Tradición, experiencia e innovación por y para este oficio. La familia Ramírez lleva ligada a las guitarras españolas desde 1882, cuando José Ramírez I abría al público su primer taller. Lo hacía en el Rastro, aunque no tardaría en trasladarse a la calle Concepción Jerónima número 2.

Con el paso del tiempo, José Ramírez I consiguió con trabajo y dedicación, mejorar el instrumento que ya existía por aquel entonces. Formó a profesionales que trabajaron en el taller para contribuir en la evolución de la Escuela de Guitarreros de Madrid y comenzó una andadura que ni él mismo imaginaba que perduraría hasta día de hoy.

Para nosotros es una responsabilidad muy grande y un reto. Debes mantener la calidad y siempre mirar al frente"

CRISTINA Y JOSÉ ENRIQUE RAMÍREZ, RESPONSABLES DEL NEGOCIO

Tras él, cinco han sido las generaciones que han continuado con el legado que comenzaba hace ya más de 135 años. Hoy son Cristina y José Enrique Ramírez, bajo la supervisión de su tía Amalia Ramírez, los que regentan el taller y continúan escribiendo la historia de una de las empresas artesanales de construcción de guitarras españolas más importante, no solo de nuestro país, sino de todo el mundo. “Para nosotros es una responsabilidad muy grande y un reto. Debes mantener la calidad y siempre mirar al frente”, señalan Cristina y José Enrique para El Independiente. Además, entre los muchos galardones y distinciones que atesoran, ostentan la placa de “Comercios Centenarios” al ser la casa más antigua por línea directa (de padres e hijos), entregada por el Ayuntamiento de Madrid.

Trabajo minucioso, garantía de éxito

Y aquí uno de los secretos, el fabricar cada guitarra como si fuera la última. “Dicen que tienen voz propia y eso es lo más difícil de conseguir. La afinación es otro punto fundamental y por último la belleza. Amalia Ramírez en este punto, introdujo una revolución en la estética del instrumento creando modelos únicos por su belleza y originalidad».

Un trabajo cuidado y profesional para regalarnos un resultado sencillamente perfecto. Con una producción aproximada de 40 guitarras al año, la marca reconocida en todo el mundo, solo hace que expandirse y llegar a más rincones de nuestro planeta donde poder rebotar los acordes de una Ramírez.

“Tardamos 4 meses en construir 4 guitarras entre la selección del material y el barnizado. Mientras encolamos un proceso seguimos con la siguiente. A día de hoy tenemos importantes clientes en Estados Unidos, Canadá, Italia, Japón o Taiwán».

La importancia de la edad de las maderas

La ventaja de ser una empresa con tantos años de trayectoria, se refleja en la utilización de una materia prima (la madera) que puede llevar almacenada desde los años 50. “En la construcción de nuestros instrumentos hechos a mano utilizamos maderas que han tenido un secado natural, ya que esto le aporta estabilidad ante los cambios de humedad y una cristalización de sus resinas necesaria para una mayor calidad de sonido” señala Cristina mientras pule una de las guitarras.

Utilizamos maderas que han tenido un secado natural, ya que esto aporta estabilidad entre los cambios de humedad y una cristalización de sus resinas necesaria para una mayor calidad de sonido"

cristina ramírez

Perfección que se busca mediante el tratado minucioso de cada pieza de este producto, que recomiendan tener en curación al menos durante 10 años y que el corte del mismo sea por la verticalidad de los crecimientos. “Las maderas que compramos en la actualidad las obtenemos de fuentes comprometidas con el comercio responsable que promueve la gestión forestal sostenible bajo la normativa CITES vigente”.

Una historia de 5 generaciones

José Ramírez de Galarreta y Planell, fundador de Guitarras Ramírez, comenzó su andadura en el mundo de las guitarras como aprendiz de Francisco González con tan solo 12 años. Se sabe que fue en torno al 1880 cuando se independizó y abrió su propio local. El fundador se preocupó de que su legado no terminara con su retirada e inculcó los valores de Guitarras Ramírez a su hermano Manuel Ramírez y a su hijo José Ramírez II. “Desconocemos un poco la historia, pero es curioso que su padre, Domingo Ramírez de Galarreta, tuviese 3 hijos que se dedicaron a la misma profesión. Domingo era constructor, hizo un puente en Alhama de Aragón y alto tuvo que ver con el barrio de Salamanca de Madrid”, señala José Enrique.

José Ramírez I es uno de los pilares de lo que conocemos como Escuela de Madrid de Constructores de Guitarras debido a que su trabajo se tradujo en soluciones para los guitarristas flamencos de la época. Creó la llamada “Guitarra de Tablao”, la que a posteriori se ha convertido en la tradicional guitarra flamenca. Su hermano Manuel tomo la base de esta y tras varias modificaciones se asentaron los principios de un instrumento que siguen aprovechando sus predecesores. Artistas como Andrés Segovia, Paul McCartney, Enrique Morente, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía o Serranito han confiado en esta casa en algún momento de su carrera musical. “Sabemos que fue un modelo que se creó tras la petición de los guitarristas flamencos de finales del XIX y principios del XX. En aquella época aparecen los Cafés Cantantes y los Tablaos y los guitarristas necesitan una guitarra más potente para destacar en un cuadro flamenco». Tras Manuel continuaron con sus peculiaridades sus discípulos Santos Hernández, Domingo Esteso y Modesto Borreguero.

En 1925 llegaría el turno de José Ramírez II, quien también fue un maestro muy reconocido en el gremio por ello se le otorgó la Medalla de Oro en la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Las dificultades para conseguir materia prima para seguir fabricando, que trajo consigo la Guerra Civil, causó fuertes discusiones con su hijo José Ramírez III que ya ayudaba en el taller con el nivel de oficial en la mano. Pese a estas circunstancias, el tercero de la generación continuó con el descubrimiento del cedro rojo para la tapa armónica, desarrolló nuevos barnices, diseñó una guitarra con tiro de 650 mm junto a su hijo José Ramírez IV y fabricó una guitarra de 10 cuerdas sin mucho éxito.

En 1988 sería José Enrique Ramírez IV quien, tras haber ingresado años atrás como aprendiz en el taller, ascendió a oficial de primera y junto a su hermana Amalia se hizo cargo de la dirección del negocio. Juntos hicieron cambios en la empresa regresando al esquema original de un taller reducido y una producción limitada (todas las guitarras se realizaban bajo pedido). En el 1995 se trasladaron a calle de la Paz número 8, y tras el fallecimiento del hermano mayor, Amalia se hizo cargo del negocio. Experimentó con materiales y volúmenes nuevos. Desde la familia se asegura que en su periodo se trabajaron los diseños más bellos y originales como “Aniversario” o “125 años” y “Guitarra del Tiempo”.

Amalia ha sido una de las primeras mujeres en ingresar en el gremio de la construcción de guitarra, revolucionando la manera de elaborar el instrumento y allanando el camino de las mujeres en un oficio que todavía a día de hoy, sigue siendo difícil para todas ellas. La propia Amalia ha sido la maestra de sus sobrinos, Cristina y José Enrique Ramírez, quienes actualmente, siguen con la tradición tomando las riendas de la empresa en el año 2000. “Sentimos mucha responsabilidad, porque, desde la humildad, somos un referente en guitarra Española no solo en nuestro país sino en todo el mundo, somos parte de su historia. Es nuestro deber seguir evolucionando, cuidando y difundiendo su legado y apoyando a los guitarristas”.

Destacar que en las últimas décadas, artistas de renombre han utilizado Guitarras Ramírez en sus discos o giras. Los Beatles aparecen con una de ellas en el videoclip de I love her, y artistas de la talla de Mark Knopfler, Eric Clapton o Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, saben lo que es tocar una Ramírez.

La pandemia, un frenazo en la producción

Sabemos que el coronavirus ha tenido un fuerte impacto en la economía de nuestro país y en la producción de muchos de los negocios. En el caso de Guitarras Ramírez, el covid-19 trajo consigo mucho retraso para servir los pedidos solicitados por los guitarreros. La empresa madrileña pasó de producir una media de 40 guitarras al año a solamente 10. “Tenemos dos líneas de negocio: la guitarra hecha a mano y la que llamamos Estudio, que son nuestros diseños hechos por fábricas españolas y revisadas y ajustadas en nuestro taller. El problema lo hemos tenido en estas guitarras que han retrasado la producción de guitarras artesanales. Las fábricas tuvieron muchas demoras y en ocasiones no llegaron a la calidad que nosotros necesitábamos, además de que tuvieron que cerrar en más de una ocasión por contagios. Parece que poco a poco esto se está solucionando”, destacan Cristina y José Enrique.

El objetivo de Guitarras Ramírez consiste en la evolución y desarrollo del instrumento mediante la escucha.

jose enrique ramírez, propietario del taller

“El objetivo de Guitarras Ramírez consiste en la evolución y desarrollo del instrumento mediante la escucha. Consideramos que es un elemento básico de este oficio y gracias a él hemos alcanzado más de 135 años de historia con la firme intención de seguir investigando y creando modelos originales. Además la música es un arte abstracto, efímero e intangible y creemos que es fundamental en nuestras vidas, debería tener más presencia en la educación”. Desarrollando una filosofía clara, basada en la tradición, calidad, innovación y profesionalidad. Una idea de trabajo que refleja el sentir de cinco generaciones amantes de este artilugio de madera que tantos éxitos ha dado a nuestro país.