art y en la Syracuse University de Nueva York. Tras una etapa de exposiciones internacionales en Europa y Estados Unidos, se instaló en Madrid en 1991, donde vive y trabaja desde entonces. Su pintura figurativa, de lenguaje expresionista, explora desde hace décadas la dualidad entre presencia y ausencia, así como una vertiente de denuncia social que convive con referencias a la tradición pictórica europea.
El libro como tema inagotable
La exposición reúne un total de catorce obras seleccionadas, todas ellas con el libro y la literatura como trasfondo temático. Junto a los trabajos premiados pueden verse la obra de los finalistas; piezas de Pablo Santibáñez Servat, Raúl Collado Herreros, Susana Cruz Calvache, Juan Manuel Bernardo Bueno, Cristina Sampere Fernández, Marta Cuezva, Ricardo Sánchez Grande, José Baena Roca, Guillermo Oyágüez Montero, María Sánchez López, Mario Caamaño Vergara y Miguel Repollés Martínez.
Para Manuel Pimentel, director de Almuzara, el premio insiste en la relación histórica entre pintura y libro, "una hermosa simbiosis de siglos cargada de futuro". La editorial, ha señalado, busca con esta convocatoria mantener un “aroma propio” que vaya más allá de la edición y reivindique los oficios vinculados a la cultura. "El libro, desde los códices iluminados, siempre ha buscado la belleza. Y el libro bien editado lleva aparejado arte porque los libros son cultura y son arte. Una editorial necesita tener un aroma propio más allá de la tinta sobre la celulosa”, explicó Pimentel durante el acto de concesión del galardón. Con cuatro ediciones celebradas, el Premio Almuzara de Pintura ha ido consolidando una identidad ligada a la calidad y a la dimensión narrativa de la imagen, en un territorio donde arte y literatura conviven de forma natural.
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