En un mundo marcado por la prisa, las pantallas y las agendas interminables, Japón ofrece un concepto ancestral que hoy se abre paso como una herramienta poderosa para el bienestar; el mushin; esta filosofía, que significa literalmente “no mente”, surge del budismo zen y se desarrolló en las artes marciales, pero ha trascendido ese origen para convertirse en un modo de vida capaz de reducir el estrés y mejorar las relaciones personales. Cada vez está mas extendido por España y por Europa, y quienes se han adentrado en él, coinciden en los grandes beneficios para sobrellevar el día a día de manera más calmada y sosegada.
El Mushin y la calma interior
El Mushin es un estado de la mente en el cual la persona se deja llevar por lo que viene, dejando de lado las expectativas, los juicios y las reacciones. No se trata de negar los pensamientos que aparecen, sino dejarlos fluir; al adoptar esta disposición se produce una visión más precisa de cada circunstancia, reponiendo y aligerando la carga de la presión por ansiedad.
La práctica que transciende a las artes marciales
Si bien en su origen era considerada una técnica para lograr una mayor concentración en la lucha, con el tiempo el mushin evolucionó y se relacionó con disciplinas como la caligrafía, la música o la meditación. Actualmente, se usa para poder afrontar las situaciones cotidianas sin quedar atrapado en la tensión permanente.
Cómo aplicar el mushin en la vida cotidiana
La meditación tal vez sea una de las puertas más sencillas de abrir para acercarse al mushin. Dedicando unos cuantos minutos al día a respirar de manera consciente o a poner en práctica el mindfulness se puede entrar en una situación de atención plena, en la cual la mente queda despejada y la calma se va adueñando del día a día. Incorporar pausas al ritmo cotidiano, contaminado por el ritmo del viaje, permite disfrutar de la experiencia evitando quedar atrapado en el ritmo del día a día.
La ligereza como símbolo de la claridad
Viajar o vivir con mochilas más ligeras -tanto físicas como emocionales- se convierte en un reflejo del mushin; cuando uno deja salir los “por si acaso” y las cargas superfluas, el cotidiano transcurre con más suavidad. Este hecho no solo reduce la sensación de desbordamiento, sino que abre la puerta a nuevas experiencias, relaciones y aprendizajes.
Mushin y las relaciones humanas
La práctica del mushin fomenta el dejar a un lado las distracciones que pueden traer los aparatos digitales y las preocupaciones del pasado o del futuro; al centrarse en el contexto del momento presente, las propias conversaciones y los propios lazos humanos adquieren la categorización de más genuinos. Escuchar de manera atenta y participar compartiendo sin prisa, así como disfrutar de lo simple, son gestos que refuerzan las relaciones humanas.
Redescubrir la cotidianidad con nuevos ojos
El mushin puede llevarnos, por ejemplo, desde un paseo en el barrio hasta una merienda en un café dejando de lado la conexión a internet, y a través de esta actividad, el mushin nos enseñará a descubrir los detalles que por lo general no son percibidos. De ese modo, esta mirada atenta nos permite descubrir la belleza también en las cosas más sencillas para luego compartirlas. Así, las relaciones están impregnadas de verdad, tranquilidad, respeto mutuo.
El mushin no constituye una tendencia, sino la invitación a modificar la forma de afrontar la vida. Al aplicar esta filosofía japonesa a nivel personal y también a nivel social, se descubre un equilibrio que acaba ayudando a disminuir el estrés, reforzar los vínculos y vivir con más plenitud.
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