Paul Auster quería hacer un libro breve sobre Stephen Crane (1871-1900) y ha vuelto a hacer un volumen de 1000 páginas. El escritor estadounidense publica La llama inmortal de Stephen Crane (Seix Barral) en el que se adentra en la vida del periodista y escritor Stephen Crane.
“Era capaz de hacer cosas que yo no he podido. Yo cuento historias, no hay diálogo. Mi inspiración son los cuentos de hadas, pero él era un fenomenólogo. Él veía las cosas, que a muchos se nos escapan”, ha reconocido Auster en un encuentro virtual con prensa desde su casa de Brooklyn. “Tenía una percepción visual que transformaba en un lenguaje hermoso, potente, lleno de metáforas y símiles, a veces complicados de digerir para el lector", ha añadido.
Auster quiere rescatar del olvido a este escritor y periodista que en apenas ocho años de carrera- murió con 28 años de tuberculosis- escribió la obra maestra La roja insignia del valor- por la que con 25 años se convirtió en una celebridad-, dos novelas cortas, tres docenas de relatos, dos recopilaciones de poemas y más de doscientos artículos periodísticos.
El autor de La trilogía de Nueva York ha explicado que el proceso de documentación fue difícil ya que existían biografías que hicieron circular historias falsas sobre Crane. Auster ha querido "contar la vida de Crane con precisión y presentar su trabajo, pero no como haría un crítico literario, no me gusta la crítica académica, la mayoría son aburridísimas”.
Una vida de película
Crane escribió artículos, novelas, relatos y poesía radical, trabajó como corresponsal de guerra, fue un enamorado del salvaje Oeste y la vida bohemia, estuvo siempre escaso de dinero, sobrevivió a un naufragio, se enfrentó a la policía en Nueva York, estuvo en Cuba después de la Guerra de 1898 y finalmente murió en Alemania.
Auster atribuye a Crane un periodismo muy genuino del momento, al que aportaba su mirada intuitiva: "El periodismo, aunque lo ejercía para poder comer, fue parte fundamental de su trabajo. Mostraba el mundo tangible pero su imaginación era muy rica, así que recorría la ciudad, miraba y explicaba lo que había visto, pero creo que gran parte era inventado", afirma Auster.
Pero la gran contribución de la corta vida del escritor, para Auster, fue su influencia en otros autores. En Reino Unido mantuvo una estrecha amistad con Joseph Conrad y Henry James, al que llamaba ‘The Master’. Auster llega a afirmar que "sin él Ernest Hemingway no habría sido el mismo, ni tampoco Joseph Conrad".
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