Un mes después de cortarse la coleta, José Antonio Morante Camacho, Morante de la Puebla, vuelve al ruedo, esta vez desde las páginas del New York Times. El diario neoyorquino publica un amplio perfil firmado por su corresponsal en España, Jason Horowitz, bajo el título Blood and Tears as Spain’s Troubled Bullfighting Star Hangs Up His Cape –“Sangre y lágrimas mientras la atormentada estrella del toreo español cuelga su capote”–, donde el periodista retrata al torero sevillano como un artista consumido por su propio arte.

El reportaje arranca con la imagen del pasado 12 de octubre en Las Ventas, cuando Morante, de 46 años, fue volteado por Tripulante, un toro de Garcigrande, y quedó tendido unos segundos en el albero. Se levantó, volvió a la cara del animal y completó una faena corta y templada, cerrada con una estocada que le valió las dos orejas. Entre pañuelos blancos y lágrimas, se cortó la coleta sin previo aviso. “He sentido un cansancio artístico”, confiesa ahora al diario neoyorquino desde su finca de La Puebla del Río. “He decidido parar antes de caer”.

Un plato de Franco junto a la cocina

El Times presenta a Morante como el torero más influyente de su generación, admirado por su estilo, su valor y su capacidad de llenar plazas, pero también como un hombre frágil que ha hablado sin pudor de su depresión y de un trastorno disociativo diagnosticado hace años. “No me gusta engañar a nadie”, dice mientras toma la medicación que –según él– le roba fuerza y altera su peso. Habla de tratamientos de electroshock, de su estancia en Portugal “porque allí está mi médico” y de la soledad que acompaña al éxito.

El perfil, ilustrado con fotografías de Ana Brigida, describe el interior de su casa junto al Guadalquivir: los trofeos, las cabezas disecadas, los capotes apilados y un plato con la efigie de Franco colgado junto a la cocina. Horowitz subraya su amistad con Santiago Abascal, líder de Vox, a quien Morante pidió apoyo “cuando el Gobierno de izquierdas puso en peligro la tauromaquia”. Pero el tono del reportaje es menos político que melancólico: el retrato de un artista que ha decidido detenerse antes del derrumbe.

Torero valiente, hombre frágil

La biografía se entrelaza con el mito: el niño que fingía dormir para entrar en la plaza, el debutante precoz que toreaba salchichas como si fueran toros, el genio que alternó tardes gloriosas con retiros repentinos. A sus espaldas, casi treinta años de carrera y un puñado de faenas históricas, como la de las dos orejas y rabo en la Maestranza en abril de 2023 o su primera Puerta Grande madrileña el pasado junio.

El Times cierra con una imagen serena: Morante, en su finca, rodeado de capotes y silencios. “¿Qué voy a hacer con ellos?”, se pregunta. Luego sonríe: “No llamemos a esto una retirada completa. Es un descanso”.

Aquel 12 de octubre fue un día para la historia. Curro Vázquez toreó con 74 años por la mañana, y por la tarde Morante puso punto final a su carrera con una estocada y un gesto. Un mes después, su adiós sigue dando la vuelta al mundo. Esta vez, el que lo saca a hombros es el New York Times.