En el año 2000, en España, cada habitante disparaba unas 36 fotos de media al año. Un carrete para doce meses; tres fotos al mes; una foto cada diez días. Nada que ver con las 30 que registra mi móvil, las 63 de mi compañera de mesa en la redacción o las 256 de mi otro compañero que estuvo una semana de vacaciones. “Y tengo muchas más en otra cámara”, asegura.

Cuando hace 25 o 30 años se hacía una foto, esta se pensaba, preparaba y se ejecutaba con cierta idea de lo que finalmente esperabas ver impreso. Ese era el gran final de toda foto, su revelado, su impresión. Ese era el gran momento de la fotografía, el recoger las imágenes reveladas y revivir los viajes, encargar copias porque en esta salgo muy bien y esa tírala que vaya foto me has hecho. Esa copia o las dos, la buena y la mala, ahora se envía en un mensaje y se acumula en los centenares de fotos que haces y que te llegan a tu teléfono. 

"Imaginad hacer sólo 36 fotos en todo un año. Hoy nos parece imposible, casi absurdo", reflexiona Eduardo López, director de Fujifilm Imaging y Recording Media en España. Aquella era dorada del carrete fotográfico y la cultura de la imagen física acabó de forma fulminante con la digitalización global, que transformó para siempre la manera de capturar, compartir y recordar nuestros momentos.

Un cambio que llegó como un tsunami. “En el 2000, la facturación de carretes rozaba los 300 millones de euros en España. Era un negocio recurrente: se compraba un carrete, se hacían las fotos y se volvía a la tienda a revelar. Incluso, por fidelidad, te regalaban otro carrete". El ciclo era sencillo y universal, pero la llegada de la digitalización cambió radicalmente el escenario: “Fujifilm tuvo que reinventarse y acelerar procesos de transformación a una velocidad brutal para sobrevivir. Muchas de las marcas emblemáticas han desaparecido, nosotros fuimos capaces de diversificar y persistir”. Se refiere a marcas que casi desaparecieron como Agfa, Kodak o Polaroid

La digitalización no fue un proceso aislado, sino parte de una ola global que afectó todos los sectores como la música y el vídeo. La fotografía fue uno de los más golpeados, antes del año 2000, el 60% de la facturación mundial de Fujifilm provenía exclusivamente de la fotografía. “Hoy, ese porcentaje apenas representa el 17% del negocio global. En 2024, la empresa creció 2,5 veces respecto al año 2000, pero diversificando en áreas como la impresión para empresas, la medicina diagnóstica o la industria de componentes”, explica López. 

Del carrete al iPhone

Del auge de los carretes y cámaras analógicas se pasó al boom de las digitales entre 2000 y 2005, hasta alcanzar casi 600 millones de euros de facturación en ese segmento. Un momento con una gran competencia en la que entraron muchas más empresas a hacer cámaras. “De los cuatro o cinco fabricantes de carretes, pasamos a decenas de empresas peleando el mercado digital, pero apenas sobrevivieron unas pocas”, destaca. Como en todo tsunami no hubo sólo una ola. “Y de repente en 2007 aparece el iPhone con cámara, y el mercado vuelve a desplomarse”. 

La aparición de las cámaras réflex digitales, que ofrecían funcionalidades que los teléfonos móviles no podían igualar, hizo revivir el mercado. Pero volvió a caer hasta que pasada la pandemia, ha crecido de nuevo con el concepto de la cámara mirrorless o sin espejo. Las cámaras réflex digitales están siendo reemplazadas por modelos más pequeños. Actualmente, el negocio de las cámaras digitales es de 100 millones de euros en España, significativamente menor que los 600 millones alcanzados en 2005. “Las cámaras sin espejo reposicionaron el negocio, pero el volumen económico actual es mucho menor, aunque el margen comercial es más elevado”, asegura López.

El resurgir de la foto impresa

En paralelo, desde 2010 se produjo una tendencia creciente en las cámaras instantáneas. Este fenómeno, que comenzó en países asiáticos como Japón y Tailandia, está siendo impulsado por jóvenes, especialmente mujeres de 16 años, que han crecido en una cultura totalmente digital y desean experimentar la posibilidad de tocar y ver la fotografía.

“En España, tras tocar mínimos de apenas siete u ocho millones de euros, el mercado analógico repunta por la tendencia de chicas de 16 años que buscan vivir la experiencia física del disparo y la foto impresa. Primero se dio en Asia, ahora está consolidado en Europa y España”, explica López. Fujifilm ha vendido más de 100 millones de cámaras instantáneas y ha configurado un ecosistema propio con modelos y consumibles recurrentes.

Carrete de fotos de Fujifilm.

La clave: la impresión 

Para Fujifilm el gran negocio de la fotografía sigue siendo la impresión. “Antes sólo podías imprimir copias, ahora el abanico incluye álbumes, cojines, camisetas, tazas… Cualquier elemento es susceptible de ser personalizado con una imagen”. Aunque la copia tradicional decrece, productos como fotolibros y regalos personalizados generan cada vez más valor.

“Instagram y las redes sociales han hecho posible compartir imágenes con todo el planeta, pero también han generado un consumo efímero y han restado importancia a la fotografía profesional y al valor artístico. Cualquiera dice ‘yo también puedo hacerlo’, pero sólo el fotógrafo sabe transmitir lo que quiere expresar”, reflexiona el directivo.

Para alargar y potenciar esa vida palpable de la fotografía la empresa japonesa ha empezado a crear tiendas en lugares emblemáticos para potenciar la experiencia analógica de la fotografía y el arte de la fotografía. La apertura de tiendas propias reforzará su cercanía con los consumidores, en una estrategia mundial que pone el foco en quienes buscan personalizar y dar significado a sus imágenes. “El teléfono móvil, lejos de ser nuestro enemigo, es nuestro principal aliado. Todas esas fotos tienen potencial de impresión y generación de valor emocional y económico”. 

En Londres abrieron su primera tienda, House of Photography, La Casa de la Fotografía, y tendrá a finales de año cinco tiendas en Europa. La primera se abrió en Londres y la última será la de Barcelona que se abre en noviembre en Gran de Gràcia. “Aquí queremos enseñar a los consumidores, no a tomar fotos sino a hacer fotos. Es el hogar para los fotógrafos y amantes de la fotografía”, afirma Theo Georghiades, director de este proyecto de tiendas en Europa. “Madrid está en la lista”, aseguran desde la empresa. “Cada tienda necesita su estudio de mercado y vamos despacio, pero en unos años estaremos en Madrid también”, asegura Georghiades.